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Urgente: se necesitan buenos políticos … ¿Misión Imposible?

Lamentablemente la experiencia nos enseña que la política es un cementerio repleto de personas con buenas ideas y nobles intenciones. Muchos políticos saben exactamente qué es lo que está mal en sus países, provincia, ciudades y tienen ideas muy convincentes e innovadoras para solucionar estos problemas, pero pierden en la arena de la lucha política.

 

Los políticos exitosos saben lo que quieren y planean sus campañas estratégicamente. Una de las reglas básicas de la política es que uno puede utilizar cualquier plataforma para promoverse a sí mismo y a su carrera. Existe, sin embargo, un prerrequisito: hay que tener un mensaje.

Hay que tener algo que decir que sea relevante para las personas, que lo distinga de los demás contendientes y presentarlo de una manera tal que parezca nuevo e interesante.

 

Los buenos políticos consiguen convencer a los electores de que trabajarán en su beneficio, saben expresar sus mensajes de forma que las personas entiendan lo que ellos quieren y se convenzan de que, una vez electo, el político cumplirá lo que prometió.

Los políticos exitosos no tienen miedo de los ataques de sus oponentes políticos. Saben que necesitan a esos contrincantes para generar perfil y credibilidad.

 

Los políticos exitosos tienen conciencia de lo que sus electores quieren, y se exponen ante ellos y ante los medios de comunicación. Ellos saben identificar y utilizar los recursos para hacer que sus campañas despeguen.

 

La aplicación de estos consejos que seguidamente tributamos puede no ser una garantía de éxito en todos los casos, pero ignorarlas es una receta segura para el fracaso. Mientras, iremos preparando una segunda columna hablando de “Propaganda Política-Su Planificación-Sus Beneficios-Sus Contras” y además, una nota con TODOS y CADA UNO de los vicios de nuestros políticos entrerrianos como para que se percaten que el Pueblo, al menos el elector PENSANTE, cree cada vez MENOS en una casta que pareciera –MAYORITARIAMENTE- haber perdido todo vestigio de lo ético, de lo VERAZ, del compromiso, de la PALABRA, deshonrando una función que supo tener ILUSTRES PERSONALIDADES y nada menos que CAUDILLOS, ADMIRABLES PATRIOTAS.

 

Consejo 1

 

Una elección es siempre un plebiscito. Siempre se plebiscita algo, ya sea un candidato, una gestión, una ideología, etc. Quien mejor se posicione en la sociedad, es el que gana la elección.

Existen grandes interrogantes que deben responderse para decidir la estrategia de una campaña electoral: 1) Cuáles son los ejes de debate; 2) Cuáles son las ventajas comparativas de un candidato o partido; 3) Cuál es el concepto central de campaña; 4) Cuáles serán los temas de la campaña; 5) Quién es el adversario.

La primera gran pregunta es cuales son los ejes de debate y saber diferenciar los ejes de los temas. Los temas son la parte explicita, manifiesta del debate en una campaña.

 

Se puede estar discutiendo sobre la desocupación, la seguridad, la corrupción, etc. Sin embargo, los ejes son subyacentes, lo implícito en un debate electoral y por ende los ejes son mas importante que los temas.

 

Las ventajas comparativas son las palancas a partir de las cuales un candidato o partido pueden volcar votos a su favor. Dichas ventajas pueden ser características personales de un candidato, características Políticas, imagen individual, propuestas de gobierno, historial de un partido. Esas ventajas son las que tiene un candidato para permitirle diferenciarse positivamente frente al electorado.

 

El concepto central de campaña es la impronta que guía la campaña. El concepto no necesita definirse en más que una frase. El concepto central no es el slogan publicitario.

El concepto es la producción de una síntesis que alienta el eje de una campaña. Las discusiones sobre el concepto central (ya sea explícita o implícita) suele ser bastante arduas en los entornos de campaña. La discusión sobre el concepto puede estar basada en la pelea por espacios de poder o por distintas concepciones políticas o ideológicas.

 

Los temas de la campaña pueden ser una de las grandes ventajas comparativas de un candidato. Para muchos analistas no tener un tema es no tener una campaña y tenerlo es empezar a ganar una elección.

El adversario no es necesariamente aquel con quien se debe debatir en una campaña. La primera es la batalla estratégica mientras que la segunda es la táctica que se expresa en lo comunicacional.

 

Consejo 2

 

Piense estratégicamente. Ninguna receta es mejor para el éxito que la planeación cuidadosa de las actividades y la actuación de acuerdo a un plan estratégico claro.

Una de las razones por las cuales hasta los políticos más prometedores acaban fallando es la falta de planeación estratégica.

 

En la política, planeación estratégica significa que uno establece para sí mismo ciertos objetivos claros y cuantificables, y que define una imagen como objetivo, por ejemplo: cómo quiere ser evaluado por los electores luego de una contienda electoral o de un periodo en algún cargo.

Analice la situación, en especial los puntos fuertes y los puntos débiles, y cómo estos puntos influyen sobre las oportunidades de alcanzar su objetivo.

 

Defina los temas, los mensajes, los grupos y los medios de comunicación que mejor pueden apoyar sus esfuerzos y enfoque sus recursos hacia las actividades que lo conducirán al éxito.

La ventaja de la planeación estratégica es que le ayuda a concentrar sus ideas, actividades y recursos en torno a un único objetivo: su éxito.

 

Nada de lo que usted hace es porque sí. Todo debe convertirse en un medio para alcanzar un objetivo final: el éxito.

Algunos políticos prefieren apoyar todo lo que hacen en  “el instinto político” o “la experiencia”; o simplemente confían en la buena voluntad y en la sabiduría de los electores, que de alguna manera reconocerán y recompensarán la calidad.

 

En la práctica, la falta de planeación estratégica induce a mensajes nebulosos y a un perfil poco convincente, provocando el desperdicio de los escasos recursos, disminuyendo la motivación de quienes nos apoyan y finalmente conduce al fracaso.

Claro… Una vez que se ha desarrollado la estrategia es necesario ejecutarla. Una estrategia no es un menú que admite elección. En este caso, todos los elementos de una buena estrategia están interconectados entre sí, y ninguna parte puede ser retirada o ignorada sin afectar al resto.

 

El éxito siempre es más probable para quien tiene un plan preciso y actúa de forma orientada que para quien actúa de forma espontánea y depende de la casualidad o de la suerte.

La revisión constante de la estrategia y su relevancia es un elemento central de la planeación estratégica. Luego, la estrategia adaptada o redefinida será la que deberá ejecutarse.

No planee sólo para la victoria. Sepa y dígale a sus electores lo que usted hará después de vencer en la elección.

 

Consejo 3

 

Uno de los hechos más sorprendentes sobre los políticos es que realmente parece que nunca entienden que los electores esperan de ellos beneficios inmediatos y tangibles para sí mismos.

A menudo los políticos hablan exclusivamente de lo que ellos quieren conseguir para sí mismos, los cargos a los cuales aspiran o en sí a la porción de Poder que conquistarán.

 

Ellos piensan que los electores ya saben que cuando eligen a alguien, éste actuará en beneficio de su electorado. Esta premisa, sin embargo, es errónea.

Considere que muchos electores desconfían de los políticos; creen que todos los políticos son egoístas. Ellos sospechan que los políticos no velarán por los intereses de los electores una vez pasada la elección, sino que sólo tratarán de cuidar de sus propios intereses.

 

Por lo tanto, usted debe explicarle a su electorado la razón por la que deberían elegirlo a usted específicamente, y no a otra persona.

Lo que los electores quieren saber, antes de las elecciones, es qué es lo que usted hará por ellos una vez que asuma el cargo; y sólo le otorgarán el mandato si su respuesta es convincente.

 

Siendo así, usted tampoco tiene por qué comprar sus votos antes de las elecciones regalando chapas o cobijas.

Ellos deben estar convencidos de que usted merece ser el futuro presidente, gobernador, intendente, legislador, edil, porque usted, y sólo usted, promoverá sus intereses y cuidará de sus necesidades después de que ellos le entreguen el mandato.

 

Así como la guerra es un medio para alcanzar la paz, vencer en una contienda electoral apenas lo colocará en una posición de mando, prepárese para lo que vendrá a continuación. Muéstrele a sus electores que usted no sólo sabe realizar una buena campaña sino que también tiene la capacidad la voluntad para cumplir sus promesas luego de ser electo.

 

Y sí… El sujeto determinante del proceso electoral es el elector. Habrá que conocer entonces sus necesidades, sentimientos, creencias, preferencias, opiniones y actitudes, respecto de sí mismo, su familia, sus vecinos, su barrio, su pueblo o ciudad, su región y el país, así como también su concepto acerca de la tierra que habita, del gobierno, la política, los políticos, los partidos políticos, las elecciones, los candidatos, la propaganda y en general de todo aquello que sea de utilidad, directa o indirecta, para establecer las tácticas de proselitismo.

 

Consejo 4

 

En términos conceptuales la imagen del candidato debe construirse a partir de su propia identidad. Su imagen debe sintetizar sus aptitudes, vocación, experiencia y conocimientos. En campaña, la misión es develar su identidad inherente y propagarla entre seguidores, simpatizantes, el electorado y la sociedad.

El mensaje en campaña no son los temas que aborda el candidato. Tampoco es la forma en que lo expone. No. Los temas son referentes y las formas de exponerlos son lenguajes.

 

El mensaje es él mismo candidato. De allí la sentencia inicial del escrito: un político debe encarnar un proyecto; su nombre debe ser sinónimo de una causa y su rostro la imagen de un ideario.

Si se construye la imagen del candidato a partir de su identidad, éste el no tendrá que usar “máscaras, disfraces o apariencias” que no le sean inherentes.

 

Una característica puede ser defecto, pero también virtud. Todo dependerá de la forma en que se proyecte.

Esta reflexión es básica para el candidato, sobre todo cuando las encuestas indiquen cómo es el “candidato ideal” o cuando la coyuntura de un proceso electoral recomiende que la campaña se base en las necesidades más sentidas de la comunidad.

 

Consejo 5

 

Analice sus fortalezas y debilidades. Trate de minimizar las debilidades que le impiden alcanzar el éxito. Un político exitoso siempre debe estar consciente de sus fortalezas y de sus debilidades.

Normalmente es mucho más fácil conocer nuestras fortalezas. Pero considere que una fortaleza sólo es una ventaja efectiva cuando usted es el único que la posee, cuando corresponde con una debilidad de sus oponentes.

 

Una fortaleza debe ser realmente una fortaleza. No vale la pena caer en la trampa de muchos políticos: el autoengaño.

No es posible construir victorias perennes sobre mentiras.

 

La identificación de las debilidades es mucho más difícil. Para hacerlo es necesario que usted sea totalmente honesto y estricto consigo mismo. Es evidente que una estrategia sólo puede funcionar si se apoya sobre hechos concretos, y no sobre el pensamiento positivo. Por lo tanto, no trate de esconder sus debilidades.

 

El autoengaño no es una receta para el éxito. Si su adversario cuenta con más recursos que usted, si su partido está profundamente dividido en torno a un tema importante o si el líder de su partido es impopular, usted no puede negar estos hechos, sino que debe considerarlos durante la planeación.

Al momento de analizar sus debilidades no se fíe de la opinión de sus parientes, amigos o correligionarios; normalmente ellos tienen la tendencia a decirle lo que creen que usted quiere escuchar.

 

De ser posible, en este punto solicite la ayuda de otras personas que no estén directamente involucradas en su campaña ni tengan interés en impresionarlo o elogiarlo. Ellos pueden mencionar o revelarle mitos y leyendas sobre su persona.

Luego de identificar sus debilidades colóquelas en una lista de acuerdo con el impacto que esas debilidades tienen sobre sus oportunidades de vencer y según las posibilidades que usted tiene de modificarlas.

 

Si su partido nunca atrajo a los electores de cierto estrato económico, es poco probable que en esos diez meses usted consiga más votos en ese estrato, porque el voto depende mucho del perfil de un partido, y ese perfil necesita muchos años para crecer; no se puede modificar en pocos meses.

Usted tampoco puede desperdiciar recursos en hechos que están más allá de su área de influencia.

 

Concéntrese en las debilidades que tienen impacto sobre sus posibilidades de éxito y que pueden ser mitigadas dentro del lapso de tiempo del que usted dispone.

Establezca para cada uno de ellos una subestrategia, definiendo qué es lo que desea alcanzar, el plazo y la forma como pretende hacerlo.

 

No se olvide de que, con inteligencia y creatividad, usted puede transformar cada una de sus debilidades en fortalezas. Aprenda a utilizarlas a su favor.

 

Consejo 6

 

Escuche a las personas y céntrese en sus necesidades principales. Muchos políticos se dejan llevar por disputas y debates sobre temas aburridos, insignificantes o mezquinos para los electores. Entonces los debates se transforman en una materia exclusiva para la clase política, lo que aburre a los electores y conduce a la alienación entre los electores y los candidatos.

 

En realidad, los electores mantienen sus pies bastante más sobre la tierra. Ellos quieren mejoras concretas para sus vidas diarias: un empleo, una casa decente, seguridad social en la tercera edad y en caso de enfermedad, educación de calidad para sus hijos y protección contra el crimen y la violencia.

 

Los políticos exitosos identifican los puntos fundamentales más importantes, los puntos “más jugosos” y se dedican a éstos. Ellos muestran que pueden entregar los bienes y ofrecer los servicios que los electores quieren.

En la práctica, sin embargo, a muchos políticos les gusta discutir eternamente sobre aspectos que sólo le interesan a la clase política y a la pequeña y sofisticada parte de la sociedad a la que ellos pertenecen.

 

También hay que considerar el tiempo que se dedica a las cuestiones que sólo interesan a pequeños, aunque fervorosos y aguerridos, sectores de la comunidad.

Un buen político no debe hablar exclusivamente sobre los temas de la mayoría, dejando de lado los temas de las minorías.

 

Por lo tanto, si un político quiere ser exitoso no debe perder el tiempo tratando temas secundarios o cuestiones internas de la clase política.

Céntrese en las necesidades esenciales de las personas. Antes de hablarle a los electores es necesario saber de qué se quejan.

 

Mientras que los políticos se pasan sus días enteros en el mundo de la política, para el elector promedio ésta sólo representa una pequeña parte de su vida, normalmente una parte que ni es muy importante ni tampoco muy atractiva.

Los electores simplemente no tienen ni el tiempo ni la paciencia para acompañar a los políticos con sus largos y complejos discursos. La atención de los electores tiene un límite.

 

Elija entonces los puntos salientes de su manifiesto que reflejen los intereses del electorado y expréselo claramente.

Escoja al menos un aspecto que lo separe de los otros candidatos, su “producto único de venta”; éste será su diferencial, su “algo más” que lo destacará dentro de la campaña.

 

Basado en estos puntos identificados, construya pocos mensajes, cortos y sencillos, que tengan la suficiente carga emocional como para hacer eco, que lleguen a los corazones de los electores.

Formule estos mensajes de manera que puedan ser fácilmente digeridos y memorizados, para que ellos se acuerden de lo que usted dijo.

 

De la misma forma como las empresas exitosas tratan de sembrar un mensaje sencillo en la mente de las personas al repetir el mismo comercial durante un largo periodo de tiempo, el político debe concentrarse en ciertos mensajes y martillarlos frente al electorado siempre que se le presente una oportunidad.

 

Pero muchos políticos a veces se aburren tanto de repetir sus propios mensajes que le introducen variaciones y confunden a sus electores degradando su perfil.

Como político debe considerar que: decir lo mismo repetidamente puede cansarlo a usted y a su equipo de trabajo.

 

Un político alcanza su propósito cuando todo el público comienza a repetir su mensaje como en estado de trance.

Recuerde esto: en un debate no gana el político que presenta los argumentos más completos, sino el que sabe presentar su mensaje con voz clara y en una frase.

 

Consejo 7

 

No trate de agradar a todos. Transforme a sus opositores en sus mayores aliados, pues nadie le puede dar mayor credibilidad que su adversario.

Y usted sólo ganará si es capaz de convencer a los electores de que es mejor que sus oponentes.

 

Si usted desea tener un desempeño exitoso como político necesita comprender que la sociedad está conformada por personas y por grupos de personas con intereses diversos, muchas veces opuestos. Nunca hay unanimidad. Nunca hay, ni puede existir, una política que agrade a todos. Todos tenemos deseos e intereses diferentes.

 

La función de la política consiste entonces en determinar, o al menos influir sobre cuáles de nuestros deseos serán realizados y cuáles no. Hay personas que se verán beneficiadas por una política y otras que saldrán perdiendo.

Lo importante, sin embargo, es comprender que tener enemigos políticos no es una desventaja.

 

De hecho, sus opositores se pueden convertir, involuntariamente, en sus mejores aliados. Cuanto más determinadamente lo ataquen los políticos corruptos, burócratas, sindicalistas u otros, tanto más los electores aceptarán que usted está realmente luchando por sus intereses, en contra de los intereses particulares de esos políticos.

 

Consejo 8

 

Hable directamente. Para muchos electores los políticos parecen vivir en otra realidad.  Muchos políticos se equivocan cuando no se dan cuenta de que para relacionarse con el elector promedio es necesario adaptarse, lo que incluye adecuar el tipo de lenguaje que será utilizado.

 

¿Por qué los políticos tienen esta tendencia a hablar y escribir de esta forma incomprensible? Muchos de ellos viven en dos mundos diferentes al mismo tiempo. Una parte del tiempo la viven en el mundo de los electores y la otra en el mundo de los funcionarios públicos, cabilderos, periodistas, asesores, formadores de opinión, expertos y colegas de las comisiones parlamentarias.

 

Recuerde siempre que para comunicarse con las personas su lenguaje debe ser comprensible para aquellos que usted desea que le escuchen. La comunicación no es aquello que usted quiere decir, sino lo que los otros entienden.

 

¡Hable con términos sencillos! Los manifiestos no deben ganar premios de poesía. Los anuncios no son el lugar para los chistes intelectuales o las alusiones sofisticadas. Use frases cortas. Evite los términos técnicos complicados que las personas no saben pronunciar, use imágenes y ejemplos surgidos de la vida cotidiana de los electores, que no necesiten ser traducidos ni explicados.

 

A los electores les gustan los políticos que van directo al grano. A ellos les gustan los políticos que no se pierden en detalles confusos, que saben decir lo que ya han hecho o lo que van a hacer, sin detalles innecesarios ni información redundante.

Háblele a sus electores sobre resultados concretos. Olvídese de los procedimientos, métodos e instrumentos.

 

Los electores entienden lo que usted pretende lograr, principalmente si usted habla directamente de cosas importantes para ellos y en términos sencillos. Pero a ellos les es indiferente cómo va a conseguirlo.

 

Consejo 9

 

Existen ciertas reglas básicas sobre el comportamiento de los electores que deben ser recordadas. Rara vez premian hechos pasados. No siempre son agradecidos. Antes eligen al representante que les demuestra, con su presencia, que sabe gobernar o del que pueden esperar más en el futuro.

A diferencia de la religión, la política no se trata de ser premiado por las buenas acciones, sino de elegir a aquél que, independientemente de realizar o no, promete lo que los electores quieren y convence de que lo hará.

 

Los electores tienen poca memoria y poco interés en la política. No tienen mucho tiempo ni interés para leer los periódicos, menos todavía para seguir con atención la retórica periodística de los “expertos” en la materia.

Ya lo dijimos, para el elector promedio la política es apenas una pequeña parte, y generalmente poco importante, de sus vidas.

 

Al contrario de lo que opinan muchos idealistas, los votantes rara vez hacen una distinción entre políticos y partidos más o menos corruptos. Para muchos electores, la política sin corrupción sería deseable, pero es imposible.

Manténgase disponible y escuche a las personas determinantes para su éxito. Recompense lealtad con lealtad y luche por sus electores.

 

Muchos electores se quejan de que, una vez electos, sus representantes ya no se hacen presentes ni están disponibles para resolver las demandas de las personas.

A menudo tienen razón. Muchos “políticos de oportunidad” tienen cierta tendencia a descuidar a sus electores, y esto le facilita a usted la tarea de impresionarlos.

 

Haga lo que no es convencional: sea visible, esté disponible y escuche las demandas de su electorado, durante y después de la campaña.

Dado que los electores no tienen muchas expectativas de que sus representantes estén presentes en la comunidad, usted puede encontrar su diferencial en esta estrategia, convirtiéndose en un ejemplo positivo.

 

Consejo 10

 

Esté en el lugar en el que suceden las cosas. Forme parte de la vida cotidiana de sus electores. Mantenerse visible y ser responsable no sólo puede mejorar su reputación, sino también aumentar sus conocimientos sobre el distrito electoral.

Cuanto más contacto tenga usted con sus electores, mejor sabrá lo que realmente les interesa.

 

Recuerde también que usted debe mantener una lealtad inquebrantable con aquellos que lo eligieron. Es sorprendente la frecuencia con la que los políticos

Es verdad que los electores no siempre recompensan el trabajo del político, pero seguramente tampoco aprecian que usted los ignore luego de que ellos le dieron su voto.

 

Los electores comprenden que la política demanda compromisos y concesiones, pero odian a los políticos que parece que ni siquiera luchan por sus causas, que dan la impresión de sacrificar los intereses de sus electores a cambio de nada.

 

Conclusión

 

Actualmente las candidaturas políticas tienen que competir en un mundo de información, y de imágenes. Las imágenes de nuestros opositores muy bien pueden inundar las mentes de los votantes potenciales antes que la nuestra; de manera que en el momento en que se toma la decisión de voto, muy seguramente recordarán la firma de aquel candidato que estuvo más presente.

 

Por ello es importante que los candidatos de hoy día tengan cuidado de diseñar y proyectar una imagen adecuada, que promueva las bondades de plan de gobierno y que, sobre todo, tome en consideración las necesidades de los votantes.

¿En qué consiste entonces la imagen del candidato u organización política?

 

Una imagen es el conjunto de significados por los que llegamos a conocer a un candidato o determinada organización política, y a través de la cual las personas la describen, recuerdan y relacionan. Es el resultado de la interacción de creencias, ideas, sentimientos e impresiones que sobre los candidatos tiene una persona (o un conjunto de personas)

 

Ahora bien, para generar imagen no basta desarrollar un poster bonito, utilizar colores electrizantes e inundar los medios de comunicación de slogans y jingles. La mejor imagen es aquella que comulga íntegramente con los valores y las creencias que el candidato desea promover.

 

En política, la imagen es la representación, o proceso físico-psicológico, que el elector se hace de un partido o candidato. La imagen del candidato es la manera como es percibido, no necesariamente como es en realidad.

De nada sirve ser un gran activista político, un organizador de masas o un hábil operador, si la imagen pública que trasmite es mala, pobre o mediocre. Por ello, el perfil ideal de un candidato a puesto de elección popular tiene que ser estudiado, analizado y mejorado si quiere alcanzar el poder.

 

La imagen de un candidato es la percepción que tienen los ciudadanos de su carácter interno, una impresión construida a partir de su apariencia física, estilo de vida, porte, acciones, conducta, modales y discurso.

En un proceso electoral, el candidato es el centro de la atención, es el recurso más valioso, porque sólo él puede realizar algunas de las actividades, como dar entrevistas en los medios de comunicación, participar en debates públicos, en conferencias de prensa, y encabezar mítines, entre otras. De ahí que su imagen tenga que ser cuidada, cultivada, reforzada y/o construida.

 

Hete aquí, por consiguiente algunas ideas sueltas que son bases importantes y que siempre debemos tener en mente al momento de querer comunicar una idea:

– Una buena reputación se gana usando el sentido común para acercarse a la gente, para tratar de resolver sus problemas, para visualizar el futuro y satisfacer las expectativas sociales.

– Tanto importa la reputación que puede decirse, parafraseando al cardenal Richelieu, que hay quienes hacen más cosas con su solo nombre que otros con sus ejércitos.

– Una buena imagen no puede ser comprada. Se pueden gastar millones en los medios de comunicación o pagar gacetillas y periodistas para construir una buena imagen. Sin embargo, la personalidad, las acciones y omisiones juegan un peso más importante.

– La imagen de un político no es para siempre. Una imagen puede deteriorarse, no importa cuánto tiempo la cuide: en un momento de descuido puede desbaratarse. Muchos políticos han llegado al poder gracias a su buena imagen, pero una vez en la oficina, sus acciones e inmadurez han terminado por arruinarlos. Así, pues, para ser un buen político, hay que ser consecuente con el actuar y trascender el limbo de las campañas.