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Pasar por Perón y Feliciano sube la adrenalina

A quien le guste la aventura, el riesgo, el peligro, que pase todos los días por la intersección de Perón y Feliciano. El estado del asfalto es calamitoso y los vecinos ya no saben a quien reclamar pues la Municipalidad de Paraná solo cumple con el rito de la recaudación tributaria pero reparaciones en esa zona… minga.

Somos asiduos transeúntes de esa zona del centro-este paranaense y podemos asegurar que desde el año pasado el estado del pavimento viene sufriendo un constante deterioro, sin embargo no se ven cuadrilla de la Comuna tributando servicios de eficiencia al vecino.

Pasar por Perón y Feliciano es una contingencia de neta inseguridad en torno a si no dejas un eje, semieje, diferencial, pedazo de neumático o caño de escape. Los pozos parecen haber sido transferidos de alguna vieja calle de Kosovo y lo más grave es las maniobras a la cual deben apelar los vehículos de toda clase para zafar a una rotura.

Mientras, desde la Comuna se sigue impulsando obras sin dudas espectaculares y que serán de altísima utilidad a futuro, pero no puede descuidarse el presente o la desidia heredada. Por consecuencia, amén de la reprobación al legado, debe darse una intervención eficaz. De lo contrario, los paranaenses seguiremos esclavos de una clase política que parece solo recordar sus obligaciones cerca de procesos eleccionarios.

Compartimos la idea que no se puede poblar el Estado provincial o municipal de agentes, mucho menos de quienes son designados arbitrariamente días u horas antes de dejar cargos, pero tampoco coincidimos con que aparentemente NO ALCANCEN los operarios para satisfacer la demanda de la comunidad.

Suena a contradicción apuntar a colosales emprendimientos y no admitir que es imperioso poner en orden una ciudad devastada por años de no intervención adecuada de sus autoridades municipales.