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Milei pide que cuidemos el mango… ¿Cuál? ¿El “excremento”? ¿O el dólar que pocos argentinos tienen?

ESPECIAL, por Francisco Pancho Calderón.- Temíamos la motosierra, la dolarización, la voladura del Banco Central, la venta de órganos. Y ahora, por momentos, pareciera que lo más temible de Javier Milei es que será un Macri cualquiera, o un Menem o hasta un Videla…

Javier Gerardo Milei ya es el Excelentísimo Señor Presidente de la República Argentina. Desde su asunción no cesa de gritar que recibió una herencia tremenda, la peor de la historia, y lanzar una catarata de números horribles –siempre en miles de millones de dólares– y enredarlos en unas multiplicaciones muy dudosas y, así, terminar profetizando una inflación del 15.000% anual “la cual vamos a luchar contra uñas y dientes para erradicarla”, dijo, literal.

Y que, entonces, el ajuste es inevitable y no puede ser gradual sino modelo shock, todo de golpe como su disparatado DNU o la perturbadora Ley Ómnibus lo trasuntan…

El centro de su política, ahora, parece consistir en amenazar con un futuro tan oscuro que un futuro negro sería su gran triunfo. Anuncia meses de sufrimientos económicos brutales y que “naturalmente eso impactará de modo negativo”, dijo, “sobre el nivel de actividad, el empleo, los salarios reales, la cantidad de pobres e indigentes”.

O miente, como cuando repite como un loro que a principios del siglo XX “la Argentina fue la primera potencia mundial”, dato absolutamente falso. O cuando dijo que “en materia de seguridad, la Argentina se ha convertido en un baño de sangre”, hablando de un país con cinco homicidios cada 100.000 habitantes por año, por debajo de la media mundial, muy por debajo de los Estados Unidos, Chile o Uruguay.

Y, por supuesto, le echa la culpa de todo el desastre actual al estatismo, eludiendo otro hecho significativo: en la Argentina, en el último medio siglo, hubo tres gobiernos privatizadores: el de los militares (1976-83), el de Carlos Menem (1989-99) y el de Macri (2015-19). O sea que casi la mitad de este medio siglo el país estuvo gobernado por neoliberales –que, en realidad, tomaron medidas mucho más enérgicas e influyentes que los estatistas.

Luego de decir que “Jamás hay que ahorrar o invertir en pesos, jamás en pesos. El peso es la moneda que emite el político argentino, por ende, no puede valer ni excremento, esas basuras no pueden valer ni para abono”, el mandatario desde Franckurt advirtió “Hay que cuidar el mango…”.

Antes de asumir recalcó: “Hay una caída de la demanda de dinero. La gente está saliendo de los pesos. Hay altos niveles de inflación y caída de la actividad económica, y eso potencia que la gente huya del dinero”.

Y enfatizó: “Cuanto más alto esté el precio del dólar, más fácil es dolarizar, y dolarizar elimina uno de los riesgos más grandes que tiene la Argentina, que es el riesgo moneda”.

Como redobló: “El solo hecho de dolarizar hace eliminar el riesgo moneda y todas las expropiaciones vinculadas al riesgo moneda”. Y agrega: “Además un efecto colateral es que cuando hace un plan de estabilización creíble y de shock lo que genera es que es expansivo, aumenta la actividad, el empleo, cae la inflación, mejoran los salarios reales”.

Hoy… nos dice, camino a Davos en otro viaje que le cuesta muchísimo al país donde solo “dará cátedra” de su “espíritu libertario”, “hay que cuidar el mango”… ¿Cuál mango? ¿Los magros pesos argentinos que se ganan con inconmensurable esfuerzo y ya no alcanzan para la diaria, o los dólares que un grupo de privilegiado obtiene fuera del mercado común salarial argentino o mediante transacciones de monedas?

No aclaró eso Milei… De hecho, ya no sabemos cómo cuidar los morlacos habida cuenta que las paritarias salen a cuentagotas y los aumentos vienen muy postergados en relación a la escapada inflacionaria…

Por ende, el presidente seguro que le habla a la clase alta o media alta que intenta no irse al descenso y convertirse en la nueva media baja ya que el común denominador de los argentinos estamos rozando la baja y ni que hablar de los sectores más postergados cuya situación es cada vez más dramática.

¿Quién puede hoy “cuidar el mango” si es 16 y lo único que le queda a algunos argentinos sobrevivir con las tarjetas???

Pero insistimos… ¿Qué es el “mango” para Milei? ¿El “excremento”, los billetes que “no sirven ni para abono”? ¿O sus tan idolatrados dólares que millones de argentinos los hemos visto solo por fotos?

Claro… una cosa es la realidad y otra el discurso, y el discurso actual es que la única forma de solucionar los problemas argentinos es volver a hacer –con mayor furia– lo mismo que se hizo en 1976, 1989, 2015. Cuyos resultados, cada vez, fueron catástrofes.

Otra contradicción más… De su Gabinete, cinco fueron altos funcionarios de Macri y cuatro integraron la administración de Menem. Son pura “casta”, la tan odiada casta. Solo la canciller no ha tenido cargos públicos previos y todos ellos –y sus subordinados cercanos– exhiben másters de negocios en universidades privadas; la mayoría trabajó, en algún momento, para bancos y grandes fondos de inversión.

Mientras tanto, los personajes peculiares que armaron al principio el partido ganador –y que le daban ese aire entre delirante y renovador que tanto lo ayudó– se quedaron sin cargos. El único que desentona un poco, entre ex funcionarios y ex ejecutivos de negocios, es un tal Javier Milei. Todo consistirá en ver, en estos meses, quién logra usar a quién. Si la casta que tanto denunció lo manipula, si él consigue desasirse de ella, si pretende hacerlo.

No parece, porque ahora, además de su Gabinete, las medidas que hasta el momento ha tomado dejarían su campaña reducida a una farsa excelente. (Y sería un alivio, porque entonces no dolarizará ni volará el Banco Central ni liberará las armas ni se venderán órganos humanos). Pero, en tal caso, el resultado sería un magnífico engaño: que, para imponer la cuarta encarnación neoliberal –tras Videla, Menem y Macri– un señor embarcó a millones con el cuento de la motosierra cuando lo que va a hacer es consolidar el poder de los que siempre tuvieron el poder en la Argentina.

Si es así, nos queda la discusión inútil: ¿lo planeó desde el primer momento o las circunstancias se lo fueron imponiendo? O, incluso: si fue planeado, ¿lo planeó él mismo o solo fue una pieza en un engranaje mucho más complejo?

Mientras tanto, hay tres grandes sectores –grosso modo– que impulsan y celebrarían que al señor Milei le fuera bien.

El principal es el poder empresario y sus grandes canales: esos medios de prensa que semanas atrás se espantaban con sus espantos y que ahora lo ven más alto y más rubio y con posibilidades de salvar a la Patria en peligro. Han descubierto un “mileísmo pragmático” que, tras la limpieza de imagen y las concesiones del nuevo presidente, les permite tomarlo como uno de los suyos, el que podría beneficiarlos con sus medidas económicas, la permisividad de un mercado sin controles y #LaPauta que esta vez no será Oficial sino en sobres, depósitos solapados o transferencias ultra secretas…

Después está el núcleo duro de los jóvenes mileístas, los apasionados de la motosierra, que querían -seguramente con buenas razones- romper todo. Y están, por fin, muchos millones de argentinos que no tienen nada muy a favor ni muy en contra de Milei salvo la evidencia de que él es ahora el que manda y la esperanza de que si a su Gobierno le va bien a ellos les irá menos mal.

Pero los tres sectores podrían chocar contra rompientes muy molestas. Los empresarios, si la situación económica de “esfuerzos y sacrificios” que promete Milei se les vuelve en contra y la inflación reduce aún más el consumo y pierden las obras públicas y no les alcanza con echar empleados y la apertura de las exportaciones los hunde un poco más.

Los motosierros, si descubren que su ídolo, más que romper, va a consolidar las estructuras que los hacen vivir como viven. ¿Qué pasará si los muchachos mileístas –esos tan cacareados jóvenes menores de 30, sin trabajos formales– ven que el León que se iba a comer el mundo a dentelladas se ha transformado en un Macri con melena y decisión? ¿Cuánto tiempo van a esperar tranquilos que se desencadene esa furia justiciera que el furibundo les prometió a los gritos? ¿Cuánto durará la paciencia de los que votaron la impaciencia más rabiosa?

Y queda, por supuesto, la decepción más silenciosa, más profunda de los millones que esperan algo porque siempre es mejor esperar algo, si descubren que no pueden pagar el agua o la luz o el transporte sin subsidios o simplemente pierden el empleo o las ayudas que les permitían comer de vez en cuando.

Todas estas variables están abiertas y se van a jugar en los próximos meses. Muchos argentinos –ya lo anunció su nuevo presidente– van a sufrir mucho. Todo depende, una vez más, de cuánto quieran y puedan soportar, cuánto quieran y puedan esperar. Ya lo dijo el presidente Milei: la Argentina comenzó una nueva era, ¡y se parece tanto a las de antes!!!

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