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Ilarraz dice que es inocente

Envuelto en una dura acusación por corrupción de menores, el todavía cura Justo José Ilarraz declara, a través de su abogado, su inocencia de los cargos en su contra. Pero todavía no está dispuesto a mostrarse: lo hará sólo cuando la Justicia lo cite a tomarle declaración indagatoria.

 

El cura Justo José Ilarraz dice que todo lo que se dice de él resulta una “difamación”, que no es abusador, ni pedófilo, y que la Justicia fallará, finalmente, decretando su inocencia de los cargos en su contra.

Pero todavía no da la cara. Habla Ilarraz por intermedio de su abogado tucumano, Jorge Muñoz, quien ayer estuvo en Paraná y realizó algunas diligencias en Tribunales, y además contrató los servicios de un bufete local para que lo represente.

 

Todavía no quieren, Ilarraz y su abogado, revelar el nombre de ese estudio, y lo único que han hecho público es la mudanza del cura: ya no está más en Tucumán, sino que fijó domicilio en Buenos Aires. No se trata, sin embargo, de una concesión: la Justicia le exige fijar un lugar, no vivir de incógnita, de modo de poder hallarlo cuando sea citado a indagatoria.

 

Ilarraz protagoniza un escándalo que sucedió 20 años atrás, pero que ahora, ventilado por los medios, ha sacudido los cimientos de la Iglesia Católica local. Cuando fue subprefecto de disciplina en el Seminario Menor, entre 1984 y 1992, ocurrieron una serie de hechos de abuso sobre menores de entre 10 y 14 años que permanecían alojados en calidad de pupilos.

 

La difusión periodística del caso dio paso a la intervención de oficio de la Procuración General de la Provincia, que ya recibió la denuncia de dos de las víctimas, y con esos elementos, más las sucesivas notas publicadas, formalizó anteayer una presentación ante el juez de Instrucción Alejandro Grippo, con todos los antecedentes y testimonios.

 

El fiscal Rafael Cotorruelo ya pidió al magistrado una serie de medidas, como la citación a indagación del cura Ilarraz, y los testimonios de los sacerdotes Silvio Fariña y Alfonso Frank, quienes a comienzos de la década de 1990 tomaron testimonios a las primeras víctimas de los abusos. Pero además le pidió a Grippo que requiera a la Iglesia la remisión de toda documentación existente en torno a los hechos ocurridos en el Seminario Menor.

 

En Tribunales, aparentemente, se manejó la posibilidad de que el juez dé intervención también al Ministerio Público Pupilar, y así también algún Defensor de Menores intervenga en la investigación, aun cuando las víctimas superen hoy los 30 años.

 

Lo que sí ocurrió fue una presentación espontánea del defensor de Ilarraz, quien se ocupó de aclarar que la causa todavía no está caratulada y que el juez no ha librado ningún oficio ni ha citado a nadie. “La causa recién ingresó al Juzgado –le dijo Muñoz a los colegas de El Diario–. No está caratulada todavía. No hay una calificación penal. Por lo pronto, lo que hicimos fue una presentación espontánea, con el patrocinio de un estudio de la zona, entendiendo que de esa manera el sacerdote se pone a disposición de la Justicia”.

 

Ilarraz está acusado de hechos gravísimos, abusar de menores que tenía a su cuidado en el Seminario Menor, donde los adolescentes hacen sus primeros pasos camino al sacerdocio. Los elementos de juicio con lo que se cuentan hasta ahora, permiten deducir que la Iglesia nunca investigó, o si investigó, no sancionó.

 

En vez de eso, autorizó su traslado fuera de la diócesis de Paraná, y por eso Ilarraz siguió ejerciendo como cura, los últimos años en Monteros, Tucumán. Sólo la intervención del actual arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, permitió desarchivar la causa, y girarla a Roma, en procura de que se le aplique una sanción canónica, que sería reducirlo al estado de laico.

El defensor del cura no cree en todo eso. Y dice que espera, confiado, la resolución final de la Justicia.

 

Justo José Ilarraz ya no ejerce el sacerdocio. Está suspendido en su función hasta tanto concluya un proceso canónico en su contra, que se lleva adelante en Roma.