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Hasta siempre O.R.O.

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- Noticia aciaga acabo de recabar mediante las Redes Sociales. A los 71 años falleció el periodista Osvaldo Ricardo Orcasitas, quien fuera uno de los más notorios referentes del periodismo especializado en baloncesto, y aportara inmensa dedicación a los albores de la Liga Nacional.

 

O.R.O., cuyas siglas refrendaban sus artículos, dejó de existir este jueves en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires a raíz de complicaciones coronarias y renales.

Este correntino se erigió en uno de los responsables en impulsar junto a entrenadores como León Najnudel, José María Cavallero y Horacio Seguí, más el aporte dirigencial de hombres como el paranaense Orlando “Chungo” Butta.

 

Su prédica innovadora influyó ostensiblemente para cristalizar el ambicioso proyecto con reminiscencias españolas y un particular toque entrerriano habida cuenta que el cónclave de mayor incidencia se registró en la ciudad de Paraná, o más específicamente en la sede del Colegio de Escribanos.

 

La creativa pluma de Orcasitas y un espacio de privilegio nada menos que en la otrora jerarquizada Revista El Gráfico, influyeron de modo palmario para conferirle una repercusión eminente que conmovió la estructura del básquet argentino, en especial Confederativo, fundando las condiciones ideales en pos de conferir otro nivel cualitativo y cuantitativo a la competencia nacional de clubes pese a la oposición recalcitrante de las autoridades CABB.

 

La revolucionaria idea pergeñada en bares porteños, depurada en Paraná y votada en tierras misioneras, tuvo entonces a Orcasitas como eslabón fundamental y, lógicamente, fue el Gran Maestro de Ceremonias a la hora de presentarla y exhibirla, exponiendo con su mesura y excelsa intelectualidad, las características del nuevo fenómeno que conmovió la dinámica organizacional del baloncesto en la Argentina.

 

Y no se quedó allí. Se constituyó en un referente de toda deliberación o germinación de ideas para promover justamente innovaciones y propender al desarrollo de la LNB.

Fue así que los técnicos, los jugadores apelaron a O.R.O. como fuente de consulta permanente ante cualquier intento de transformación o depuración de la novel organización.

 

Con el tiempo, el transcurrir de los años, y la incorporación de nuevas tribunas periodísticas, la popularidad de O.R.O. disminuyó, no obstante su predicamento se mantuvo hasta estos días, exhibiendo una permanente actitud generosa, magnánima, obsequiando valiosísimos consejos, compartiendo diálogos riquísimos, pletóricos en anécdotas y en expresiones didácticas, pedagógicas acerca de un sinfín de temas inherentes a nuestra controvertida Liga.

 

Sin exagerar, Osvaldo Ricardo Orcasitas se constituyó o instituyó en una especie de enciclopedia basquetbolística a la cual todo aquel amante de este deporte recurrió más de una vez, hallando siempre data enriquecedora.

 

Su cultura e idiosincrasia transmitían un estilo peculiar, el cual evitaba lo controversial, la discusión, pero sí era un experto moderador de debates fecundos, dignificando su labor, ennobleciendo la profesión al contagiar su espíritu y sentir a nóveles colegas que aprovecharon su excelsa sabiduría, transfiriendo sin poses soberbias su firmeza de concepciones para juzgar con sólidos argumentos cada tema provechoso de desgranar con una rúbrica fabulosa.

 

Preferimos soslayar caer en la vulgar tendencia de cortar y pegar lo que están manifestando sobre O.R.O los colegas porteños. Optamos por decir lo que en este mismo momento nos desconsuela, nos conmueve no tanto por la desolación sino por el simple hecho incontrastable de haber conocido su sentido de la responsabilidad, de la eficiencia, del compromiso, de la ética, de la honradez, ostentando una moral profesional proba, íntegra, impoluta.

 

Es que falleció hoy una de las máximas instituciones del baloncesto nacional y muchos quizás no toman magnitud de quien nos acaba de dejar.

Ojalá O.R.O sea despedido con los honores que merece. Desde Paraná, lo aplaudimos y le decimos “gracias” por el legado que nos entregó en vida.

 

Nos embarga el pesar, la consternación, más allá de concebir que siempre nos acompañará y nos concederá fuerzas para no arriar las banderas repletas de decencia profesional que él supo blandir. Hasta siempre, querido O.R.O., envíales nuestros respetuosos saludos a otros grandes colegas, inolvidables por cierto, como Miguel Romano y Enrique “Quique” Nocent.