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Varisco inauguró un monumento al expresidente Raúl Alfonsín

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El intendente destacó las ideas que impulsó desde su gobierno en la restauración democrática de la cual hoy se cumplen 35 años. “Su figura ha dejado de pertenecer a la UCR, para serlo de todos los argentinos”. Respecto a su legado democrático, dijo: “Tenía claro que el desencuentro de las mayorías era la brecha por la cual entraban los golpes de Estado”. El acto se cumplió en Echagüe y Alem y asistieron representantes de otros partidos políticos.

 

Al cumplirse 35 años del regreso de la democracia a la República Argentina -fecha que conmemora la asunción como presidente de Raúl Alfonsín el 10 de diciembre de 1983- la Municipalidad de Paraná le rindió un nuevo homenaje al exmandatario con la inauguración de una estatua en la intersección de calles Echagüe y Alem, ubicada detrás del edificio Municipal de Cinco Esquinas.

El acto, fue encabezado por el intendente Sergio Varisco y previo a su discurso, también hicieron uso de la palabra, el secretario General y de Derechos Humanos de la comuna, Eduardo Solari, del diputado nacional Jorge Lacoste y el asesor cultural de la Provincia, Roberto Romani. Participaron funcionarios, legisladores, concejales y público en general.

 

Varisco reconoció la importancia de la fecha que inauguró “el período más largo de vida democrática, real y efectiva en el país. Y la figura de Raúl Alfonsín ya ha dejado de pertenecer a un sector político y le pertenece a todos los argentinos, como otros grandes hombres. Es un momento para reflexionar sobre él y sobre esta democracia que tanto nos ha dado en derechos, pero que también tiene sus deudas, como en lo social, pero vale la pena seguir valorándolo como en aquel entonces”.

El jefe comunal reflexionó sobre la persona de Raúl Alfonsín: “Lo conocí personalmente, tuve el honor que me ha dispensado recibir de él un trato muy familiar. Era fundamentalmente un hombre bueno, y la bondad no es un valor menor en la política. Pero también de mucho coraje, enjuició a las juntas militares y tomó fuertes medidas, pero creo que sentó las bases para que esta democracia no tuviera pies de barro y no cayéramos en esa inveterada maldición de los golpes de Estado, esfuerzo al cual incluye a todas las fuerzas políticas, no solamente el radicalismo, sino también el peronismo”.

 

Referiéndose al observar la estatua -de enormes dimensiones- da cuenta del significado que conlleva: “La imagen es para reflexionar, para ahondar. Ricardo Rojas decía ‘cada viejo que se muere es una biblioteca que se incendia’. Entonces, transmitir el legado de generación en generación de los hombres y mujeres que hicieron nuestra Patria me parece importante, porque a veces no hay que inventar tanto, a veces hay que fijarse qué hubiesen hecho en cada momento”.

En su discurso ante los presentes agradeció la presencia de “todos, pero especialmente de hombres que no pertenecen a las filas de la Unión Cívica Radical y habla muy bien de ellos estar acá”.

Reflexionó que “cuando éramos jóvenes, Alfonsín nos hablaba mucho y nos decía que en las décadas del 40 y 50, el problema del radicalismo es que venían a nuestras filas muchos a combatir lo bueno que tenía Perón y ahí hubo una confusión y en aquella época de los golpes militares, el radicalismo y el peronismo parecían dos gladiadores romanos en la arena del circo, cuando estábamos uno a punto de matar al otro. Si hubiésemos mirado para las graderías, allí estaba la oligarquía bajando el pulgar diciendo que lo que moría no era un partido político sino la democracia de los argentinos. Alfonsín tenía claro que el desencuentro de las mayorías era la brecha por la cual entraban aquellos golpes de Estado”.

Observó: “Hacer este homenaje a Alfonsín no lo hacemos porque necesite de ellos, sino porque somos nosotros los que venimos a brevar de su vida, su obra, sus ideas. Sobre esto último, quiero destacar la tozudez gallega que tenía para sostener esas ideas. Escribió 14 libros, sin contratar a ningún periodista, lo hizo de puño y letra, y están sus discursos, sus mensajes, con una férrea convicción. En su primer libro grafica que nuestro país en 1880 era un país desértico en el confín del mundo y 50 años después con el gobierno de Yrigoyen éramos el quinto país en el Producto Bruto per cápita, por nuestra cultura, nuestra educación y sistemas sociales. Hay un quiebre con el golpe del 30 y señala que en los otros 50 años después, estamos quinto pero dando vuelta la tabla, cayendo con tierra arrasada, desocupación, pobreza, marginación y entonces tenía claro que lo fundamental era terminar con ese crimen atroz y aberrante de los golpes de Estado”.

 

Sostuvo que Alfonsín tuvo una visión de futuro: “Pensaba en tres grandes acuerdos para los argentinos: el acuerdo político, respecto al respeto irrestricto a la Constitución Nacional; creía en un acuerdo social para que la salud, la justicia y la educación fueran verdaderas políticas de Estado y que ningún argentino cayera en la indigencia y un acuerdo económico para que confluyéramos todos los sectores para alcanzar un verdadero plan nacional de desarrollo, que era difícil de alcanzar, pero que hay que dar el debate”.

 

Varisco recalcó que a esas ideas “Alfonsín las sostuvo con su pellejo, como en la dictadura de Onganía cuando muchas veces fue preso por hacer su revista ‘Inédito’, por abrir comités o hacer actos públicos. En el último proceso militar, tuvo que dormir en distintas casas, como ‘el mítico’, la guarida que los amigos le habían reservado en el restaurant Lalin, que existe en la ciudad de Buenos Aires para que se escondiera y se cansó de firmar hábeas corpus y defender presos políticos sin preguntar cuál era la filiación partidaria y hasta tuvo la tristeza de tenis que ir a buscar el cadáver de un amigo asesinado en la dictadura como el de Mario Abel Amaya, el 29 de octubre de 1976, tan brutalmente torturado que ni su madre lo pudo reconocer. Ese Raúl Alfonsín de coraje -que supo ser intransigente hasta en la peor dictadura- fue el que le dio la autoridad para que en el 83 llevara adelante el liderazgo de una democracia que tenía muchas amenazas, pero que él sabía que tenía que sentarse sobre bases sólidas. Por eso el 13 de diciembre firmó tres decretos elevando a juicio a las juntas militares, al terrorismo de Estado de la triple A y a los montoneros. Nunca en una democracia fue juzgada una dictadura, ni Nuremberg puede ser comparada, porque fue el juicio de un ejército vencedor a un ejército derrotado”.

 

En ese sentido, Varisco enumeró que países como Brasil, Uruguay, Paraguay, Chile y Bolivia “reconocen lo hecho por Alfonsín para que ellos también transitaran el camino de la dictadura a la democracia, pero ninguno de ellos pudo hacer un juicio a las dictaduras que lo precedieron. En el caso de Chile acordaron nombrar senador vitalicio a dictador Pinochet y esto no va en menoscabo de los chilenos. Hasta durante su gobierno, Fidel Castro le decía ‘Raúl, no jodas con los militares que sos un gobierno débil` pero el sabía que debía ir a fondo y la prolongación de la democracia y las instituciones tenía que ver con eliminar esa auto amnistía, hacer la Comisión Nacional de Desaparición de Personas (Conadep) y juzgar a los dictadores bajo el Estado de Derecho y con las garantías del debido proceso”.

 

Varisco sobre su obra de gobierno, detalló que “sentó las bases de la democracia futura, sus planes sociales como el Programa Alimentario Nacional, el Programa de Democratización de la Cultura y el Programa de Alfabetización, premiado por la Unesco. En el escenario internacional, plantarse ante los poderosos, en un mundo dominado por la derecha de Reagan y Thatcher. En su discurso en los jardines de la Casa Blanca, el hombre más poderoso del mundo amenazó con la intervención de Nicaragua y El Salvador y fue la voz de Raúl Alfonsín, quien se guardó el discurso en el bolsillo y le dijo que la solución de esos países no pasaba por el garrote estadounidense, sino por las condiciones de desarrollo, salud, educación y lo dijo sin pensar en costo alguno”.

 

También abordó que “Alfonsín sufrió un golpe económico y esto también lo queremos decir, porque aquellos sectores de la reacción que en algún momento fue la oligarquía vacuna, fue luego en el Proceso, la oligarquía financiera, que no soportaban que este hombre terminaba su mandato. Que pudo hacerlo si solamente daba a torcer el brazo, si regalaba el patrimonio nacional y no vendió YPF, ni Aerolíneas Argentinas, mantuvo el patrimonio del Estado que se había logrado desde Roca hasta 1983 para todos los argentinos”.

A su vez destacó “su hombría de bien y del valor que le daba a la militancia, como nos dijo alguna vez, que ‘el militante es aquel que lo devora la pasión por la verdad y transformar la sociedad’. Nunca fue producto del marketing y las encuestas y se jugó por posiciones que muchas veces a nosotros nos costaba entender”.

En ese sentido apuntó: “Hoy nos parece normal que haya sindicatos libres, que no se penalice la actividad política, que haya universidades donde funciona la autonomía y la reforma, que haya República o nos indignamos cuando no vemos independencia en un poder y esto parece normal por su obra. Seríamos injustos también no mencionar que el inauguró el periodo de encuentro de las mayorías y resaltar el rol del peronismo en aquel momento. Semana Santa no fue otra cosa que la justicia citando a un militar que se refugió ante un gobierno que no tenía ni la policía, ni ejército que lo obedeciera, no tenía nada y se resistió con la gente en las plazas pero también porque en aquel balcón de la Casa Rosada estaba Antonio Cafiero y el peronismo porque juntos los argentinos entendimos el mensaje”.

 

Antes, Roberto Romani, asesor cultural, acudió en representación del gobierno provincial y sostuvo: “Esta fecha se merece honrar a todos los hombres y mujeres que lucharon por esta democracia, que a 35 años nos parece incipiente, pero es un camino recorrido, son instituciones que se han fortalecido. Este reconocimiento a Raúl Alfonsín, es recordar a un hombre que tuvo la alta responsabilidad de poner en marcha otra vez las instituciones a partir de diciembre de 1983. Tuve la suerte de realizarse un reportaje siete meses antes de que asumiera la Presidencia de la Nación, cuando dirigía artísticamente Radio Gualeguay y él doctor Alberto Mario Lagrenade -que era el director del diario El Debate Pregón- me invitó a para que pudiéramos hacerle juntos un reportaje a Raúl Alfonsín. Y me quedó la imagen de un hombre con convicciones, con personalidad, que tuvo meses después la responsabilidad de llevar adelante el primer proceso en democracia. Hoy venimos en nombre del gobierno de Entre Ríos a adherirnos a este acto porque siempre que se reconoce a los hombres de la democracia nos estamos reconociendo a nosotros mismos y nos estamos invitando a quienes transitan los caminos de esta generación a seguir trabajando por las instituciones y por la democracia, que necesita de todos”.

 

Cercana a las Cinco Esquinas, quedó emplazada la gran estatua de Alfonsín, hecha en resina poliéster y con una pátina encima que simula el metal, de tamaño real.

 

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