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Un Pueblo cada día más rebelde pero con rasgos contradictorios

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- “La sátira es el arma más eficaz contra el poder: el poder no soporta el humor, ni siquiera los gobernantes que se llaman democráticos, porque la risa libera al hombre de sus miedos”, decía Darío Fo, un escritor italiano a comienzos del Siglo XX. Hoy, es todo al revés… La clase política entendió que los medios de comunicación pueden crear una atmósfera apta para que el Pueblo no piense, no razone, no medite.

Basta repasar la grilla de programación de los principales canales y radios con mayor audiencia, o repasar titulares y fotografías de los medios gráficos de más predicamento para comprender la nueva Teoría Política:

Opinólogos baratos, sin la más mínima dosis de congruencia

Chismólogos ridículos de la farándula que promueven sin tapujos lo inmoral

Imágenes constantes en las que se deprava, corrompe a la mujer

Conductores que van cambiando de retórica de acuerdo a un guión contrapuesto

Cruentos especialistas/críticos en accidentología y criminalística que desprestigian a la Justicia

Analistas políticos que se contradicen de modo constante

Analistas en Economía que no logran con palabras simples desentrañar una verdad simple

Meteorólogos que pronostican rara vez con éxito

Novelas con valores morales totalmente corrompidos y que apuntan a destruir la Familia

Informativistas y analistas deportivos incoherentes

Óptica cultural dogmatizada, quebrantando ideas históricas y promoviendo falsos mitos

Sello educativo con rasgos de lavado de cerebros para reclutar a mentes ignorantes

Etc, etc, etc…

En medio de tanta vulgaridad, de esa mediocridad, de semejante ordinariez, un Pueblo que se divide, se separa, cada vez de modo más profundo en Clase Alta, Clase Media Alta, Clase Media Baja, Clase Baja e Indigentes. Entre ellos, y/o involucrados en cada segmento, un crecimiento execrable de lo ilícito, de la ilegítimo. Ilegalidades de todo calibre.

Y la Sociedad, confundida, viene utilizando las Redes Sociales para exhibir sus sentimientos, pero de modo poco edificante.

No se interpreta el postulado inherente a que el mayor castigo para quienes no se interesan por la política es que serán gobernados por personas que sí se interesan.

Recordemos que la política es quizá la única profesión para la que no se considera necesaria ninguna preparación. Ejemplifiquemos… Los científicos se esfuerzan por hacer posible lo imposible. La mayoría de los políticos, por hacer lo posible imposible.

Basta revisar perfiles, currículum, trayectorias para verificar palmariamente la teoría relativa a que la política es la conducción de los asuntos públicos para el provecho de los particulares.

Y, por qué no, presuponer que la política es un acto de equilibrio entre la gente que quiere entrar y aquellos que no quieren salir.

Cuando era jovencito mi Viejo, un hombre que MUCHO hizo por el Peronismo, inclusive ser uno de los fundadores de la Escuela Peronista en la Floresta, y cuando murió ni una palma recibió del Partido, solía decirme: “si algún día te animás a ser político, luchá de manera inquebrantable por desterrar la idea que la política es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos”.

También, hace pocos años, enfatizó en algo que no voy a olvidar: “para algunos políticos la política es el arte de obtener el dinero de los ricos y el voto de los pobres con el pretexto de proteger a los unos de los otros. Cuanto más siniestros son los deseos de un político, más pomposa, en general, se vuelve la nobleza de su lenguaje”.

Mi querido Viejo me dejó un interesante legado cultural con reflexiones perennes. Me hizo entender, a su modo, particular por cierto, que el Pueblo puede y debe saber reaccionar en el momento apropiado y de la forma adecuada.

Por eso, hoy, al levantarme y conectarme en las Redes Sociales, al contemplar un Muro en el cual aumenta minuto a minuto un clamor popular pero presentado mediante frases mordaces, para nada constructivas y/o esclarecedoras, deseaba elevar un llamado a la reflexión y a la autocrítica de los argentinos, en especial de los entrerrianos.

Es innegable, digamos que ya a ésta altura resulta axiomático, que mucha gente cuenta con TIEMPO para subir valoraciones, cada una de ellas con fuerte tono sarcástico, cáustico.

A esa gente con TIEMPO le diría que estar en ocio muy prolongado, es sinónimo de pereza y que como dijera Benjamín Franklin “la pereza viaja tan despacio que la pobreza no tarda en alcanzarla”.

La indignación moral crece de manera desmesurada, pero no por indignarse uno se investirá de dignidad. Es una imbecilidad pensar eso.

Lo que sí debe interpretarse es que nunca será tarde para buscar un mundo mejor, más justo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza. Es preciso saber lo que se quiere; cuando se quiere, hay que tener el valor de expresarlo, y cuando se expresa, es requisito insoslayable tener el coraje de ejecutarlo.

Bien lo manifestó Juan Pablo II “Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz”.

Ha llegado el momento que nuestros políticos, esos que NOSOTROS pusimos en funciones, aprehendan que el proyecto es el borrador del futuro, y a veces, el futuro necesita cientos de borradores pero escritos con letra clara.

Llegó la hora, señores políticos, de percibir que si se proponen algún día mandar con dignidad, deben servir con diligencia.

Un líder y pensador indio como Mahatma Gandhi supo regalarnos un proverbio célebre, nunca más adaptado a éstos tiempos: “En cuanto alguien comprende que obedecer leyes injustas es contrario a su dignidad de hombre, ninguna tiranía puede dominarle”.

De mi parte ya sé qué votar en los próximos comicios. Votaré a aquel que prometa menos. Será el que menos me decepcione.

Alguien canta por ahí “No hay fracaso más rotundo que haberse venido al mundo pa’ morirse y nada más…” . No es mi estilo… Prefiero morir de pie. Peleando, por defender mis ideales y principios. De rodillas, jamás.