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UADER: y dale con la oposición…

Luego de evidenciarse un consistente gesto democrático por parte del Gobierno de Entre Ríos, autoridades normalizadoras y representantes formales de la comunidad académica de la UADER con la rúbrica de un Acta Acuerdo cuyos puntos reflejan de manera contundente la buena voluntad en poner solución a una coyuntura que venía provocando no solo dudas e incertidumbre, sino hasta pérdida de credibilidad institucional por medidas de fuerza de actores de la misma, voces de discordancia y rumores varios, desde un sector estudiantil –acicateado por un grupo de docentes- se resiste irreverentemente al edificante criterio de mancomunar esfuerzos e ideas en pos de construir consensos.  

 

Autoridades provinciales, rector, vicerrector, decanos, cuerpo docente, trabajadores administrativos, dirigentes sindicales y estudiantes unificaron opiniones, posiciones, criterios exhibiendo actitudes democráticas productivas.

 

Merced a esas posturas fecundas se arribó a la redacción de un convenio por el cual se garantiza el proceso de normalización y en especial que no se sigan dilatando tramitaciones pertinentes para la cristalización de las elecciones tan esperadas por la comunidad universitaria toda.

 

Fue una extensa y controvertida lucha en la cual se esgrimieron distintas visiones, se antepusieron diversos enfoques, pero arribándose a un compromiso formal que no tuvo la anuencia de la autodenominada Asamblea Interclaustros, cuyos miembros paradójicamente no se dieron cita denunciando no haber sido convocados, arrogándose una representatividad fundamentada de la Comunidad Universitaria y esgrimiendo una proclamada oposición al Gobierno de la Provincia como a las autoridades normalizadoras.

 

Éstos alumnos (¿?) y docentes “insurrectos”, se resistieron con una lamentable cuota de mezquindad al objetivo de resguardar  la institucionalidad promoviendo un perfil conflictivo execrable, por las consecuencias que sus actos han generado en cuanto al normal desarrollo de las actividades académicas, administrativas y de gobierno de la Universidad.

 

Estas acciones como las referidas afectaron seriamente el ejercicio de derechos y el cumplimiento de las obligaciones del personal universitario y de los propios estudiantes cuyas preocupaciones y propuestas se pretende representar.

 

No obstante el pronunciamiento subraya la plena vigencia de los ámbitos y mecanismos institucionales que hacen posible considerar y debatir las proyectos y reclamos de los distintos sectores de la comunidad universitaria, planteados en un marco de estricto respeto por los canales democráticos que deben caracterizar el funcionamiento normal o construcción cotidiana de una mejor Casa de Altos Estudios, dando lugar a una mayor cooperación y transparencia entre estudiantes, académicos, funcionarios y autoridades.

 

Es harto elocuente la senda elegida por éste arco de comportamientos “rebeldes” cuyos reales intereses quizás se limiten precisamente a exhibir una intransigencia provocativa, una conducta beligerante, una retórica combativa sin poder esgrimir suficientes razones coherentes o fundamentar enfoques mediante la desacreditación, acusando, difamando a quienes no se avienen a sus procederes.

 

Lo bueno es que, HISTÓRICAMENTE, los soberbios, los déspotas, los autoritarios, suelen con su propia verba incurrir en contradicciones. Hoy, algunos profetizan diciendo haber sido más de tres mil estudiantes los que recorrieron las calles de Paraná hasta la Casa de Gobierno donde dieron rienda suelta a sus cánticos y gritos pletóricos en improperios y en demandas arbitrarias.

 

Ponemos en duda hayan sido siquiera TRES MIL con el mero hecho de repasar una y otra vez los valiosos testimonios gráficos del UNO. Pero de última, si esa fue la cantidad, los 17 mil restantes, ¿no están de acuerdo con esa tesitura? Signo inconfundible de la perturbación de algunas mentes que se están habituando a la modalidad detractora y desoyendo lo virtuoso, lo justo.

 

Es obvio recalcar que la matrícula precitada no corresponde solo a Paraná sino a todas las facultades diseminadas a lo largo y ancho del territorio entrerriano. Aunque se desprende de modo palmario que el porcentual es muy bajo como para esgrimir tanto rechazo a éste proceso y sentirse “respaldados” en desveladas conjeturas propias de testarudos, de porfiados inconscientes.

 

Por otra parte, ya no se puede disimular que los demandantes -estudiantes y docentes- corresponden mayoritariamente, de modo irrefutable a una de las Facultades cuya máxima autoridad refrendó el Acta Acuerdo y puso de relieve la gestión mediadora del gobernador Urribarri sin lograr contener oportunamente los arrebatos aparatosos de sus académicos y de  un grupo de alumnos que motivó a algunos e incitó a otros en una especie de manipulación maquiavélica. ¿No es ésta una coyuntura contradictoria o lisa y llanamente disparatada?

 

Advertimos, cuando publicamos detalles del Acta Acuerdo a firmar, que de rubricarse la misma sería un gran triunfo de Urribarri y de quienes llevaron adelante una lucha reivindicatoria inteligente, sagaz, como los mismos estudiantes que terminaron aprobándola, al ganar CERTEZAS en lo inherente a que ya no se dilatará mas la definitiva Normalización fijándose plazos concretos que el mismo gobierno deberá velar para su guarda y responsabilizarse de incurrir en un incumplimiento.

 

En tanto que, una vez más, como hace casi un lustro atrás, quedó al desnudo ante la opinión pública la intención de algunos que absurdamente arrastraron a otros al fracaso, a la exposición infecunda, estéril, propendiendo a obstaculizar las intenciones sanas, positivas, criteriosas de quienes anhelaban cerrar un período de reclamos para lograr la efectiva y legal normalización de la Universidad.

 

Innegablemente por más tozudez, por más terquedad, por más gestos sanguíneos y dialéctica revolucionaria de la que se haga alarde, la autodenominada Asamblea Interclaustros acaba de formalizar su certificado de defunción, mínimamente en lo concomitante a CREDIBILIDAD, ante los lectores, oyentes y televidentes que tienen poder de discernimiento y que avalan de manera fundamental los gestos democráticos y rechazan abiertamente hábitos o gestos totalitarios, absolutistas y peor aun, tan fanáticos como ofensivos, lo que se apreció en algunas esquinas capitalinas donde no faltaron mayores que les aconsejaron “vayan a estudiar…” como frases más elegantes.

 

En especial, pues creemos en la juventud, creemos en su poder de recapacitación y rectificación de malos pasos, quedaron al desnudo, de modo inequívoco, docentes quienes deberían dar ejemplo de civismo, de ética, de respeto por la Justicia como por el pensamiento de los demás actores de la comunidad universitaria y no blandir -con alborotadas o provocadoras muecas y voces altaneras- ridículas banderas sediciosas.