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Torneo del Interior: Atlético Paraná eliminó a la barbarie

Atlético Paraná selló su clasificación a semifinales al vencer por 2-0 a Atlético Uruguay, en la revancha de los Cuartos desarrollada en el estadio “Pedro Mutio” de Barrio San Martín ante buen marco de público. La visita vino desde el vamos a ensuciar el partido. Deplorable conducta de algunos “futbolistas” uruguayenses (parecían más luchadores del tétrico “Todo Vale”) y lo del árbitro chaqueño Pegoraro fue para dejarlo en un calabozo y que no cobra más en su vida para no seguir haciendo daño.

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Fue un partido de alto voltaje emotivo, con el cuchillo entre los dientes, de esos calificados como “No apto para cardíacos”. Ganó quien jugó al fútbol, no exento de bravura. Perdió el que quiso hacer prevalecer la artimaña, la especulación y más adelante la impotencia, la bronca desmedida.

Clasificó el que durante todo el certamen se dedicó a exponer valores técnicos y psicofísicos por sobre el fervor, el ardor, de la categoría.

Quedó eliminado el que llegó a Paraná “jugando” con el triunfo (3-2) en La Histórica, menoscabando que restaban 90 minutos y que el rival demostró a lo largo y ancho del campeonato una localía de notoria firmeza. Deja el torneo con una despedida de gris para más oscuro, con reacciones, actitudes deplorables de algunos de sus integrantes, que ni siquiera en esta divisional pueden jugar debiendo volver al “Campito”. Ni que hablar de sus hinchas que, enardecidos, no tuvieron disimulo en provocar a los de la capital que lamentablemente también reaccionaron generándose un espectáculo por momentos de honda preocupación y angustia ya que había muchos chicos y mujeres en las tribunas.

Culpables exclusivos, algunos “jugadores” (les queda grande esa calificación) de Atlético Uruguay y el patético juez, digamos responsable mayor de lo ocurrido (¿alguien denunciará alguna vez a estos bochornosos árbitros?).

El auténtico “Decano” del fútbol entrerriano ganó 2 a 0 con goles de Antonio Todoro –posteriormente golpeado impunemente por un exorbitado López-, en tanto que Leonardo Acosta selló en su casa la clasificación a una de las semifinales del campeonato, quedando a un paso de la final en la cual habrá dos posibilidades de ascenso.

Los “Rojiblancos” salieron resueltos a ganar. Pero en el mismo arranque los de Veronesse comprendieron que no sería tan fácil con un árbitro que se hacía el ciego. Primer ataque local, Joaquín Cabral tiró la pelota larga, y el arquero ya vencido lo derribó. El juez?… Bien gracias… Listo para una operación de cataratas.

Durante media hora, la consigna del dueño de casa era atacar pero lo hacía con extrema ansiedad.

Los forasteros especulaban. Se pararon atrás expeditiva y vehementemente, para luego salir de contra. Lo previsible.

Paraná dominaba la posesión, pero no creaba peligro rotundo. Los de Uruguay en 30 minutos llegaron solo una vez con cierta claridad al área anfitriona, y demostraban algo de jerarquía a través de Magot y Umpiérrez.

Iban  32 cuando el “Albirrojo” tuvo el premio buscado: Ávila se proyectó por derecha y sacó un centro al corazón de la zona defensiva “Albiazul”. Cayó Cabral, el juez de nuevo con lentes oscuros y bastón blanco omitió el empujón y toma de catch de un jugador uruguayense, pero atento Lencioni halló el esférico junto a la medialuna y despidió un remate que tocó Todoro para que el balón se vaya a dormir al fondo de la red. Uno a cero para los capitalinos. Justicia.

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Los minutos finales de ese primer tiempo mostraron a un Paraná con voraz apetito de gloria pero la suerte no estuvo de su lado y se fueron a los vestuarios con la mínima diferencia que no alcanzaba.

Ya en el período complementario, Atlético Uruguay decidió ser más conservador aún y poco a poco se aferró a una conducta tan tacaña como violenta por el lado de algunas individualidades.

Todoro era lo más claro del dueño de casa y hasta le cometieron otro penal que Juan Marcelo Pegoraro, uno de los más bochornosos árbitros que se han visto por éstos pagos, volvió a omitir ya a esta altura generando dudas acerca de si es tan pésimo como tal vez tenía alguna intención particular de perjudicar al “Decano” paranaense.

Promediaba el capítulo cuando Leonardo Acosta hizo “la jugada” del partido. Arrancó desde el sector derecho en diagonal y fue sorteando piernas, hasta que a punto de pisar  el área sacó un remate que envió la pelota a la izquierda del guardavalla uruguayense. Golazo. Dos a cero.

En la jugada siguiente, Umpiérrez le metió un codazo a Galli, le pegó a Sosa y se fue expulsado. A partir de allí recrudecieron los incidentes donde felizmente los locales no se metieron pese a todo lo que sufrieron ante éstas verdaderas bestias.

Para peor, el detestable árbitro, (repetimos la pregunta…¿alguien hará algo o por la victoria y el pase todo se olvida???) adicionó más de la cuenta y fue una vergüenza ver tanta agresividad en un equipo de un club con tanta historia rica en el fútbol argentino.

Así, a las trompadas, con piernas de karate algunos y con dignidad, los menos, esos que precisamente trataron de jugar al fútbol, la visita en los minutos finales buscó el descuento e ir a penales pero no lo consiguió y ese belicoso personaje ahora tristemente célebre que es Omar López por fin recibió la roja luego de haber hecho lo que quiso gracias a su “amigo” Pegoraro, un juez que ojalá no salga más de Chaco en pos de evitar nuevos perjuicios para el fútbol argentino.

Gran victoria de Atlético Paraná, bancándose lo imbancable, diplomándose de valientes. Los de Veronesse tuvieron cojones y jerarquía futbolística.

Del perdedor, una pena que los menos intentaran jugar a la pelota. Los más, se fueron de la capital jactándose de ser malitos, pendencieros, bravucones. Flor de sabandijas estos muchachos que tienen que volver a jugar solo en el certamen de La Histórica y difícilmente tengan otra chance de proyectarse si siguen en esa línea propia de matones destructores del fútbol. Indudablemente, de “Decanos” no tienen nada y la dirigencia “Albiazul” debería estar indignada con el comportamiento aquí evidenciado.