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Soñando por Cantar: un casting que reafirmó nuestra cultura

Lapidaria. Palmaria. Tan visible como palpable fue la aceptación de los protagonistas a las “reglas” pre-establecidas para intervenir en el casting del Soñando por Cantar, desarrollado éste fin de semana en el estudio de Canal 9 Litoral. No hubo quejas hacia la organización o mucho menos rencor por no pasar siquiera la primera vuelta en la detección de talentos. Consenso absoluto a que siempre hay revancha. Imperdible galería de fotos exclusivas.

 

Todo aquel con quien dialogó Cuestión Entrerriana lució o autocrítica, o sabia interpretación a que “así son los tiempos de la tele” o a que “la virtud está aunque a veces no fluye como uno sueña”, quedando en nuestro corazón la frase de coincidente de dos extremos generacionales: un hombre de 69 y una chiquilla de 13 años. No se conocían, pero ambos concordaron una expresión memorable: “si nos ponemos nerviosos acá, no podemos estar ante miles de personas”. Así de simple, todos los postulantes exhibieron una sabiduría ejemplar. Una madurez que trascendió edades.

 

Eran poco más de 45 segundos para seducir, para cautivar con voz y ese ángel imprescindible que atrae, que emboba al televidente. Enfrente estaba un coach y una producción que sin lugar a dudas la tenían clarísima. Genios en lo suyo, que buscaban ese toque sutil de “diferencia” el cual solo ostentan los talentosos, pero más allá de tener que escuchar a miles de voces plenas de ansiedad, en todo momento exhibieron esa humanidad imprescindible para que quienes aspiran a iniciar el largo y sinuoso camino rumo a la fama mitiguen tanta presión contenida.

 

Y todos entendieron cultamente que poseían 45 segundos y pico para mostrar lo que saben hacer, sabiendo que ese Maestro y los productores buscaban algo muy puntual. Un producto especial, distintivo.

Y todos comprendieron como era el desafío. Primero pasar una zaranda grupal y si accedías al bonus track de una segunda ronda llegaba el momento de dar todo o nada con la canción elegida, munida de pista o acompañamiento musical, siendo esa instancia nada menos que grabada a través de la cámara de Ideas del Sur.

 

Allí los “Soñadores” disciernen que no hay opciones: deben entrar en personaje de golpe, como si estuviesen encarando el pico de un show ante un público fervoroso. Claro que, si el “muchas gracias” llega muy pronto, suena como una guillotina que corta las ilusiones de cuajo.

 

Mientras, afuera, la espera se hace eterna, aunque invita a confraternizar y allí hasta nacen relaciones o como pudimos atestiguar, dúos entre el “Flaco” que toca bárbaro la viola, y la adolescente que se sentía más cómoda con el acompañamiento del instrumento y no con una fría pista.

 

Y si bien diez segundos (en la primera etapa) o el minuto (o menos, del ballotage) no bastan para apreciar todo lo que un cantante puede ofrecer: voz, interpretación, carisma, modulación, técnica, respiración, etc, cada uno de los aspirantes lució una sensatez, una coherencia que en cierto modo pone de manifiesto el nivel cultural de la sociedad entrerriana y santafesina.

 

Obviamente, desilusiones hubo, rostros apesadumbrados, lagrimas de tristeza o de distensión, sobraron… Pero nadie se fue enojado, no hubo rencores. Y escuchamos de la mayoría un “hay que seguir estudiando” o una interesante autocrítica “habrá que ponernos a cantar en público más seguido para superar la ansiedad”.

 

Y esa mesura de los pretendientes también fue premio al nivel de profesionalismo presentado por coach y productores, sumado a una labor impecable de la gente de Canal 9. Aunque, la prueba irrefutable del excelso criterio de los “Soñadores” se puede abrazar, contener en un legado de uno de los participantes más veteranos del casting que nos dijo con los ojos desbordantes de orgullo: “el camino rumbo a la fama no es sencillo, pero tampoco lo es para una maestra, un médico, un mecánico o un soldado. No es fácil para nadie. Lo que es bueno, es tener la llama interior para perseguir el sueño, ilusión u objetivo. Siempre sueña y apunta más alto de lo que sabes que puedes lograr. Y nunca olvides que un hombre que no se alimenta de sus sueños envejece pronto”. Así nos dejó, con un pícaro guiño y con el pecho inflado por haber afrontado otro desafío con una dignidad admirable.

 

Su imagen nos hizo recordar un proverbio de un genio dramaturgo y poeta español: “¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son…” (como dijo Calderón).