Maran Suites & Towers

Prohibamos las campañas sucias: política contaminada de intereses espurios y deslealtad

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- A veces me surge una duda… ¿Estamos en democracia? Remarcados antagonismos transformaron el espacio público en escenario de confrontación. La política argentina se ha contaminado a límites insospechados, convirtiéndose casi en un campo de batalla donde todo vale, aunque nada parezca valer demasiado. Dialécticas instaladas desde las propias autoridades de Oficialismo y Oposición incentivan conflictos, fomentan enemistades. Es imperioso como urgente reconstruir los puentes rotos por la intolerancia.

 

Las PASO representan una especie de globo de ensayo para probar y medir candidatos y estrategias de campaña, y luego ajustar la sintonía para la campaña de octubre.

Ahora… lo que ha ocurrido en los últimos tiempos en el seno de los Partidos, de los Movimientos o de las Alianzas, es tan inconcebible como preocupante.

 

Mi Viejo, como ya les he contado, fue un Peronista de raza que por su honestidad, por su honradez, murió inmerso en una quiebra de la cual ningún Compañero hizo algo siquiera para librarlo.

Desde niño me inculcó que la política era una actividad que se hace con el alma y por vocación. Que quien tenía esa inspiración debía ser parte de un proyecto colectivo, de un grupo de personas interesadas en las mismas ideas, los mismos sueños y sobretodo los mismos valores éticos y morales.

 

Papá exaltaba la premisa de honrar la vida y la lucha con lealtad, con coherencia, previsibilidad, constancia, perseverancia y pugnando por desterrar cualquier atisbo, sospecha o presunción de usufructuar el vale todo con tal de lograr posicionarse en una función.

Hete aquí que, atónitos, somos testigos de un atentado execrable contra la pureza de quienes desean, buscan, una transformación y son avalados por la gente para llevar a cabo esa metamorfosis.

 

Los cimientos para un éxito equilibrado son la honestidad, el carácter, la fe, el amor y la lealtad. El éxito es el resultado de la perfección, trabajo duro, aprendizaje de los fracasos, lealtad y persistencia.

 

El origen de la lealtad está en el corazón humano, el centro del respeto a uno mismo y de la dignidad humana. Es una fuerza que existe solo cuando se dan las condiciones exactas y es una fuerza muy sensible a la traición.

 

Un hombre inteligente nunca traiciona porque sabe conseguir por buenos medios los que los traidores solo consiguen con la traición.

La traición es lo contrario a la lealtad y a la sinceridad. El traidor siempre tiene la opción de comportarse de otra forma, pero elige la más sencilla; la que ocasiona daño insondable a los demás.

 

Hay cientos de formas de traición, pero todas tienen un efecto destructivo como común denominador. Traicionar es como quemar un huerto cultivado durante años. Se tiene la opción de seguir regándolo, pero se elige quemarlo para ir a otro que da frutas más grandes.

 

Es inevitable reafirmar que la traición se escribe con una tinta imborrable para el traidor. Por mucho que quiera ocultarlo, siempre quedan restos. Por más que le quiera endilgar a otros SU traición, TODOS, menos sus obsecuentes esbirros, serán conscientes que el TRAIDOR ES ÉL o quién lo mandó a perpetrar esa ingratitud con irreparable alevosía mediante distintas modalidades de apremio entre ellas, volantes o agresiones verbales y posturas persecutorias-patoteras.

 

Por más que en el campo de la política se intente desprestigiar a otros para tapar su deslealtad, su obrar oscuro, ilegítimo, fraudulento y recurra hasta al artero ataque mediante sicarios, el Ciudadano común no se equivocará y continuará creyendo en aquel hombre sano, íntegro, recto, probo, mancillado seguramente al ser ungido nada menos por un Pueblo que volvió a CONFIAR en la política pese a tantos dimes y diretes o en medio de una indefinición absurda más allá de cotejarse a simple vista la aceptabilidad masiva que éste precandidato cautivaba.

 

Y vale concluir que la traición siempre se puede perdonar, pero a veces requiere el distanciarse del traidor. Es un dogma: si te traicionan y te alejas, haces el doble de daño que si devuelves la traición, pero se tratará de un daño sano y que no te convierte en peor persona. Por ende, loable aquel político que sabe apartarse sin caer en la devolución de ofensas y evitando se profundice la escisión partidaria nada menos que en la recta final rumbo a las PASO.

 

Estupefacto, asistimos a una dramática afrenta de quien clava una puñalada sin que se le mueva una pestaña. Da temor irreversible que quienes deben actuar con sabiduría e imparcialidad, descalifiquen de manera burda a personas que han dado cabal manifiesto de trabajar cada día por el bien común a lo largo y a lo ancho de la Entre Ríos profunda y hasta han sabido deponer sueños privilegiando el verticalismo, reafirmando una imagen plena de CONFIABILIDAD, algo que si hubiese sido a la inversa (como lo decían las encuestas…) dudamos qué efecto colateral hubiera tenido.

 

El tiempo es un gran ordenador. Con la perspectiva que proporciona, esperemos que nuestros nietos sepan evaluar que el gran crimen de esta década, perpetrado por mentes maquiavélicas, fue haber dividido a los argentinos más de lo que estábamos. Claro… obvio… irrevocable recordar el aforismo “Divide y reinarás”, el cual, junto con “El fin justifica los medios”, se han convertido en paradigmas del ejercicio de la política encaminado a transformarla en hegemonía.

Pero algún día, cuando la cordura vuelva a hospedarse entre nosotros, seguramente podremos reconstruir esos puentes que en la transición democrática, concluidos “los sueños revolucionarios”, permitieron el retorno a las buenas costumbres.

 

Las rivalidades de ahora serán entonces desplazadas por el reconocimiento mutuo y la disposición al diálogo.

Discutiremos sin odios y la crítica, sobre todo la crítica de las ideas, no claudicará frente al ánimo revanchista, el poder concebido como omnipotencia mediante una soberbia y despotismo repugnante.