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¿Paraná será una Las Vegas de la Región?

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- Confirmado: el edificio del Jockey Club se convertirá en un lujoso casino con sala de juegos, restaurante y salón de fiestas. La oferta se distribuirá en los cuatro pisos. Sobre el costado noreste de las 22 hectáreas del ex hipódromo Almafuerte, maquinarias y operarios trabajan en la refacción y remodelación de la histórica estructura. Como lo titulamos… ¿Paraná se va convirtiendo en una “Las Vegas” del Litoral? Un análisis sobre lo que está provocando la ludopatía.

 

Hoy, en Almafuerte al 650 funciona un salón donde se desafía al azar. Dichas instalaciones se mudarán, dando a luz un complejo con mayores comodidades y servicios.

La firma Neo Game SA –que explota el casino en el hotel Mayorazgo y también la sala de juegos de calle Galán, en San Agustín– había adquirido el predio hace más de tres años.

 

No obstante, las demoras en las diligencias oficinescas postergaron el proyecto que, ahora, con renovados bríos, podría inaugurarse antes de fin de año, habida cuenta del intenso movimiento de maquinarias y operarios desarrollando distintas labores sincrónicas o paralelas.

 

Pudo saberse que se demolieron algunas paredes internas generando espacios de mayor amplitud; en tanto que se va dando forma a la playa de estacionamiento predeterminada su ubicación detrás del inmueble, con acceso por la nueva calle que resta habilitarse, la cual desde División Los Andes se enlazará con Ruperto Pérez, bordeando el sector norte del estadio “Pedro Mutio”.

 

De acuerdo a lo coordinado, evaluado y convenido con el IAFAS, a diferencia de la sala temporal precitada, el nuevo recinto de entretenimiento contemplará una sala de juegos con máquinas en la Planta Baja, y restaurantes y salones de fiestas en los restantes pisos.

 

Reflexión

 

La ludopatía es una adicción poco considerada como tal en el ámbito de la Salud Mental. Si bien el juego patológico o ludopatía está considerada por la OMS como adicción dentro de las enfermedades mentales, pocos pacientes se reconocen como enfermos y daría la emoción que no es investigada en forma profunda por los profesionales de la salud.

 

El cuadro es progresivo, requiere características psicológicas previas y características externas que favorezcan su desarrollo, generándose una patología que presenta ideas e intentos de suicidio, ruptura familiar, violencia y que se incrementa de modo alarmante en nuestra sociedad, quizás, tal vez, debido a las incesantes ofertas de juego de azar que se reproducen a dimensiones o escalas inquietantes.

 

Podríamos definir adicción como el consentimiento de dependencia habitual psicofisiológico de una sustancia o práctica que está más allá del control voluntario, considerándose adicto a la persona que está habituada a una sustancia o práctica especialmente considerada peligrosa. O sea… adicción implica dependencia. La ecuación simbólica sería: dependencia-esclavitud

 

En ese sentido, podemos evaluar que generalmente se pone el acento en que la adicción presenta mayor peligrosidad cuando nos referimos a drogas ilegales y se sigue admitiendo la aprobación de las socialmente aceptadas como ser el alcohol, tabaco, la ludopatía o juego patológico, Internet, comprar compulsivamente entre otras, sin tener cuenta los riesgos y consecuencias emocionales, familiares, socio-económicas que éstas ocasionan.

 

Cuando apuntamos a un ludópata se piensa que el sujeto mantiene un vínculo habitual, reiterado, irrefrenable, perentorio con el juego.

El juego se transforma para el jugador patológico o compulsivo en el eje principal de su vida. Pasa a ser un esclavo del mismo. El juego controla todos sus aspectos de su vida aunque el adicto cree manejar al juego o todo tipo de situación.

 

Ahora, ¿qué podemos discernir acerca de la persona que concurre a los lugares de azar para transformar el dolor en placer, ocultando los trastornos depresivos, ansiedad, frustraciones, entre otros?

Bajo esa óptica podríamos elucubrar que el juego no cumple una función elaborativa sino que se produce una compulsión a la repetición, convirtiéndolo en un placer que atrapa, atrae y permite soslayar o evadirse de realidades aciagas de toda índole.

 

A excepción de los locales de apuestas de lotería, quiniela, loto, etcétera, donde no se ofrece ningún confort más que una ventanilla con rejas, en un espacio generalmente pequeño, las amplias salas de Casinos sí se presentan finamente decoradas con la privacidad y el confort que algunos jugadores requieren, con destacado trabajo arquitectónico y avanzada tecnología; brindando el mejor servicio.

 

Esto fue estudiado a través de las leyes de marketing para generar mayor afluencia de público. Estas salas alfombradas con ambientes climatizados, convenientemente iluminadas, con posibilidad de generar serenidad o aumentar los estímulos, poseen luces que hacen su juego de estimulación motivacional.

A su vez, se gratifica a los visitantes con propuestas gastronómicas y otras ofertas como shows.

 

El personal con uniformes acordes a la distinción del lugar, está dispuesto a satisfacer de inmediato el pedido del cliente. El ruido de las fichas al caer, las luces que se prenden y apagan incita a seguir jugando.

 

Todo esto sumado a los premios, jugada y sorteos especiales hacen que el visitante reciba la cantidad de estímulos más que suficientes para encontrar el lugar donde concurrir para sentirse en el “mejor de los mundos”.

Es allí donde pueden ir “a olvidarse de los problemas habituales” que los agobian. Encuentran “tranquilidad”. No los deja pensar en otra cosa que no sea apostar rápidamente en las distintas opciones que se brindan.

 

Evidentemente, los estímulos son motivadores de conductas y es elocuente que en el mundo del juego de azar las tentaciones están meticulosamente logradas.

Lo que puede comenzar como distracción mental o actividad social, termina en una actividad, tarea, trabajo. No puede medirse el tiempo, ni el dinero que se apuesta, perdiéndose el control.

 

El adicto al juego no va a ganar va a jugar y prueba de ello es que cuando gana no se retira, sigue jugando hasta perderlo todo. Siente culpa pero recién cuando se retira allí piensa en el dinero perdido, en los hijos, en la familia en las deudas contraídas. El jugador jurará no volver y al día siguiente estará jugando nuevamente.

 

Con esta somera descripción, está clarísimo que las adicciones no responden solo a dependencia a sustancias. Las conductas pueden generar dependencia y hacer depender de ellas la vida del sujeto y generar sufrimiento en gran parte de la sociedad.

Por tal motivo la adicción al juego es una de las tantas adicciones sin sustancia que están afectando a nuestra sociedad.

 

La salud mental argentina presta atención a los estados de ansiedad, de angustia, de soledad, al maltrato, a la depresión, a los trastornos obsesivos compulsivos, entre otros cuadros psicopatológicos.

Sería extraordinario ver que los especialistas paranaenses se pongan a ilustrar, a potenciar sus erudiciones en lo inherente a ludopatía viendo que las salas crecen de manera inusitada e inesperada.

 

En cuanto a asistencia, sin hesitar que se va robusteciendo la sensación que podría configurarse en una asignatura pendiente de la Salud, con respecto a un grupo social cada vez más vasto y cada vez más sufriente.