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Palito Ortega en Paraná: el Rey no abdica

Ramón Bautista Ortega, más conocido popularmente como “Palito”, demostró en Paraná que su calidad profesional y humana está intacta, cautivando a quienes lo aman e idolatran. El show del viernes en Echagüe, montado por Queen Producciones, reafirmó que la capital entrerriana responde ante espectáculos de envergadura. Galería de fotos exclusivas imperdible.

 

Palito volvió al ruedo con sus entrañables canciones, y más allá del gusto de las masas ha demostrado seguir siendo uno de los artistas más requeridos y admirados, conquistando el corazón de millones de argentinos, no solo por su jerarquía artística sino especialmente porque su vida demuestra que los sueños pueden estar al alcance de cualquiera, siempre y cuando la lucha por lograrlos esté acompañada de talento y perseverancia.

El show en el Coloso de calle 25 de Mayo empezó con un “¡Qué jóvenes que nos vemos todos!”, y así Palito estructuró el show a modo de revival: repasó en orden cronológico todos sus hits (en muchos casos sólo fragmentos de ellos), como “Viva la vida”, “Despeinada”, “Bienvenido amor”, “Un muchacho como yo” y “Corazón contento”. Palito no paró de interactuar con su gente y dijo: “Quise comenzar con melodías del inicio de mi carrera porque esta noche todos, todos, tenemos veinte años”.

A partir de allí fue enlazando historias personales, con una seguidilla de varios de sus grandes éxitos, incluyendo homenajes a Sandro, a quien le dedicó “Canción para un amigo” y a María Elena Walsh, a la que recordó haciendo a capella “Canción del Jacarandá”.

Claro que no todo fue sencillo para el tucumano pues por momentos se le hacía cuesta arriba terminar sus anécdotas sin que lo interrumpieran con simpáticos piropos.

El retiro será imposible. Se lo impide, dice, una vida elegida del lado de la música, de la expresión en melodías simples, cantándole a sentimientos de todos. Con eso sigue entusiasmándose.

Palito sigue en acción, aunque por algunos años haya puesto “un paréntesis” al contacto con el público, distraído en la política, a la que no planea volver.

Sin hesitar que la música tiene la virtud de recrear los momentos de la vida, y hay melodías inmortales que marcan a fuego el  corazón de mucha gente y esa universalidad en las composiciones de Palito da el fruto que distintas generaciones puedan escucharla sin perder vigencia.

Pero asimismo, a Palito se lo identificó siempre por el optimismo de sus canciones que hablaban de la vida, del amor, de la amistad. Fue su impronta, su característica; una connotación con la historia misma de su vida, que demuestra que es posible encontrar un camino, que nadie alcanza un propósito si no lo anhela, no lo desea.

Y esa fe transmitida se transforma en un potenciador de esperanza, precisamente en una instancia de la vida donde por los avatares, por las vicisitudes, hay mucho de desazón, de desilusión, de desencanto, pero precisamente, el tucumano nos deja un legado en su paso por Paraná: el mantener inextinguible la llama de la convicción. “La vida está hecha de altibajos, de apagones, de luces y de sinsabores. El tema siempre pasa por saber que uno tiene que estar siempre dispuesto a seguir avanzando y luchando para que la luz siga encendida”, dijo el Rey, y cuánta razón tiene!!!…

Paraná disfrutó a lo largo de dos horas y pico de sus grandes éxitos, con una puesta a gran escala en la cual primó la tecnología no exenta de buen gusto. Uno de los artistas argentinos más importantes de la escena musical nacional, Ramón Palito Ortega, el Rey, el incomparable ícono dio un espectáculo lleno de encanto, música e historia, que fascinó a todo su incondicional público gracias a un nuevo desafío aprobado con Excelente por la gente de Queen Producciones.