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Palabra del FMI: “Las ganancias empresariales explican buena parte de la inflación generada en los últimos años”

El Departamento de Investigaciones del FMI publicó un artículo que plantea que las ganancias empresariales explican buena parte de la inflación generada en los últimos años. Tal como advirtió la vicepresidenta, Cristina Kirchner, en diversos discursos, el documento emitido por el organismo multilateral de crédito reconoció que las empresas aumentaron los precios en más de lo que aumentaron los costos de la importación de energía.

Niels-Jakob Hansen, Frederik Toscani, y Jing Zhou -tres economistas del Fondo- afirmaron que el “aumento de los beneficios empresariales explica casi la mitad del incremento de la inflación en los dos últimos años, ya que las empresas subieron los precios más de lo que lo hicieron los costos de la energía importada”. El año pasado, Cristina señaló: “Está más que claro que estamos ante un fenómeno de inflación por oferta y no por demanda”, y continuó: “Las empresas alimentarias han aumentado muy fuerte sus márgenes de rentabilidad”.

Según el documento, los trabajadores “están presionando por aumentos salariales para recuperar el poder adquisitivo perdido”, por lo cual “es posible que las empresas deban aceptar una participación de ganancias más pequeña si la inflación se mantiene en el camino para alcanzar el objetivo del 2 por ciento del Banco Central Europeo en 2025, como se proyecta en nuestro Informe mundial más reciente”.

Según el artículo, la inflación más alta hasta ahora refleja principalmente mayores ganancias y precios de importación, con ganancias que representan el 45 por ciento de los aumentos de precios desde el comienzo de 2022. Eso es “según nuestro nuevo documento, que desglosa la inflación, medida por el deflactor del consumo, en costes laborales, costes de importación, impuestos y beneficios”, explicó el FMI. Los costos de importación representaron alrededor del 40 por ciento de la inflación, mientras que los costos laborales representaron el 25 por ciento. Los impuestos “tuvieron un ligero impacto deflacionario”.

Para bajar el análisis a nivel local, en 2016 la distribución del ingreso heredado del gobierno de Cristina era de un 51,8 por ciento para los trabajadores y un 40,2 para los empresarios. En 2021 los asalariados solo se quedaron con el 43,1 por ciento y los empresarios lograron capturar el 47 por ciento. La consecuencia fue que los trabajadores perdieron 7,7 billones de pesos en ese periodo, el equivalente a 26 mil millones de dólares a cotización CCL. Solo entre 2020 y 2021 el excedente empresario subió de 15,3 billones de pesos a 18,3 billones.

Para el Fondo, hasta ahora las empresas europeas “han estado más protegidas que los trabajadores del impacto adverso de los costos”. Las ganancias (ajustadas por la inflación) estuvieron aproximadamente un 1% por encima de su nivel previo a la pandemia en el primer trimestre de este año. Mientras tanto, la compensación de los empleados (también ajustada) estuvo un 2% por debajo de la tendencia.

“Este retraso en las ganancias salariales tiene sentido: los salarios son más lentos que los precios para reaccionar ante los shocks. Esto se debe en parte a que las negociaciones salariales se llevan a cabo con poca frecuencia. Pero después de ver caer sus salarios en aproximadamente un 5 por ciento en términos reales en 2022, los trabajadores ahora están presionando por aumentos salariales”. Las preguntas clave, para el FMI, son qué tan rápido aumentarán los salarios y si las empresas absorberán costos salariales más altos sin aumentar más los precios.

Suponiendo que los salarios nominales aumenten a un ritmo de alrededor del 4,5 por ciento durante los próximos dos años (ligeramente por debajo de la tasa de crecimiento observada en el primer trimestre de 2023) y que la productividad laboral se mantenga prácticamente estable en los próximos dos años, la participación de las empresas en las ganancias habría volver a los niveles previos a la pandemia para que la inflación alcance el objetivo del BCE a mediados de 2025.

Si los salarios aumentaran más significativamente, por ejemplo, la tasa del 5,5 por ciento necesaria para guiar los salarios reales de regreso a su nivel anterior a la pandemia para fines de 2024, la participación en las ganancias tendría que caer al nivel más bajo desde mediados de la década de 1990 (salvo que se produzcan cambios).

Sin embargo, el documento difundido por el Fondo, de gran resonancia en la escena local, deja en el final un guiño hacia las miradas más clásicas: “Las políticas macroeconómicas deben seguir siendo estrictas para anclar las expectativas y mantener la demanda moderada. Esto persuadiría a las empresas a aceptar una compresión de la participación en las ganancias y los salarios reales podrían recuperarse a un ritmo moderado”.

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