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Navidad: una conspiración de amor

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- La celebración de la Navidad trasciende la liturgia de la Iglesia Católica. Es el acontecimiento central de la historia universal. La Navidad no es un cuento, decorado con melodiosos villancicos. Honramos la Navidad cuando con nuestras acciones intentamos llevar algo de ese amor de Jesucristo al prójimo, cuando con nuestras palabras intentamos construir puentes de paz en medio de las discordias, cuando con esperanza y ganas de luchar nos levantamos cada día a cumplir esa misión grande o pequeña que el Todo Poderoso ha trazado.

 

Y verdaderamente es un hermoso reto para cada día, un desafío que transformará nuestra vida primero, pero que traerá bendición a quienes nos rodean.

 

No es cierto que afecte exclusivamente a los cristianos. Interesa a la existencia de todos y de cada uno. La aparición del Redentor no está focalizada en un pueblo o en una ciudad, tampoco en una familia o en un grupo de poder.

Jesús no deja de aprovechar cada ocasión para recordar la universalidad de su misión. La humanidad toda celebra, aún sin advertirlo o apenas vislumbrándolo, el momento culminante de la gran Historia.

 

La serenidad de Belén se expresa idealmente en signos de comunión y de gozo. Es Dios que tiende un puente nuevo con el hombre.

 

Por estos días, año a año nos vestimos de una magia especial que transforma la rutina del quehacer diario en un traje de alegres colores, regalando sonrisas, creando un mundo más amable y cálido para habitar, la mirada firme y franca del que elige como destino la verdad y la honestidad, y un deseo sincero de felicidad al prójimo para espantar las sombras de la envidia y los celos sin sentido, propendiendo a la reconciliación.

 

Navidad representa una conspiración de amor buscando la belleza de cada persona, un tiempo invertido en orar por la Familia y hasta por amigos, un mirar al otro a través de los ojos de la tolerancia y el perdón, recordando con emoción a quienes nos marcaron la senda y hoy nos dejaron aunque velan por nuestras vidas sentados a la diestra del Padre.

 

Si cada uno nos uniésemos en esta conjuración de cariño ¡cuántas barreras de indiferencia y enemistad caerían, cuántas cadenas de dolor se desarmarían, cuánta esclavitud de prejuicios insensatos se liberaría!

 

Nuestro deseo más profundo es que a través de este espíritu navideño los corazones del mundo entero se impregnen de paz, amor, felicidad, prosperidad, fe, esperanza, amistad, solidaridad, fuerza, perseverancia, dedicación, sensibilidad, caridad, risas, ternura, compasión, tolerancia, entendimiento.

 

Desde esta Redacción aspiramos a que en esta Navidad compartamos momentos inolvidables en un escenario propicio para el cumplimiento de los buenos sueños y proyectos de nuestros queridos lectores. De hecho, la Navidad es la causa del surgimiento de un deseo noble en todo ser humano.

 

Brindemos por una Navidad, y un hermoso año, unidos en familia y en armonía, con el anhelo que Jesús llegue a nuestros hogares derramando ternura y sanas ilusiones, siendo un momento propicio para iniciar un cambio de actitud, sobre todo en este mundo donde crece segundo a segundo la indiferencia y/o la intolerancia, enmarcada la celebración en un clima ideal para reflexionar y aprender de los errores, inaugurando un nuevo capítulo en nuestras vidas, procurando ser mejores personas.