Maran Suites & Towers

Microclima enrarecido en Patronato: inútil encender la mecha…

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- La situación interna de Patronato en cuanto a la relación entre dirigentes-“Barra Fuerte” (o “Brava”) atraviesa su peor momento. En verdad, hace muchos años se desmadró. Todo estaba más que bien con el “Rojinegro” en el ámbito liguista, o hasta en el Ascenso rumbo al círculo de élite (Nacional B/Primera). Pero… el desembarco en el “Súper Profesionalismo” incluyó una “guerra de poderes” por distintos “mercados” que se abrieron.

 

La dirigencia no logró manejar con sagacidad esta problemática. En verdad, los directivos, algunos reconocidos profesionales de distintas ramas, otros empresarios y otros vinculados estrechamente a la política, intentaron conservar el espíritu vernáculo del fútbol “Rojinegro”, sin embargo los intereses creados, las áreas “de poder” y/o las administraciones de “microemprendimientos” ligados íntimamente al  balompié de AFA provocaron desbordes de codicia, de ambiciones, paralelamente al denodado, loable y filantrópico esfuerzo directriz por presentar un “producto” competitivamente digno.

 

Digamos que, el desembarco o arribo al círculo de privilegio “afista” costó muy caro. No solo por el armado de un equipo y un cuerpo técnico que esté a la altura de las circunstancias, sino por mejorar sensiblemente la infraestructura y hasta concederle otro grado de preocupación a las Inferiores que asimismo pasaban a proyectarse en el campo nacional.

 

Ello implicó otra inversión u otra obtención y manejo de recursos. Mientras que los dirigentes mantuvieron su amateurismo, incrementaron deberes, compromisos, obligaciones y hasta debieron replantearse el funcionamiento integral de la entidad, se generaron en forma análoga “mercados” que interesaron a los “Barras” y de la lealtad inconmensurable por la divisa se pasó a la avidez, al apetito por manejar determinados circuitos de pingües ingresos.

 

Obviamente… Aquí no hablamos del hincha fiel, del hincha abnegado, ese que compra su abono, que adquiere rifas, que nunca pide una entrada de favor, que colabora continuamente y está en las buenas y en las malas. Ah… y generalmente es socio desde bebé…

¡No! Nos referimos al tristemente célebre “Barra”, ese que actúa un poco por sentimiento y otro poco por lo que gobierna, por lo que dirige, por lo que “cotiza” ese rol en cuanto a distinta clase de lucro o dividendos.

 

Lógico… Hay “Barras” y “Barras”. Esas que se mueven estrictamente por un fanatismo increíble, sin ninguna clase de ventaja espuria, y están las otras… Las que siembran el caos, las que amenazan, las que presionan, las que extorsionan, las que apremian.

Son esas cuyos integrantes no tienen el más mínimo reparo en matar si es imprescindible cuidar su territorio o hasta apoderarse de otro.

 

Y ahí surge el miedo del dirigente que no se siente protegido, que no se siente amparado, que no se siente contenido.

Y ese temor, esa vulnerabilidad, le genera profundos dolores de cabeza por no tener más remedio que aceptar lo inaceptable, naturalizar lo desnatural. Es una convivencia que hasta suele  transformarse INCONSCIENTEMENTE en connivencia, solo por el fin de resguardar su integridad y no complicar al club.

 

La Justicia, la Policía, deberían actuar con mayor rapidez y rigurosidad. Lo decimos hace décadas. Y por decirlo nos ganamos enemigos enquistados dentro del propio Gobierno, o aunque peor… dentro de la propia institución.

Es que el directivo, con el Ascenso, con el insertarse en el máximo nivel, modificó -en parte- su trato. Perdió la candidez. Pasó a ser custodio de incontables cargas

o gravámenes, entre ellas, nada menos que el mantener un considerado y/o cuidadoso trato con los “Barras” imperativos, dominantes.

 

Es que al “Barra Brava” (no al hincha ferviente, no al “Barra” devoto…), no lo mueve la nobleza, la pureza de un sentimiento probo. Su “bravura” es sinónimo de violencia, de alcohol, de drogas, de reventa ilegal de entradas, de apoderamiento de “kioscos” varios.

No es un modo de vida, es un “medio de vida”. Es la oportunidad perfecta para demostrar coraje, agallas, robando, agrediendo, destrozando y, contradictoriamente, ganándose “el pan de cada día” con sus negociados.

 

Con esta clase de nefastos personajes tienen que lidiar día a día los directivos de nuestro patético fútbol. Y así estamos… “Esperando el llamado de amenaza de bomba…”. Inconcebible… Pero penosamente, real.

Los “Barras Bravas” siguen imponiendo su ley. Nuestro vetusto, arcaico, obsoleto Código Penal los escuda, los resguarda, los cubre.