La Iglesia fustigó las “operaciones de prensa”
|El obispo de San Isidro y presidente del Episcopado, monseñor Oscar Ojea, expresó su preocupación por “un contexto nacional y mundial reticente al dialogo y afecto al monólogo”. Sostuvo que en ese clima “se hace muy difícil pensar y escuchar”, y fustigó las “operaciones de prensa”, así como “la instalación de la mentira”.
Equiparó los desencuentros de la realidad política con un relato evangélico en el que miembros de una sinagoga sobornan a otros para que “mientan y acusen”, en referencia al destrato que sufrió San Esteban en la antesala de su martirio. “Hoy diríamos: arman una operación de prensa y en poco tiempo instalan la mentira, excitan al pueblo y provocan el arresto de Esteban y la violencia que se seguirá con él”, deploró.
Ojea ofreció su reflexión en la misa de apertura de la asamblea plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina, que reunirá hasta el viernes a más de un centenar de obispos en Pilar. Hizo un fuerte llamado al diálogo, en momentos en que tanto el gobernante Frente de Todos como la coalición opositora Juntos por el Cambio enfrentan tensiones internas e incertidumbres con vistas a 2023, en medio de la profundización de la crisis social.
Planteó, además, la necesidad de establecer mecanismos de encuentro y de diálogo “sin ambigüedades y sin traicionar la identidad de quien se expresa con sinceridad”.
“Encontramos hoy un contexto nacional y mundial reticente al dialogo y afecto al monólogo. En la escena nacional todo es controversial. La primacía de las emociones y las pasiones divide familias y amigos”, señaló el obispo Ojea en la homilía de la misa de apertura. Y recordó las “características necesarias” que debe tener el diálogo para que pueda ser fructífero, según las enseñanzas de San Pablo VI.
Dijo, en ese sentido, que “el diálogo debe ser claro, sin ambigüedades y sin traicionar la identidad de quien se expresa con sinceridad” y “confiado en la posibilidad de que mi palabra sea escuchada por el otro y pueda modificar en algo su visión y, al mismo tiempo, abierto a que yo también pueda cambiar por la escucha del otro”.
También señaló que tiene que ser “sencillo, sin vueltas, capaz de pasar no solo por la mente, sino por el corazón y alejado de toda violencia o descalificación”.
Y añadió la característica de la prudencia, “buscando adaptar mi escucha y mi lenguaje a la edad o a la condición de mi interlocutor”, para evitar que el diálogo “fracase o sea imposible llevarlo adelante”. Antes de la misa de apertura, los obispos compartieron en el predio de Pilar el habitual intercambio pastoral sobre temas de actualidad, aunque no trascendieron los temas conversados.
“En este clima se hace muy difícil pensar y escuchar”, advirtió el presidente del Episcopado.
Como telón de fondo, Ojea describió el plano internacional y dijo: “Tenemos la realidad de la guerra y todas sus consecuencias humanitarias que pueden ir blindando nuestro corazón para sucesos tan tremendos como las muertes diarias de tantos, en especial la muerte de niños, la desesperación de los refugiados”.
“Todo esto unido al rápido enriquecimiento económico de algunos que lucran con las guerras y la venta de armas”, añadió.
Recurrió, finalmente, a la encíclica Fratelli tutti, del papa Francisco, a la que los obispos dedicarán esta semana varios momentos de reflexión, y llamó a “reconstruir espacios de encuentro y de dialogo”, y darle un lugar prioritario a la fraternidad.
“No hace falta decir para qué sirve el diálogo, me basta pensar qué sería el mundo sin ese diálogo paciente de tantas personas generosas que han mantenido unidas a familias y a comunidades. El diálogo persistente y corajudo no es noticia, como los desencuentros y los conflictos; pero ayuda discretamente al mundo a vivir mejor, muchos más de lo que podamos darnos cuenta”, insistió al rescatar el pensamiento expresado por Francisco en Fratelli tutti.