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El básquet de luto: falleció un notable referente de la prensa

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- Triste noticia acabo de leer en las Redes Sociales. A los 77 años falleció el periodista bahiense Enrique Nocent, quien fuera uno de los más prestigiosos referentes del periodismo especializado en básquet, y tributara inmenso apoyo, no exento de crítica aguda, a la Liga Nacional.

 

“Quique” jerarquizó con su impronta las páginas de La Nueva Provincia de Bahía Blanca, el medio gráfico que mayor cobertura aportó al básquet nacional desde el advenimiento de la Liga, no solo con anuncios o crónicas sino que fue el diario paradigmático en lo inherente a una línea Editorial de influencia, formadora de opinión, clarificadora, acompañando esa rúbrica distintiva con entrevistas y apostillas jugosísimas.

 

Pero además, Enrique Nocent fue uno de los impulsores de la inolvidable Revista Encestando, un Magazine brillante, con coloquios magistrales, y un estilo ejemplar en lo relativo a análisis subjetivo, generando permanente repercusión, sin esquivarle a lo controversial, a la discusión, al debate fecundo, enriquecedor.

 

Y así como formó sentencias, también dignificó su labor, ennobleció la profesión contagiando ese sentir a nóveles colegas que aprovecharon su savia y sabiduría para seguir ese género sin perder contemporaneidad.

 

La pena que nubla y humedece nuestros ojos, conmoviendo la fibra anímica más íntima, se vincula a que lo consideré un Maestro, aún en la divergencia, en la sana discrepancia.

 

“Quique” me transmitió con férrea energía sus convicciones, y transfirió sin soberbia su firmeza de concepciones para juzgar con fundamento cada tema conveniente de desmenuzar con una marca magnífica.

 

Nos deja un símbolo NO RECONOCIDO adecuadamente y quiera Dios que el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires o la Comuna Bahiense le otorgue post mortem el merecido homenaje, como cuando se lance la primera bola al aire de la próxima LNB se otorgue un postergado pero pertinente Minuto de Silencio, explicando cada Voz del Estadio quién partió rumbo al descanso eterno un día de agosto.

 

No quisimos caer en la fácil de cortar y pegar lo que están diciendo de él los colegas en la Capital del Básquet, optamos por expresar lo que en este mismo momento nos atribula, nos estremece no tanto por la tristeza sino por el orgullo de haber conocido su sentido de la responsabilidad, de la eficiencia, del compromiso, del no dejar jamás de blandir la bandera del honor, de la resistencia, de la pasión no exenta de ética, de honradez, de moral profesional intachable.

 

Acaba de morir una de las máximas instituciones del baloncesto nacional y muchos quizás no toman magnitud de quien nos acaba de dejar.

 

Es que con el correr de los años, el ser periodista de básquet, para una amplia proporción pasó a ser la excepcional chance de sumar poder, y viajar por todo el país y el mundo, sin comprometer una ideología definida que pueda entorpecer sus conexiones, relaciones, vínculos con quienes manejan la estructura profesional a nivel institucional.

 

Por ello es que Enrique Nocent se despide sin los honores que merece, pues en nuestra bendita República frívola, insubstancial, lo mismo un burro que un gran profesor…

 

Y nada peor para dirigentes, para autoridades, como hasta para el resto de los protagonistas del baloncesto rentado, de alto rendimiento, que un observador incisivo, independiente, audaz, intrépido, sin miedo a reflexionar de manera punzante.

 

Así trabajó “Quique” y así lo admiramos y de alguna manera nos apegamos a su huella.

 

Desde Paraná, lo aplaudimos y le decimos “gracias” por el legado que nos entregó en vida. Nos embarga la congoja, el pesar. Pero también estamos convencidos que debe estar orgulloso pues jamás claudicamos, ni renunciaremos, al deber de reprobar todo acto o paso nocivo contra el engrandecimiento del básquet, sea a nivel rentado como amateur.

 

No nos mueve ningún interés espurio, mucho menos mezquino. No nos casamos con NADIE, como él nos enseñó, quizás por ello, nos sintamos por momentos tan solos en nuestro humilde derrotero, aunque ahora sabemos que siempre nos acompañará y nos dará fuerzas para no arriar las banderas pletóricas de decencia profesional que él supo enarbolar.

Foto: Gentileza La Nueva Provincia.-