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Demasiada presión para chicos de U13

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- Este miércoles 26 los chicos de la selección U13 de básquet deberán presentarse en Chajarí para concentrarse con miras al Argentino de la categoría, que se desarrollará del 1° al 6 de octubre en La Rioja. Serán 12 días, o sea casi dos semanas, de los pibes alejados de sus hogares, de sus costumbres, hábitos, alimentación, seres más queridos, estudios y hasta recreación o descanso. ¿No es una exigencia desmedida?

 

El crecimiento acelerado y la actividad sexual interna determinan un metabolismo muy intenso, con gran consumo de energía. Este mero hecho indica la necesidad de un estricto control de la distribución de las actividades del adolescente. El equilibrio entre estudio, deporte, recreación, descanso, sueño, alimentación, etc. debe imperar en forma constante, si se quiere un desarrollo armónico y saludable.

 

Es fundamental que entrenadores y/o profesores entiendan los procesos y crisis que caracterizan la fase puberal y que para muchos jóvenes la pubertad trae consigo un menoscabo cualitativo de sus funciones motrices, se observa una perturbación pasajera del desarrollo motor.

 

La acción educativa-formativa-entrenamiento exige del maestro conocimiento profundo de los adolescentes, adecuación grupal por características bio-psíquicas-sociales, manejo fluido de la disciplina, inteligente actitud ante los problemas que se presenten, formación intelectual sólida y presencia de ánimo suficiente para estimular.

 

El entrenador que no está especializado para trabajar con niños/adolescentes puede confundir los objetivos. Los chicos van a practicar un deporte para tener amigos, o para tener un momento de descarga o de diversión, o para internalizar reglas, y terminan abandonando porque el entrenador los presiona con los resultados y porque les exige respuestas propias de un alto nivel competitivo.

 

El entorno también presiona y genera estrés cuando transmite mensajes opuestos: el técnico ordena y acicatea, el padre dice una cosa y el entorno dice otra.

 

Los medios también bombardean a los chicos con modelos de gloria, éxito, fama y fracaso. Consideramos que es necesario tamizar estos mensajes.

 

Una de las causas principales del abandono deportivo temprano es la presión que reciben los niños y jóvenes del entorno que los rodea. El deporte es una actividad lúdica, libre, competitiva y voluntaria, donde se juega el deseo propio y no el deseo del otro. Muchas veces los chicos miran aterrados las caras de sus padres y entrenadores después de haber cometido un error de juego.

 

Los niños descubren en el gesto de los mayores el error de ellos y eso los pone mal. No pueden equivocarse libremente y sin conflicto, como debería ser. El tamiz impiadoso de la mirada del adulto califica y sentencia.

 

En deporte es común igualar la noción de éxito a la victoria. Sin embargo en una filosofía en dónde el ganar lo es todo, los deportistas más jóvenes pueden perder oportunidades de desarrollar sus destrezas, disfrutar con la participación y, sobre todo, formarse como personas

 

Más allá de todos los indudables beneficios del deporte y las experiencias que adquiere el niño/adolescente –el compañerismo que se crea en los viajes y entrenamientos, las vivencias que adquieren, por ejemplificar- las excesivas horas de entrenamiento llevan implícitas que el menor se pierda experiencias claves de su edad, deba renunciar a sus amigos y familia e incluso descuidar los estudios. Es aquí donde la familia juega un papel fundamental.

 

Uno de los mayores problemas se plantea cuando los padres ponen en sus hijos unas expectativas tan elevadas que le terminan ahogando, ya que puede ocurrir que el niño sienta que no está a la altura de lo que se espera de él.

 

El placer de jugar nunca debe dejar paso a la obsesión. Los errores forman parte del proceso de aprendizaje y en el deporte, al igual que en otros aspectos de la vida, un niño/adolescente presionado, recriminado de modo constante, es difícil que se desarrolle adecuadamente.

 

No es bueno que los niños/adolescentes sean tan presionados, tan exigidos, y más grave aun que descuiden sus estudios, más allá que sus futuros sean muy prometedores. Es importante que, a pesar de las horas de entrenamiento que exigen algunos deportes, saque tiempo para seguir con su vida normal y en especial con sus clases, no sólo porque nunca se sabe lo que puede pasar y no siempre se consigue vivir del deporte, sino además porque de esta forma se evita que el niño/adolescente se aisle en el ambiente de la competición, y pueda hacer además cosas habituales en gurises de su edad.

 

Para discernir ello, los entrenadores deben interpretar, deben admitir y aceptar que unas veces se gana pero otras no, y que puede ocurrir que sus jugadores no sean tan buenos como ellos creían.

 

Nunca antes, en 37 años junto a éste deporte, noté a los niños/adolescentes tan sometidos a tanta presión. Con agendas repletas de actividades extraescolares, deberes para casa desde muy pequeños, o exigencias competitivas en los clubes, a los chicos apenas les queda tiempo para jugar. Y cuando lo hacen, están sometidos al control de los adultos.

 

Toda esta presión y competitividad a la que se ven sometidos, ¿acaso no les resta tiempo para ser lo que son…o sea chicos? En la sociedad actual globalizada algo está cambiando: hiperactividad infantil, déficits de atención, trastornos de la conducta alimentaria, depresión infantil, obesidad… ¿Qué les pasa a los gurises de hoy?

 

Al parecer, los técnicos-entrenadores-monitores no tienen idea que cada vez a más temprana edad los niños/adolescentes llevan tarea escolar para casa, y no se percatan que los pibes necesitan también algo de tiempo para poder hacer cosas sin mirar el reloj y/o sin sentirse apremiados con tantas reglas o normas.

 

No olvidemos que jugar es fundamental para su desarrollo y bienestar. Además, la combinación de “deberes” con un poco de “ocio” posiblemente les ayude a sentirse mejor y puedan afrontar los quehaceres educativos y/o deportivos con más optimismo.

 

Sin duda la infancia y paso a la adolescencia de los chicos de hoy es muy diferente a la que tuvimos, sin obviar que la sociedad actual parece más peligrosa: numerosas noticias sobre secuestros de menores o pederastas desatan la necesidad de un control continuo.

 

Hoy en día, vivimos en una sociedad global y tremendamente competitiva. Sin duda el ritmo de la sociedad actual resta tiempo para que padres e hijos puedan estar juntos,  las jornadas laborales son cada vez más largas y la conciliación con la vida familiar es complicada.

 

Jornadas maratonianas también para los niños, pues después del colegio vienen las actividades extraescolares, que sin duda juegan un papel importante en la sociedad actual. Aunque el problema viene cuando las agendas de los chicos están tan repletas de obligaciones que apenas les queda tiempo libre para jugar a lo que quieren, no a lo que se les impone.

 

Si a esos días plenos de exigencias, compromisos, órdenes, pautas les agregamos CONCENTRACIONES fuera de sus hogares y costumbres, con diferentes tiempos de descanso, con distinto cuidado gastronómico, sin el cuidado usual de padres-Familia, sin la contención habitual, sin la recreación frecuente por más pequeña que sea, y luego, pegado a ello el disputar una magna competencia nacional con todas las aspiraciones, sueños, ilusiones que se trazan y/o crean, es INDUDABLE que al cabo de DOCE días esos chicos llegan a sus casas DESTRUIDOS.

 

Quizás, reconfortados con la enorme alegría de haber sido campeones o al menos subirse a un podio, o tal vez vapuleados por una performance en la cual hayan sido superados no por defecto propio sino por virtudes ajenas. Pero, sea fecunda o no la cosecha, esos gurises no se readaptarán con facilidad a su vida normal, en especial respecto a la Escuela, pues deberán recuperar nada menos que OCHO días de conocimientos que sus compañeros adquirieron.

 

Y no se puede soslayar que, así como un técnico Federativo o Asociativo intenta alcanzar metas excelsas y por ello propende a esa mecánica, cuando lleguen esos jugadores seleccionados, deberán ponerse a disposición de sus entrenadores de clubes. O sea… UNA LOCURA!!!

 

Como dijo Oscar Wilde, “el mejor medio para hacer buenos a los niños, es hacerlos felices”. Al parecer, hay entrenadores, instructores, monitores, formadores, que se han olvidado de eso. Y algo más lamentable: LOS PADRES, PARECEN NO ENTENDERLO.