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Colas no agradables a la vista y una decepción creciente

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- Es una tradición estival el disfrutar de algunas colas, concretamente de agraciadas féminas que no tienen tapujos en eso de exhibir sus atributos físicos con muy sensual atuendo. Pero por contrapartida, es lamentable que haya otro tipo de colas interminables como las que se realizan para cobrar jubilaciones, pensiones de todo tipo, becas, subsidios, asignaciones familiares por hijos y a embarazadas, fondo de desempleo, planes sociales, etc… Ésta semana se sumó una nueva hilera, con una manzana de extensión, para que empleados municipales cobren sus haberes del mes de febrero. Las quejas fueron rotundas como categóricamente crece día a día el descontento de muchos paranaenses que se sienten olvidados, ignorados desde fines de noviembre por la apatía de funcionarios inconmovibles, imperturbables, desalmados.

 

 

Ésta semana se registraron largas colas para acceder a cajas del Banco Nación donde trabajadores de la Comuna capitalina percibieron sus salarios del mes de febrero, expresando la mayoría un inocultable enojo por soportar más de seis horas de espera bajo la lluvia o bajo un sol insoportable, todo dependiendo del caos climático por éstas jornadas.

La Secretaría de Hacienda de la Municipalidad de Paraná informó que los trabajadores comunales deben cobrar a través de éste sistema “dentro de la etapa de transición en la cual se revisan las reglas de juego sobre el funcionamiento de los descuentos que se efectuaban a empleados municipales por parte de diversas entidades”

 

 

Así, desde horas muy tempranas, en algunos casos desde la medianoche anterior se instalaron verdaderos campamentos a la intemperie, y esto acaeció, con condiciones meteorológicas adversas. Una exposición inhumana, pero obligada, porque para muchos es la propia subsistencia, mientras por los medios de comunicación se alerta por recomendación de las autoridades de Salud, sobre la innecesaria exposición al sol, sobre todo entre las 10 y las 16, o sobre la frecuente hidratación en el cuidado de niños y personas mayores.

Se trata de unas “colas-tortura” que se podrían y deberían evitar o al menos reducir a su mínima expresión en beneficio de la población más necesitada, que es la que acude a realizarlas. Los “expertos” deberían, alguna vez, sentarse en serio a planificar alternativas, formas de evitar este suplicio con modificaciones de horarios, con incremento de pagadores y bocas de pago, con lugares de espera al reparo del sol y con otras propuestas que podrían surgir de entidades no gubernamentales.

 

Porque, además, estas “colas” tampoco son patrimonios exclusivos de estos lugares. También se producen donde se saca documentación, o sin ir más lejos en el IOSPER, o para el otorgamiento de turnos en hospitales y servicios de salud, etc.

Pero hay otras “colas” frente a distintas reparticiones, oficinas o despachos del Ejecutivo del Poder Legislativo, pues la gente se ha decidido a exigir que los políticos se hagan cargo de sus promesas electorales olvidadas.

Así se pueden escuchar también en las emisoras de radio, en los medios gráficos y en las redes sociales, para decirlo sin eufemismos las puteadas por los contratos dados de baja, por las adscripciones no renovadas, por los cambios de ámbitos y/o condiciones laborales, o sencillamente las demandas a tantos juramentos evidentemente hipócritas, falsos, que desnudan una farsa alarmante.

 

 

Lo peor es comprobar que a varios miembros de la clase política -oficialismo y oposición-, evidentemente no les interesa nada el clamor de su Pueblo. Solo están preocupados por cómo acumular mas poder, por resolver dificultades a su entorno íntimo, acomodar a sus seres más queridos, y por los temas que -mediante ciertos ardides- les darán notables beneficios.

Pingües dividendos a través de operatorias que la gente desconoce aunque poco a poco presupone, y en corto plazo se develarán gracias al valor, al coraje de algunos informadores que no vendemos nuestros preceptos, o mucho menos regalamos principios profesionales y esencialmente VALORES DE VIDA.

 

 

Nos sobra el tiempo para narrarles por qué se han dado algunos culebrones del verano como por ejemplo las tierras fiscales, las novedades a nivel tributario, las faraónicas obras proyectadas… Ya abordaremos un análisis exhaustivo esclarecedor y Uds., queridos lectores, comprenderán al menos un poco más el por qué tanto desvelo de algunos funcionarios que han puesto atención ciento por ciento en dichas coyunturas, y no atienden sus teléfonos, no se hacen cargo de lo que supieron prometer o no atienden las requisitorias derivando a secretarias que a su vez dicen “no tener idea” de nada de lo que se les reclama y apelan a evasivas ridículas que exasperan…

 

 

La misma noche de su contundente re-elección, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dijo ante una multitud que “los votos no tienen dueño, son de la gente” en una lúcida toma de conciencia de que el verdadero soberano es el Pueblo. Y esta es una verdad que ha sido demostrada por los acontecimientos que se sucedieron desde el regreso de la democracia en 1983.

La gente posibilitó la llegada y la permanencia en el poder de Raúl Alfonsín, luego de Carlos Menem, de Fernando de la Rúa (a quien echó saliendo a la calle), de Néstor Kirchner. Fue mutando su parecer según sus anhelos, más allá de los colores partidarios.

Porque los que deciden las elecciones son los ciudadanos que no pertenecen a ningún partido político y se guían, para emitir su voto, por las respuestas que reciben para tener una vida digna junto a su familia. Los partidos son un soporte, pero no definen resultados.

 

Por eso todos los políticos deben recordar en todo momento que están donde están porque allí los pusieron los dueños de los votos y que mañana, esos mismos votos los pueden echar de esos lugares. Nadie debe creerse dueño del poder ni de los votos. Debe obrar de tal manera que se haga acreedor al favor de quienes sí deciden.

Es una verdad indiscutible que el Pueblo es Soberano, pero le delega el poder, se lo ‘presta’ a sus representantes. Es bueno tenerlo en cuenta en estos momentos de transición. La gente premió con su sufragio gestiones, pero si se siente disconforme, insatisfecha, desencantada, buscará indudablemente  nuevos horizontes.

 

 

Es algo que los funcionarios y legisladores deberían recordar constantemente que, estén donde estén, no son dueños del poder que hoy detentan. Son simples administradores que recibieron de nosotros, los ciudadanos, una licencia temporaria para tomar decisiones, legislar e impartir leyes para nuestro beneficio.

La historia reciente y la de todos los tiempos nos han demostrado que esa “licencia” no es eterna, sólo temporaria y que es retirada, muchas veces traumáticamente, cuando se desvía de su verdadero sentido habida cuenta que el Soberano se cansa, es exigente y no le gustan las injusticias, los favoritismos, ni menos la prepotencia.

 

 

Esta verdad, que cada vez se hace más evidente, debe ser atendida por los líderes políticos. La gente se fastidia y es muy perceptiva cuando la elocuente permanencia de los mismos nombres en situación de poder empieza a crear nichos de burocracia, de corrupción, de autoritarismo.

Pero sucede también en otro tipo de entidades, sobre todo en el plano gremial, donde en determinados sindicatos parecen haberse instalado verdaderas monarquías hereditarias.

 

 

Entonces, estos resultados que tanto asombraron a unos y otros, por la contundencia del apoyo a una gestión de gobierno, a todo nivel: nacional, provincial y en los principales municipios, y por el rechazo a una oposición dividida, despechada, con líderes celosos unos de otros, responde a una realidad que no tendrá empacho en modificarse cuando, dentro de dos años, vuelva a concurrir a las urnas.

Pasó en 2009 cuando en los comicios legislativos retiró los votos al oficialismo y se los dio a la oposición. Bastaron dos años para que todo volviera a la situación anterior, lo que demuestra que se pueden corregir los errores. Porque no basta decir de labios para afuera “sabemos que tenemos errores y que falta mucho por hacer”. Hay que identificar esos errores, desterrarlos, y hay que poner manos a la obra en lo que falta por hacer.

 

La conclusión es una sola: la creciente maduración democrática de la ciudadanía obliga a sus líderes a modificar conductas. Deben tomar conciencia que el poder que ejercen es temporario. Penden de un delgado hilo que se cortará no bien se aparten de lo programado y prometido, o no bien las condiciones sociales pierdan su eficacia.

La ciudadanía ya no solo vota cada dos o cuatro años. Ha empezado a custodiar el cumplimiento de promesas y “presta sus votos” a quienes las cumplen. De lo contrario, castiga inexorablemente y uno espera ésta vez que dicho castigo solo sea en las urnas pues hoy flota en el aire un tufillo a decepción que va creciendo peligrosamente hora tras hora al incumplir varios políticos con lo que prometieron, y peor aún, en determinados casos, ser indiferentes e INSENSIBLES ante las angustias de la gente que reclama lo justo y está rubricado en la Constitución como el DERECHO A GOZAR DE TRABAJO Y SALARIO DIGNO.

Fotos: Manuela Calderón Bourband.-