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¿Se divide el Partido Obrero?

La sorpresa que causó la unidad del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) con el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), el Partido Socialista de los Trabajadores Unificado (PSTU) y Poder Popular (integrado, entre otras, por la abogada María del Carmen Verdú) que, de esa manera, se sumaron al Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), a Izquierda Socialista y al Partido Obrero (PO), parece desvanecerse en el aire por la pelea entre la cúpula de esa última agrupación y dirigentes históricos como Jorge Altamira y Marcelo Ramal.

 

Ayer, el PO publicó en su página Web un largo texto titulado: “Altamira y su grupo rompen con el Partido Obrero”, donde afirma que “el Comité Nacional del Partido Obrero considera que el grupo dirigido por Altamira ha resuelto romper con el Partido Obrero para formar su propia organización”. Sin embargo, desde ese grupo aseguran que se trata de un intento velado de expulsión: “pretenden excluirnos del Partido y atribuirnos esa decisión para no hacerse cargo”, sostuvo el ex legislador de la Ciudad de Buenos Aires Marcelo Ramal ante la consulta de Infonews.

 

Como la fábula del alacrán que sentencia “está en mi naturaleza” luego de picar al sapo que lo trasladaba en medio del río provocando la muerte de ambos, la pelea dentro de un partido de izquierda con cierta relevancia política recuerda a muchas situaciones vividas en el pasado.

 

El texto publicado en la página oficial incorpora fundamentos que aparecen como extraños a la actualidad del país, como el extracto que sostiene: “este principio es el punto central del legado del partido bolchevique, al punto que fue el eje de la ruptura con el menchevismo en el 2do congreso del Partido Socialdemócrata Ruso, de donde estos se retiraron en minoría”. Luego se agrega que “los reclamos contra un ‘estado de sitio al interior del partido’ que eran adjudicados a Lenin y los bolcheviques por quienes no estaban dispuestos a que los organismos del partido fueran definidos por la votación mayoritaria de los militantes a expensas del carácter indiscutible de dirigentes, miembros fundadores o círculos de afinidad formados al interior del partido se parecen como dos gotas de agua a los reclamos alarmados de los fraccionistas porque los dirigentes de su simpatía no fueron electos por el congreso”.

 

Para el Comité Nacional del PO, “Altamira y su grupo” dividieron “la unidad de acción del partido, que es la clave del centralismo democrático que funda los estatutos de los partidos revolucionarios”.

 

En cambio, de acuerdo con Ramal existe “una malversación de posiciones políticas históricas del Partido Obrero, hay un rechazo a afrontar la actual situación política argentina y continental con un planteo que dé cuenta de la envergadura de la crisis que se atraviesa en la Argentina y el conjunto del continente, y hay problemas referidos al método y al régimen interno que se están expresado con toda crudeza en estas horas”. En ese sentido, la fracción disidente denunció la “extracción de elementos valiosos en locales partidarios” y cambios de cerraduras en los mismos, entre otros aspectos.

 

“Desde que este gobierno entró en franco derrumbe, en abril o mayo del año pasado, el Partido debía tener una posición firme para que se vaya Macri y debía hacer una campaña política reclamando la revocatoria de los poderes existentes y la convocatoria a una Asamblea Constituyente que tuviera un carácter soberano y pudiera ejecutar medidas elementales frente a la crisis nacional. Pensamos que nuestro partido demoró mucho en abordar esta crisis de régimen adecuadamente y, cuando lo hizo, lo hizo en los papeles pero no a través de una campaña política enérgica”, acusó Ramal en relación al eje de las diferencias.

 

A partir de ese debate el sector aludido planteó la formación de “una fracción pública” dentro del PO, que derivó en la pelea actual.

 

Para el Congreso Nacional, algunas consignas electorales planteadas por el sector encabezado por Altamira, como “fuera Macri”, colocaba al PO “en el campo del voto al pejotismo-kirchnerismo. No obstante, Marcelo Ramal insistió en que, en caso de un ballotage entre Alberto Fernández y Mauricio Macri, su posición “es votar el blanco, no apoyar a ninguno de los dos candidatos que hoy se perfilan”.