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Tragedia en Rosario: son 21 las víctimas fatales

En la tarde de ayer hallaron otros dos cuerpos entre los escombros de calle Salta 2141, donde la semana pasada se produjo la fatal explosión. De esta manera el número de víctimas fatales asciende a 21. Los cuerpos fueron hallados en el sector de los ascensores. Se trata de Luisina Contribunale, de 34 años, y de Santiago Laguía, de quien tanto se habló por la mediación del Padre Ignacio y la reafirmación de su madre en cuanto a que testigos habían presenciado su rescate.

Luisina Contribunale tenía 34 años. Estaba casada, aunque su marido se encontraba en San Nicolás el día de la tragedia. Era odontóloga y trabajaba en una clínica céntrica junto a su hermano menor. Sus estudios secundarios los cursó en el colegio Misericordia. Vivía en el 8º piso del edificio de calle Salta 2141. El día de la explosión había llamado al gasista para que revise la conexión de gas, ya que la llama del calefón en su departamento no se apagaba.

Santiago Laguía tenía 25 años. Nació en Pergamino, desde donde viajó hace siete años a La Plata a cursar los estudios de Medicina y después decidió continuarlos en Rosario. Le faltaban pocas materias para recibirse. El joven vivía en el 7º piso E de Salta 2141. Hasta que terminó el secundario Santiago residió en el centro de Pergamino junto a su familia aunque desde hacía un tiempo se mudó al barrio Centenario, en la afueras de esa ciudad. Jugaba al básquet en el club Comunicaciones pergaminense, al que frecuentaba algunos fines de semana.  La institución deportiva, al poco tiempo de que se conoció el hallazgo de las dos últimas víctimas, le organizaron un homenaje para recordarlo.

En horas del mediodía había sido identificado el cuerpo que había sido encontrado a la mañana y que pertenecía a Lydia D’Avolio (de 86 años) que fue hallada sin vida bajo los escombros del edificio siniestrado.

Como consecuencia de la tragedia fallecieron Ana Rizzo, de 65 años; Oclides Ceresole, de 76; Maximiliano Fornarese, de 34 años; Lydia D’Avolio, de 86; Hugo Montefusco, de 56 años; María Ester Cuesta, de 92; Carlos López, de 40; Adriana Mataloni, 57; María Emilia Elías, de 28; Estefanía Georgina Magaz, estiman las autoridades que tenía 21 años; Domingo Oliva, de 76; Roberto Perucchi, de 68; Teresita Babini, de 67; Florencia Caterina, de 27; Soledad Ullián Medina, de 31; Juan Natalio Penise, de 73; Débora Gianángelo, de 20; Federico Balseiro, de 30 y Maximiliano Vesco, de 29,  Santiago Laguía, de 25, y Luisina Contribunale, de 34.

En tanto, se mantuvo la lista de diez internados en el Sanatorio de la Mujer, el Hospital de Emergencias Clemente Álvarez (Heca), el Hospital Español, el Ipam, los sanatorios Laprida, Parque y Británico. Los heridos en el siniestro son Gisel Patroni, de 23 años; José Carlos Fernández, de 42; Noelia Fernández, de 10; Noelia Fantasia de 25; Eva Ardenghi, de 89; Beatriz López, de 68; Irene Orallen, de 55; María Belén Bazan, de 29; Alicia Baquero, de 31, Ezequiel Risi, de 22.

Fin de las tareas de rescate

 ROSARIO CIERRE TAREAS DE RESCATE

Con eso la frustrada esperanza de los que se aferraban a encontrar con vida a los últimos dos jóvenes buscados, Santiago Laguía y Luisina Contribunale, terminó todo. El trabajo de los rescatistas de diferentes localidades de la provincia y el país que no durmieron durante siete días y se dedicaron a revolver escombros y buscar vida entre la muerte, la que no encontraron.

Los cuerpos se fueron rescatando día a día, la solidaridad de los rosarinos fue en aumento y también el aguante que se les hizo a cada uno de los que pusieron el cuerpo para el rescate.

El final fue anunciado por el propio gobernador Antonio Bonfatti, quien se acercó a agradecer a los rescatistas y bomberos, y a todos los voluntarios el empeño que pusieron día a día para colaborar en la zona de la tragedia.

Sirenas, aplausos y multitud que se acercó al lugar, marcaron el fin de la búsqueda. Los testimonios eran muchos, aunque lo que acompañó cada uno de los relatos fueron lágrimas que parecían no terminar nunca.

Un largo adiós repleto de angustia y dolor que daba el inicio de otra etapa, la de reconstruir sobre la tragedia más fuerte que golpeó el corazón de la ciudad y la transformó en otra. Menos previsible y menos segura. Al menos de una seguridad que nadie se planteaba hasta una semana, la de morir en el interior de una casa por una explosión. En estos largos días de luto y esperanza, de respeto y fuerza, los rosarinos mostraron su mejor cara y ahora sólo resta seguir adelante.

Mañana empezará otra etapa. Será el día de la reconstrucción. Las frágiles estructuras de Salta 2141 terminarán de caer y un hueco enorme y silencioso quedará en la memoria de todos. Ahí empezarán los por qué, el preguntarse con más intensidad quién tuvo la culpa, revisar las concesiones menemistas, de pensar en la prevención y en todo lo que queda por reconstruir. La ayuda también será necesaria para los que perdieron a sus seres queridos, para los que sobrevivieron y para los que fueron testigos de una tragedia jamás pensada.

Palabra de héroes

“Nos agradeció por lo que se hizo, por lo que se pudo hacer”, comentó uno de los rescatistas más jóvenes, sin poder evitar derramar lágrimas luego de que Bonfatti hablara con él y con cada uno de los bomberos.

“Me siento en paz, les devolvimos los hijos a sus padres”, fue la desgarradora frase de uno de los rescatistas, minutos después de que se encontraran las víctimas número 20 y 21 de la tragedia de Salta al 2100.

Tras recibir el agradecimiento del gobernador santafesino, Antonio Bonfatti, los rescatistas y paramédicos dejaron la Zona Cero de la tragedia entre lágrimas de emoción, mientras los vecinos y voluntarios les dedicaban un aplauso ininterrumpido por al menos media hora.

Un ex combatiente que también participó de las tareas de rescate aseguró que “en Rosario las elecciones las ganó la solidaridad”, mientras algunos bomberos apenas si podían pronunciar frases entrecortadas. “No estamos acostumbrados a tanta gratitud”, sostuvo uno de ellos.

Las muestras de agradecimiento y apoyo se sucedieron en uno de los momentos más emotivos de los siete dáis de búsqueda de sobrevivientes. “Nos vamos felices. Cumplimos lo que vinimos a hacer. No dejamos a nadie”, sostuvo uno de los rescatistas mientras todavía sonaban los alpausos y las sirenas de las autobombas.

Uno de los bomberos mostraba con emoción una remera que un vecino le regaló por la calle, en agradecimiento por su labor. “Sin palabras”, fue lo único que pudo decir el rescatista exhibiendo el “trofeo”, apenas una prenda que sin dudas vale muchísimo más de lo que cuesta.

“Dejamos todo, en todo momento. Con el dolor del alma, lo sentimos muchísimo, pero dejamos todo”, dijo uno de los bomberos voluntarios, quebrado por la emoción, quien aseguró que se viven “sentimientos encontrados”.

Luego, los bomberos protagonizaron un emocionante abrazo grupal, todavía detrás de las vallas y con las sirenas de las autobombas sonando a todo volumen. Cuando los rescatistas dejaron el sector del epicentro de la tragedia, los vecinos le dedicaron extensos minutos de aplausos y abrazos a los rescatistas y voluntarios, que trabajaron sin descanso durante casi una semana completa.

Tras más de media hora de aplausos, todos los presentes juntaron sus voces para entonar las estrofas del Himno Nacional Argentino, mientras algunos rescatistas mantenían sus cascos en alto y un grupo de bomberos mostraba una bandera celeste y blanca con la palabra “gracias”.