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Según su esposa, el gasista “No se escapó, salió a pedir ayuda”

Estela González hace cuarenta años que está casada con Carlos Osvaldo García (62), el gasista que el martes pasado estaba trabajando en el edificio rosarino de Salta y Oroño, donde se produjo la explosión por un escape de gas, que hasta el momento dejó trece personas fallecidas. Convencida con firmeza, considera inocente a su esposo.

Estela definió a su marido como una “buena persona”, que “siempre la peleó desde abajo”. Además, dice que después de veinte años de trabajo estaba por retirarse y que dudó a la hora de aceptar el trabajo de la calle Salta. Desde el martes, García se encuentra detenido –también lo estuvo su ayudante, Pablo Miño– por estrago culposo.

“Esto no es algo que el gasista fue a abrir y nada más; lleva un proceso en el que el gasista tiene que ir a Litoral Gas, llevar los papeles, la empresa tiene que mandar un inspector para ver si puede hacer el trabajo, y recién ahí la empresa da el ok. Si él fue a hacer el trabajo, fue porque primero dio el ok Litoral Gas. Qué pasó después en el área de trabajo no te lo puedo decir porque yo no estaba”, detalló la esposa del gasista.

Además, admitió “antes de que él fuera a hacer este trabajo había denuncias de tres años. El dudaba en agarrar el trabajo, que lo tenía que hacer una persona muy responsable. Por eso fue varias veces a pedir la aprobación de Litoral Gas, porque si la empresa no lo hace, el gasista matriculado no puede tocar nada. Aparte, antes de que él aceptara había ido otro gasista. No sé qué pasó, yo lo único que digo es que es un hombre muy responsable y no es que él fue y se metió, sino que Litoral Gas, que hoy se lava las manos, dio el ok.

 

Luego fue terminante, categórica, en su defensa al marido “él llama a Litoral Gas y no lo atienden. Entonces encuentra un patrullero y pide ayuda. Algunas personas señalan que ahí él se sube a la chata, cuando en realidad pedía ayuda. Y el muchacho que cuida las herramientas detiene el tránsito. Mi marido tiene todas las grabaciones de pedidos de ayuda grabadas en su celular y las presentó el abogado. Está registrado el auxilio que alcanzó a pedir. Obviamente que la presión de gas era grande. Aparte, tuvo un preinfarto por la expulsión que sufrió y golpeó contra algo. Cuando se levantó del piso le pidió al portero que interviniera. Porque Carlos antes de hacer el trabajo le dijo al portero que previniera a los vecinos, que vaya departamento por departamento, que cerraran la llave de gas y apagaran lo que tenían encendido”.

Y, con gestos sinceros, volvió a enfatizar: “él no corrió, no es que se iba, no es que se subió para escapar, sino que salió por ayuda, fueron minutos, segundos. Estoy dolida por la gente, por los medios, por mi familia, porque no se lo merecía. Él no se lo merecía y ahora está muy desconsolado, muy acongojado. Tiene más de veinte años de experiencia y es uno de los mejores gasistas de Rosario. Por eso se le dio este trabajo. Yo le dije que no lo hiciera, porque a veces es como una intuición que una como esposa tiene. El me comentó que éste iba a ser su último año en gas. Había decidido un tiempo de paz”.