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Se profundiza “La Grieta” Liberal: otra baja en el Gobierno de Milei

Un despacho cerrado. Golpes estridentes en la puerta. Funcionarios grabándose unos a otros. Tras este incidente, Valdez Duffau presentó su renuncia al organismo liderado por el exjuez Alberto Baños. Los empleados calificaron el suceso como “increíble”.

La administración de Javier Milei continúa desintegrándose. La semana pasada, la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación fue testigo de una discusión entre funcionarios de alto rango. Esto llevó a la dimisión del subsecretario de Asuntos Internacionales, Mathías Valdez Duffau, quien renunció este martes tras no haber completado ni siquiera dos meses en su cargo.

Desde abril, se rumoreaba que el secretario de Derechos Humanos, Alberto Baños, buscaba la renuncia de Valdez Duffau. Los hechos se aceleraron el jueves, cuando el funcionario regresó después de unos días de licencia. Entró en su oficina, mencionó problemas con su computadora, se encerró y comenzó a hablar por teléfono.

Poco después, Gabriel Wilkinson, director nacional de coordinación estratégica de la Secretaría, llegó y golpeó la puerta repetidamente, pero Valdez Duffau no respondió. Se cree que tanto dentro como fuera de la oficina se estaba grabando lo que sucedía. Finalmente, el subsecretario abrió la puerta.

–Vamos a ver al doctor Baños– ordenó Wilkinson, visiblemente alterado. Hubo una reunión y desde entonces, Valdez Duffau no volvió a la exESMA, donde también había tenido enfrentamientos con los trabajadores. Antes de irse, se tomó una foto en la puerta de la Secretaría de Derechos Humanos.

Muchos describieron lo ocurrido como un “asunto de barricada” y algo extraordinario para la Secretaría de Derechos Humanos. Desde el organismo intentaron minimizar la situación. Portavoces del secretario le dijeron a este diario que la salida no había sido tumultuosa y destacaron que no querían hacer más comentarios sobre el tema.

Desde la Secretaría se informó que Valdez Duffau estaba de licencia médica. Eso es lo que indicaba la nota que él envió al ministro de Justicia, Mariano Cúneo Libarona, al comunicar su renuncia. Explicó que padecía una afección cardíaca relacionada con el dengue y que necesitaba evitar situaciones de estrés.

Según lo averiguado por este diario, Valdez Duffau fue personalmente al Ministerio de Justicia para entregar su renuncia. Aunque su superior directo era Baños, con quien aparentemente no tenía buena relación. Valdez Duffau había mencionado que fue designado por decreto, por lo que entendía que solo el propio Javier Milei podía destituirlo.

Lo que aún no se ha explicado es por qué se dio la salida tumultuosa del funcionario, que estaba a cargo de las respuestas del gobierno argentino ante organismos internacionales de derechos humanos, como distintas oficinas de las Naciones Unidas o del sistema interamericano. Entre otras tareas, le correspondía canalizar la respuesta del Estado argentino al Comité contra la Desaparición Forzada (CED) por la desaparición del policía porteño Arshak Karhanyan.

Valdez Duffau se unió a la Secretaría de Derechos Humanos el 12 de marzo pasado, cuando Baños llevaba casi tres meses en su cargo. La demora en su nombramiento se debió en parte a que residía en Bangkok, Tailandia, donde trabajaba en el ámbito académico. Es abogado egresado de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y tiene estudios de posgrado en Japón.

En realidad, Valdez Duffau no fue la primera opción para el puesto. La primera propuesta para la subsecretaría de Asuntos Internacionales fue Siro de Martini, un exasesor de Germán Garavano, el exministro de Justicia de Mauricio Macri. De Martini, quien durante el gobierno de Cambiemos fue señalado como uno de los intermediarios para que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) escuchara los reclamos de los defensores de los represores, estuvo unos días en la Secretaría de Derechos Humanos pero rechazó la oferta de Cúneo.

Tampoco está claro cómo Baños seleccionó a Valdez Duffau, quien lleva más de diez años fuera del país. Según conocidos del funcionario renunciado, la historia es bastante extraña, incluso para los estándares de la administración de La Libertad Avanza (LLA): afirman que fue contactado a través de su perfil en LinkedIn y que no conocía ni a Baños ni a Cúneo Libarona. Baños, en realidad, llegó a la Secretaría por su larga relación con el ministro de Justicia, y después de jubilarse como juez. Durante su tiempo como magistrado, estuvo a cargo de la investigación (o falta de ella) sobre la desaparición de Karhanyan.

Hace tiempo, Cúneo Libarona anunció que estaba “auditando” diversas áreas del Ministerio de Justicia, incluida la Secretaría de Derechos Humanos, bajo acusaciones de ausentismo laboral o irregularidades. “Es necesario realizar esta tarea porque el daño social que generan es enorme”, se justificó el ministro después de afirmar que un tercio de los empleados de su cartera eran superfluos. A pesar de sus comentarios públicos sobre los empleados, el escándalo estalló en la cúpula de la Secretaría de Derechos Humanos, una de las áreas más sensibles del gobierno.

Además, el incidente con Valdez Duffau ocurrió justo cuando Cúneo Libarona anunció con gran fanfarria que había ordenado una auditoría de las reparaciones que se deben abonar a víctimas del terrorismo de Estado. Esta medida fue bien recibida por sectores negacionistas. La vicepresidenta Victoria Villarruel fue una de las primeras en elogiar la iniciativa de Cúneo.

El ministro de Justicia afirmó que había descubierto una banda que se hacía pasar por familiares de detenidos-desaparecidos para defraudar al Estado. En realidad, el líder del grupo había sido denunciado en 2014 por la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos (AEDD) por haber falsificado una declaración de Adriana Calvo, la primera sobreviviente en declarar en el Juicio a las Juntas. Ese mismo año, también fue denunciado por la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos. En 2021, una víctima del terrorismo de Estado presentó una denuncia anónima y, poco después, la Secretaría de Derechos Humanos –encabezada por Horacio Pietragalla Corti– se convirtió en querellante e impulsó la causa judicial. Ese expediente es ahora utilizado por Cúneo Libarona para retrasar los pagos de las indemnizaciones que el Estado argentino debe realizar.

La Secretaría de Derechos Humanos no es la única sacudida por renuncias tumultuosas. El lunes, el ministro de Defensa, Luis Petri, solicitó la dimisión de su jefe de gabinete, Carlos Becker, un retirado del Ejército que había trabajado previamente con Patricia Bullrich en el Ministerio de Seguridad. Las razones de la salida de Becker –uno de los hombres en los que Petri se apoyaba, junto con Claudio Pasqualini, el secretario de Estrategia y Asuntos Militares– van desde un presunto distanciamiento entre Petri y su excompañera de fórmula hasta conflictos internos dentro del propio Ejército.

Fuente: Luciana Bertoia | Página12

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