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Se apagó una de las mejores voces entrerrianas

ESPECIAL (por Francisco “Pancho” Calderón).- No fue un fin de semana común. Las celebraciones por la Pascua de Resurrección, el ajetreo febril por el intercambio turístico, la Feria de Emprendedores y otras actividades desarrolladas especialmente en la faz cultural opacaron o minimizaron una infausta primicia: fue hallada sin vida, en su domicilio particular, la locutora oficial del Gobierno entrerriano, Lucrecia Benítez.

Esta es una de las noticias que uno no desea dar, o mejor dicho, recibir, pues en realidad nos enteramos por medios colegas del aciago suceso. Presuntamente, todo será sometido a una investigación e inicialmente solo se ha tributado a los medios, información básica de la cual se han desprendido diversas conjeturas en cuánto al cómo fue encontrado el cadáver de Lucrecia Benítez.

Se habla de suicidio, se tejen distintas hipótesis, pero lo cierto es que una de las mejores voces de la provincia se acaba de apagar en un episodio difuso, que por estas horas es investigado por la Policía de Entre Ríos para esclarecer las causas que -supuestamente- llevaron a que la locutora del Gobierno haya -insistimos…presuntamente- tomado la trágica decisión de quitarse la vida.

Hacía mucho que no charlábamos con ella, de hecho que la última vez fue en el Coliseo de calle 25 de Junio, en ocasión de desarrollarse la apertura del 132° Período de Sesiones Ordinarias, allá por mediados de febrero.

Fue en dicha ocasión que le tomamos la última foto algo que tradicionalmente hacíamos cuando coincidíamos en alguna que otra cobertura. De hecho que nos genera un impacto especial ver cómo se ha ilustrado las funestas crónicas de medios colegas con fotos que registrara nuestra humilde cámara, recordamos que una de ellas fue en Colonia Elía y la restante en el Consejo General de Educación.

Lucrecia nunca esbozó un sentimiento que nos haga imaginar algún tipo de medida futura cómo de la que se está haciendo referencia en distintos sitios periodísticos. Sí reflejó diversas turbaciones por alguna que otra coyuntura de salud personal o familiar, sus desvelos como madre, el consabido tema de cómo llegar con la mayor dignidad a fin de mes, las relaciones laborales, etc. Preocupaciones, digamos, comunes y/o recíprocas aunque claro que nunca llegamos a cultivar una relación de amistad profunda para ahondar en detalles y todo se limitó a esporádicos encuentros públicos por coincidir en coberturas de actos oficiales y hasta por allí vernos en un par de veces en el supermercado.

Quizás por ese no fortalecer algún vínculo de amistad mayor no nos dimos cuenta de alguna problemática extrema que pueda haber repercutido, quizás, en su vida cotidiana.

Y hoy, anoticiados por tan amarga circunstancia, nos provoca profundo pesar saber que no compartiremos esas conversaciones en las que ambos solíamos hacer catarsis efímeras, brevísimas, en un alto de tan habitual derroche de adrenalina siguiendo al gobernador o al vice.

Lucrecia tenía una de las mejores voces que hayamos escuchado en locución oficial, un tono particular, una dicción clarísima, una expresión singular.

Una pena no haberla conocido con mayor exhaustividad, y tal vez por ello nos extraña en lo más recóndito de nuestra mente y corazón, que una joven tan vivaz, tan carismática, de carácter tan explosivo -para arriba-, haya querido poner punto final a su vida.

Aunque puede ser que por haber sido tan fugaces nuestras conversaciones y no cohabitar permanentemente un ámbito laboral, o el no formar parte mutuamente de cada agenda de amistades, hubiésemos conocido solo un matiz de su cotidiano trajinar.

Al menos nos quedan las pocas fotos que supimos tomarle y la memoria imperecedera de esa sonrisa cautivante y de ese desparpajo simpático con el que se movía entre tantos hombres sin perder su compostura y sin que nadie le ose faltar el respeto.

Chau nena…-así le decía a ésta compañera de trabajo que nos ha dejado-… Algún día nos encontraremos, pero cuando ello suceda ojalá confíe más y nos cuente que pasó por su mente para haber -aparentementente- adoptado semejante decisión.