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Puiggari contra la “globalización de la indiferencia”

Los católicos recordaron ayer la pasión de Cristo, el camino al Gólgota y su crucifixión, y lo hicieron con celebraciones en los templos que incluyeron el Vía Crucis y la ceremonia de la adoración de la cruz, sin misas. El arzobispo de Paraná, Juan Alberto Puiggari, encabezó la celebración en la Iglesia Catedral Nuestra Señora del Rosario durante la tarde ante un templo que tuvo una feligresía inquieta: la gente entraba, recorría, rezaba unos minutos y después salía con la tradicional recorrida por las siete iglesias.

 

En su homilía, Puiggari recordó que el Viernes Santo “es el día de mayor oscuridad y al mismo tiempo, el de mayor luminosidad”.

Las palabras del prelado apenas se oían adentro de la Catedral: en el momento en el que hablaba, afuera había un alboroto de sirenas: poco después de las 18 llegó al centro de la ciudad el lote de 234 ciclistas que habían participado del raid “Siete pueblos, siete iglesias”.

 

Antes, al inicio del Triduo Pascual, el Miércoles Santo, había estado especialmente atento a la situación del clero diocesano.

Así lo recogió un cable de la Agencia Informativa Católica Argentina (AICA), que puso el acento en que el sermón de Puiggari se centró sobre “las dificultades que atraviesa el presbiterio local, y consideró que se trata de la condicional normal de la Iglesia presente, como prolongación de Cristo crucificado”.

 

Puiggari, de acuerdo a lo que reflejó AICA, dijo: “Quisiera pedirles que vuelvan a ese momento lejano o cercano de la ordenación sacerdotal, cuando fueron llamados por su nombre y dijeron llenos de temor y emoción ‘adsum’, ‘heme aquí’. Frente a nuestro pueblo volvamos a decirle al Señor con las palabras de Pedro: ‘Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero’”.

Ayer, en la celebración del Viernes Santo, Puiggari se centró en recordar las palabras del papa Francisco, pero también pidió a los fieles presentes que tomaran con “un compromiso grande y no como un gesto más” la ceremonia de adoración de la cruz.

 

Luego, parafraseó al Papa, y pidió a los católicos que tuvieran un “compromiso constante con los que sufren”.

Después, reparó en tragedias humanas sucedidas en los últimos días en distintos puntos del planeta, como la masacre de 147 estudiantes universitarios en Kenia, y advirtió que “tanto sufrimiento hay en el mundo por ser cristiano”.

Después, reparó. “Tanto sufrimiento, además, hay acá, en nuestra ciudad, que no nos sea indiferente”.

 

En Viernes Santo, día en el que se recuerda la pasión y muerte de Jesús, todas las iglesias aparecen despojadas, no hay celebración de misa, y el púrpura es el color que utiliza el celebrante. No hay música ni repican las campanas.

Y la celebración de la pasión se desarrolla en tres pasos: la Liturgia de la Palabra, la adoración de la Cruz y la Comunión.

 

Después de la Liturgia de la Palabra en la Catedral, Puiggari retomó las palabras de Francisco en Cuaresma –los cuarenta días que preceden a la Pascua—cuando pidió “que combatiéramos la globalización de la indiferencia”.

El arzobispo de Paraná recordó que “en el hermano que sufre, en el hermano perseguido, está Jesús”.

 

Después, se preguntó: “¿Nuestra fe saldrá viva de esta Semana Santa y empezaremos a contemplar el rostro de nuestros hermanos? ¿O, como le gusta decir a Francisco, llegaremos a tocar las llagas de Cristo en el hermano que sufre?”