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Oíd mortales el grito sagrado: Scola!!!

Con Luis Scola Extraterrestre (¿es humano?…), con un Hernández sagaz en extremo en sus riesgos asumidos, y con un grupo de guerreros extraordinarios, Argentina deja en el camino a Brasil, clasificando para los Cuartos de final del Mundobásquet Turquía 2010, instancia en la cual enfrentará a Lituania. El planeta -extasiado por la sangre, coraje y talento del conjunto CABB- contempla deslumbrado la producción magnífica y el fuego sagrado del astro de Houston.

Orgullo y emoción provocan estos jugadores, liderados por un Luis Scola movilizador, conmovedor hasta las lágrimas. Igualito al pesetero de Messi, ¿no?…Uno: ejemplo de lucha titánica contra cualquier adversidad, el otro que solo brilla si es con la casaca de la empresa que le da millones a él y a su entorno.

Luifa…este gigante de corazón fantástico, volvió a ponerse la pilcha de obrero, sin dejar la chapa de ingeniero de una nueva obra monumental que se viene diseñando a través del estudio del “arquitecto” Hernández que supo realizar un estudio minucioso para saber amalgamar los materiales que le otorgaron tras no conseguir algunas herramientas esenciales que se quedaron afuera de ésta edificación excepcional.

Pero dejamos unos centímetros de hablar de Luis, El Magnífico, para resaltar algo de lo que pocos destacan: el GRUPO HUMANO. Y esto es mérito del entrenador/arquitecto. El bahiense supo establecer cimientos firmes tanto en lo que atañe a plantel como colaboradores y hasta en lo que respecta al nexo, equipo-CABB. Todos para uno, y uno para todos. Es el slogan evidentemente.

Prueba irrefutable de ello, el cómo supo sobreponerse la Argentina TODA ante las innumerables adversidades vividas en la previa al Mundial, entre ellas perder a 48 horas antes del debut a Nocioni, la posterior enfermedad y marginación de Oberto, como de modo especial -en lo espiritual- la daga que a cualquiera mataría de sufrir a miles de kilómetros de distancia la infausta noticia inherente al fallecimiento de la mamá de Gonzalo García, asistente del head coach yy un tipo muy querido en el seno de la delegación.

Sí, sí… en la mañana previa al duelo con el mejor Brasil de los últimos tiempos y dirigido por ese tremendo coach que le dio tanto a nuestro baloncesto como Rubén Magnano, llegó desde Sudamérica la amarguísima novedad.

Por eso es que éstos tipos emocionan, perturban (en positivo) excitan hasta que duela el pecho de tanta adrenalina. Estos fenómenos dejan el alma y el pellejo, sin importarles contratos que ningún civil de clase media o media-alta en la Argentina tienen. Son cracks que en la mayoría de los casos hasta la vida de sus nietos tienen asegurada y sin embargo acometen cada compromiso con un coraje inconmensurable.

Lo de Scola ha sido tan impresionante que no hay más calificativos.

Delfino demostró la enorme calidad que posee, transmitiendo una seguridad notable en momentos álgidos.

Jasen con unos cojones asombrosos, y una jerarquía decisiva para hacer de acciones difíciles, resoluciones simples y eficaces.

Oberto aportando sus años, su interminable oficio y centímetros para desgastar abajo pese a la pérdida de kilos.

Prigioni metiendo dagas con esa categoría estupenda.

Leo Gutiérrez y sus misiles de alto impacto.

Señores…hay que pararse y aplaudir a rabiar a éstos muchachos y no olvidarlos NUNCA. A ellos y a los que en ésta ocasión no tuvieron tanta participación pero son igualmente héroes como aquellos animales de mayor protagonismo.

Pero vuelvo a insistir con un punto. El majestuoso duelo de técnicos. Hernández arriesgó y ganó.

El juego tuvo el ritmo propuesto por el head coach de Bahía. Posesiones largas, muchos pases y definir no forzado.

Magnano aún debe sufrir un dolor enorme de cabeza. Todo lo que él planificó, paulatinamente -poco a poco- sus hombres lo tiraron a la basura, terminando el cordobés mirando con resignación el cierre anarquico color “Verdeamarelho”.

Demasiados arrestos individuales y solo Huertas y Barbosa con manos calientes e incisivo poder de decisión, sin hallar los espacios y ángulos ideales contra el muro opuesto por el diagrama táctico argentino.

Juego en equipo???…NADA y peor aún, una descompensación defensiva de menor a mayor suicida pese a la enorme e indiscutible sapiencia de su coach en éste rubro.

Claro…Es verdad que hubo una clave neurálgica: Scola. Pero se armaron las situaciones para dejarlo ubicado en los ángulos ideales de dilucidación como tuvo SIEMPRE 4 escuderos que fueron soportes para que sus manos representen el axioma fundamental de la Argentina, especialmente en las instancias más calientes, en los contextos más complicados.

Todo lo contrario Brasil, que terminó apostando a un Huertas endiablado pero QUE NO ES EL EMBLEMA y eso conllevó a que Leandrinho termine eclipsado y Splitter como Varejao concluyan cuasi ignorados abajo.

Y en esto descripto, sea reconocido, o no, MUCHO tuvo que ver la organización de Hernández y su valiosísimo séquito.

Pero antes de la crónica, les propongo algo… Adular unos centímetros más a Scola (do Samba)…

Saben a quien me hizo acordar el Luifa???… A esos juegos en los que solo Jordan definía para los Bulls. En los que TODOS sabíamos que la bola era para Michael, que la iba tirar Miguelito, y que la iba a encestar Air.

Por eso es que me pregunto… Qué hubiese pasado si los Spurs no hubiesen sido tan ridículos de negarse a juntar al Manu y al Luifa junto a Fabri, y Tim???… No creen que las Espuelas de San Antonio todavía hoy seguirían conquistando reinados???…

Crónica de una siesta memorable

La historia dirá que con una notable labor de Luis Scola, Argentina pasó a los Cuartos de final del Mundial 2010 al vencer a Brasil por 93 a 89, instancia en la que enfrentará a Lituania.

El pivote convirtió 37 puntos (13/19 dobles y 1/1 triples) y capturó 9 rebotes en 39′ y fue clave en la resolución de un partido de muy alto relieve, sumamente equilibrado y de los mejores que hubo en este torneo. Con este registro Scola superó la marca de argentinos en Mundiales (Alberto Desimone le hizo 35 puntos a México, 75-66, en Chile 1963).

El trámite rompió con todo lo que se esperaba en la previa, tuvo poca fricción y ambos combinaron altos porcentajes de cancha, lo cual generó un espectáculo de alto voltaje emotivo y de resolución incierta hasta su mismo cierre.

Si lo ganó Argentina fue porque demostró tener más carácter y fortaleza mental en el momento caliente y porque además lo tuvo a Scola, quien marcó la diferencia con un partido colosal. Esto fue tan así que el gran rendimiento de Marcelo Huertas (32) quedó opacado y en segundo plano, como el propio base brasileño con su gestión singular terminó eclipsando a un emblema como Leandrinho y sacando de acción a internos desequilibrantes como Splitter y Varejao, borrados por la defensa que bosquejó Hernández y por no ser debidamente alimentados por el independiente Marcelinho que terminó jugando “su” partido al mejor estilo Patoruzú.

En el primer tiempo ninguno de los dos pudo distanciarse más allá de los cuatro puntos (Argentina, 21-17) y tuvieron el control de manera alternada. Argentina empezó efectiva con los triples y anotó 5/6 intentos (Delfino 3). Brasil apostó más por la pintura y sus argumentos han sido las penetraciones de Marcelo Huertas (10) y Leandrinho (10) a los que la defensa argentina no siempre controló bien (25-25).

Para el segundo tramo el partido bajó algo su goleo pero no en intensidad. Después de dos minutos casi sin anotaciones Brasil volvió a situarse al frente hasta parecer que Argentina, con un parcial de 7-0 (27-30 a 34-30), atravesaba su mejor momento y obtenía su máxima de seis (46-40). No obstante, un doble de Marcelinho, un triple bonificado y dos libres de Huertas hicieron que Brasil se lleve la victoria parcial al descanso (46-48). Por entonces Argentina llevaba 16/27 (7 triples) y Brasil 17/30 (7 triples).

Los brasileños abrieron el tercer cuarto con un 7-0 (13-0 en el acumulado) para establecer la mayor renta de siete (46-53). Entonces Scola y Delfino con dobles y triples decisivos volvieron a provocar la paridad (53-55) y fue el propio Scola quien aportó los últimos 7 puntos en medio del equilibrio total (66-66).

El último segmento el partido estuvo lejos de resolverse. Brasil, con dos triples de Leandrinho en pocos segundos, volvió a distanciarse (66-72) pero del otro lado apareció Jasen y le pagó con la misma moneda de cambio (72-72). Finalmente hubo un triple de “Leo” Gutiérrez que -al igual que en otros encuentros anteriores- pareció ser el punto de inflexión justo (77-74). Desde ese momento Brasil en cuatro minutos sumó dos puntos y con Jasen y Oberto, Argentina se fue a cuatro y no perdió más la delantera (81-77).

Los últimos dos minutos fueron a todo Scola y más el sacrificio del resto. Dos dobles producto de sendas asistencias de Prigioni alejaron a la Argentina por seis (85-79). Pero Brasil no se rindió. Un triple de Huertas y otro par de libres lo devolvieron al juego (85-84). Cuatro puntos más de Scola y dos simples de Delfino empezaron a escribir la historia con 7.6 segundos por jugar (91-86).

Entre ellos hubo una jugada que quizás lo graficó todo. Scola le robó un balón en defensa a Leandrinho como si fuera un base y recibió la falta. Increíble. Otro triple, a plena carrera, de Huertas con 1.9 segundos en el reloj alargó el suspenso (91-89). Después Splitter cortó con infracción a Scola y convirtió los dos libres que le pusieron punto final a un partido que posiblemente por algún tiempo quede en la memoria de propios y extraños.

Argentina finalizó con 33/57 de campo (11/18 triples) y Brasil 29/54 (12/24). El conjunto nacional sumó 11 pérdidas (7 en el primer tiempo) y Brasil, 7. En libres Argentina concluyó 16/20 libres y Brasil 19/25. En rebotes Argentina ganó 29-22. Fueron estadísticas elocuentes de un partido impresionante.

En el balance, luego de observar otros clasificados, la sensación fue que ninguno de los dos mereció quedar eliminado.