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Nuestra Señora del Rosario: multitudinaria muestra de fe

ANTICIPO.- Los católicos celebraron este jueves la festividad de Nuestra Señora del Rosario, Patrona de Paraná. La conmemoración religiosa central comenzó con una multitudinaria procesión de fieles quienes partieron desde la Catedral y peregrinaron por las arterias España, Italia, Urquiza y arribo a Plaza de Mayo donde el Arzobispo Mario Maulión y el Cardenal Estanislao Karlic presidieron la ceremonia eucarística en cuya homilía hubo un manifiesto de rotundo rechazo a los flagelos que sacuden a la sociedad argentina, de modo especial se reafirmó una cerrada oposición al aborto, y el no ceder a la tentación de la violencia, “de cualquier tipo que fuere”, reclamándose un férreo compromiso de los católicos en la “defensa de la vida”.

La instauración del 7 de octubre como la festividad de Nuestra Señora del Rosario no está ligado a una cuestión de fe en el estricto sentido, sino que recuerda a una batalla entre cristianos y turcos. El 7 de octubre de 1571 los cristianos logran vencer a la flota otomana en Lepanto, y esa victoria, cuenta la historia, se debió a la intercesión de la Virgen.

Dos años después de aquella batalla, el papa Gregorio XIII instituyó esa fiesta de acción de gracias a la Virgen, que inicialmente podía celebrarse el primer domingo de octubre únicamente en las Iglesias que poseían un altar dedicado a la Virgen del Rosario.

Otro pontífice, Clemente XI, en 1716 la extendió a toda la cristiandad, y más tarde, Pio X, la fijó en el 7 de octubre.

Aquí en Paraná, los vecinos la eligieron patrona en una recordada votación que se celebró a instancias del cura párroco Dionisio Álvarez: el 1º de enero de 1825 se realizó la elección, y resultó electa la Virgen del Rosario.

De aquí que la devoción mariana local está ligada estrechamente al nacimiento de la ciudad. El Cabildo Eclesiástico de Buenos Aires creó el 23 de octubre de 1730 el Curado de los Arroyos, en Rosario, y el de “la Otra Vanda del Río Paraná”.

Para ornamentar el nuevo templo, mandó traer todos los elementos del culto que sin uso estaban en la Capilla del Rincón, en Santa Fe. Entre éstos, llega la imagen histórica de Nuestra Señora del Rosario, que cada fiesta patronal sale en procesión a las calles.

De acuerdo al historiador Juan José Segura, esa imagen de la Virgen tiene más de 400 años, ya que habría llegado a América de la mano del conquistador Juan de Garay.

Un grupo de pobladores se nuclea en torno a una humilde capilla dedicada a esta advocación y ubicada en un lugar llamado “Bajada de Paraná” a orillas del río. En 1730 se crea allí un parroquia. El P. Francisco Arias Montiel, su primer párroco, propaga la devoción, funda escuelas, pacifica y convierte a los aborígenes. El amor a la Virgen es el lazo de unidad y factor de progreso. El sucesor, P. Francisco Álvarez, deseoso del nombramiento de un patrono o patrona de la cuidad, decide la realización de un plebiscito popular. La elección es entre la Virgen del Rosario, San Miguel Arcángel y Santa Rosa de Lima, realizándose el 1º de enero de 1825 y resultando electa la Virgen del Rosario.

Este hecho nos permite tener una idea de la importancia concedida a los patrocinios y la repercusión popular de tales acontecimientos.

La Virgen bajo esta advocación preside la primera bendición de nuestra bandera, el 25 de mayo de 1812. Patriotas tales como Belgrano, Arenales, Güemes, se cuentan entre sus devotos.

La Virgen del Rosario es también venerada especialmente en las provincias de Jujuy, San Luis, San Juan y en Mendoza.

No a la violencia, no al aborto

La Iglesia Católica reafirmó su cerrada oposición al aborto, al que calificó como un “crimen” contra “inocentes”, y reclamó a sus fieles un mayor compromiso en la “defensa de la vida”.

Fue durante la celebración de la misa por la festividad de Nuestra Señora del Rosario, patrona de Paraná, y por boca del arzobispo Mario Luis Bautista Maulión, que sin vueltas arrancó su homilía con una frase binaria: desde el comienzo, “junto a lo maravilloso de la vida, está lo terrible de la destrucción de la vida”.

A lo largo de los casi treinta minutos de sermón, subido a una tarima puesta al pie del monumento ecuestre al General San Martín, en medio de la Plaza 1º de Mayo, un altar improvisado a raíz de la imposibilidad de los fieles de acceder al atrio de la Catedral, adonde está la inconclusa obra del mandapeatón, Maulión se centró en la “defensa de la vida” y reprochar las actitudes pro abortistas. “Es claro que como creyente y como hombre, estoy llamado a no realizar acciones que por descuido, por interés, por odio, por pago, por desinterés, y sobre todo con premeditación tengan como consecuencia la muerte”, afirmó.

Ese, aseveró, es “el camino para que nuestra sociedad supere los desencuentros provocados por la violencia de cualquier tipo que sea, y que se avance por una sociedad que se vaya reconciliando hacia una actitud fraternal, amistosa entre los miembros”.

Y pidió “no ceder a la tentación de la violencia, de cualquier tipo que fuere. De todas las causas de muerte. El aborto es una de ellas, pero no la única. Es preciso confirmarnos y comprometernos para la defensa de toda vida, para el cuidado de toda vida, pero sobre todo, todas esas causas injustas de muerte que se manifiestan en tan variadas formas”. AMPLIAREMOS.-