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Navidad…momento ideal para que reflexionen los políticos

A horas de la Navidad los desencuentros de los argentinos se profundizan. El irrespetuoso disenso, la falta de diálogo enriquecedor, la carencia casi absoluta de autocrítica y una incipiente actitud inhumana mayoritaria de la clase política se transforman en un paradigma nocivo.

Peor aún, la violencia conlleva a una inseguridad acentuada, la pobreza estructural y espiritual, revelan una honda fragmentación de la sociedad.

Los acontecimientos de estos últimos días han puesto en los corazones de millones de argentinos la evidencia de serios problemas que manifiestan signos de quebrantamiento social: la persistencia de la pobreza e inequidad, la dificultad para el diálogo, el desprecio o la indiferencia por la vida, se erigen en inequívocos manifiestos de irracionalidad pero todo se complica aún más con personajes nefatos que aprovechan la coyuntura para manipular cada problemática maquiavélicamente.

Argentina sigue siendo un país con heridas y enfrentamientos a pesar de tener una sensibilidad especial por los derechos humanos. Recuperar la amistad social es tener la sabiduría del futuro. Al pasado no hay que negarlo, necesita de la memoria, la justicia, la reparación, pero también de la reconciliación.

Reconciliación no significa olvido, pero sí no endurecer el corazón y abrirnos a un diálogo fecundo para construir el futuro

Hay acontecimientos sujetos al juicio de la historia y a la valoración de la justicia. La política, sin desconocer el pasado, se debe sentir responsable, sobre todo, de construir el futuro. No obstante, asistimos a la situación de un Estado “ocupado” por gobiernos, y no de gobiernos al servicio de la función del Estado.

Somos concientes de la delicada situación por la que atravesamos y de la responsabilidad que nos cabe a todos los que compartimos la vida en esta tierra entrerriana.

La sociedad es una obra de todos. La Política es el servicio al bien común, al bien de todos. Este llamado tiene como propósito el interpelarnos a todos sobre la responsabilidad de servir al bien común, que se persigue creando las condiciones que faciliten la perfección de la persona, la familia, las instituciones intermedias y la sociedad entera.

Quienes han sido elegidos para la función pública han asumido sus puestos con el propósito de que las estructuras se muevan con eficacia y fluidez. Por ende, es preciso crear las condiciones que faciliten el esfuerzo cotidiano de construcción de una nación, en el trabajo, en las comunicaciones interpersonales, y en la vida de las instituciones, por un camino de paz

La clase política argentina está llamada a escribir la historia grande argentina. Los que forman los poderes del Estado deben sentirse llamados a hacerlo con la grandeza de sus virtudes. Su vocación de servicio los urge a la grandeza del espíritu. Es debido. Es posible. El dirigente aceptó un destino de sabiduría, de sacrificio y de generosidad para con su Pueblo. Es una vocación de responsabilidad y comunión.

El político, que debe ser experto en humanidad, debe ser también maestro del diálogo, para saber respetar al otro, descubrir sus valores y sus verdades, y ofrecer su sabiduría, su honestidad, su fraternidad.

El que dialoga debe buscar el acuerdo y no la discordia, en la verdad y el bien, sabiendo aceptar con sencillez lo que haya de bueno en los demás, buscando siempre el bien de todos y no tan sólo el de algunos sectores o grupos.

Los partidos políticos y las opiniones entre los miembros de un mismo partido deben servir para buscar con mayor riqueza los caminos de una sociedad, y no para establecer luchas encarnizadas por el poder. El poder o es para el servicio o se constituye en injusto e inauténtico.

Los grandes pueblos muestran sus valores en las grandes pruebas. Es hora de mostrar la sabiduría, la generosidad y la fortaleza, la garra de nuestro pueblo y sus dirigentes.