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Nacional B: Patrón no pudo con La Muralla

San Martín de Tucumán prolongó en Paraná su racha con la valla invicta. Son ocho partidos oficiales, 720 minutos acumulados. Patronato intentó pero quedó impotente y resignado frente a la sólida estructura defensiva del “Santo” tucumano, que parece una muralla. Doce mil personas alentaron al Rojinegro entrerriano.

El partido jugado en el “Grella” terminó 0 a 0. Un resultado que puede considerarse justo. No sorprende el resultado. Cuando están frente a frente dos equipos conducidos por Roldán y Ricardo Zielinski es lógico imaginar que será un partido cerrado, de esos donde el gol sólo llega por algún acierto individual o un error defensivo. Nada de eso sucedió. No hubo festejos. Se dieron la mano, recogieron un punto cada uno y a pensar en lo que viene, que no será sencillo: Patronato visitará a Atlético; San Martín se presentará el sábado, en Arroyito, contra Rosario Central.

PATRON SAN MARTIN CINCO

San Martín tuvo menos la pelota, pero dio la sensación que la utilizó con mayor sagacidad. Ni Sebas Bértoli ni Marcos Gutiérrez pasaron grandes sobresaltos.

Patronato fue un cúmulo de ambiciones, pretendió y buscó, pero le faltó digamos que picardía y hasta esa cuota imprescindible de creatividad e inspiración en singular, ese desnivel que solo se marca con tendencias individuales al servicio de lo colectivo.

Del medio para atrás ambos lucieron sólidos y hasta por momentos se vio un celo expeditivo enorme de los forasteros que no vacilaron en pegarle pum para arriba cuando por allí las papas quemaron.

En el anfitrión hubo una especie de bajón en hombres de la zaga con la pelota en los pies y hasta una cuota de nervios extras y/o condicionamiento como por ejemplo del Indio Moreyra que por ser amonestado se mostró vacilante en algunas maniobras, temiendo seguramente la expulsión.

Pero lo peor del conjunto paranaense fue no contar con la “iluminación” en la zona central de Urresti y Espínola quienes jugaron en una sintonía distinta a la de las figuras Rojinegras: Echagüe y Guzmán.

Así, con una zona media fracturada, todo fue más intrincado, difícil, para los delanteros quienes expusieron apetito de gol pero chocaron contra la firmeza de los defensores Rojiblancos.

En el plantel de Roldán los volantes ganaron la batalla del centro. Pablo Cantero fue el líder, teniendo como cómplices neurálgicos a Daniel Pereira y Raúl Saavedra.

Primer capítulo

PATRON SAN MARTIN CUATRO

San Martín amenazó al comienzo pero paulatinamente Patronato controló el trámite aunque no logró inquietar a la Anguila Gutiérrez, quien, como su colega, se convirtió en mero espectador de las acciones donde primó la pelea por contener y/o recuperar con metas cumplidas a la recíproca, o sea, prestándose el tránsito de la pelota casi permanentemente por el rectángulo conformado por líneas laterales de cada andarivel y la circunferencia del medio.

Al principio hubo algo de emotividad en corridas repartidas, pero progresivamente todo pasó a ser tedioso, por el ritmo, como por la falta de ideas en cuanto a como vulnerarse mutuamente.

Hubo una maniobra que nos dejó dudas en torno a qué hubiese ocurrido si el juez riocuartense obraba con mano dura: Jara ingresó de modo enjundiosa al área y creemos que hubo falta de Vera, pero el árbitro lo ignoró.

Salvo eso, algunos disparos desde afuera, un par de córners, un par de centros y un par de fallas de cada defensa, los 45 iniciales culminaron sin pena ni gloria. Cero a cero, ecuánime.

Segunda etapa

PATRON SAN MARTIN DOS

Si uno pensó que en el segundo período algo podría variar, se equivocó. Es que más allá del saludable propósito de meter Zielinsky a Devallis para mejorar la gestación en el carril derecho, solo quedó todo en un par de intentos y después todo siguió igual.

Cortado, con mayor vocación por destruir que construir, con algunas piernas fuertes y sucesivas de la visita que el juez contempló pasivamente y muy pocas variables en cuanto a exposición de talento o virtuosismo por sobre cerrojos tácticos.

Honestamente, dio la impresión (cosa que no fue obvio…) que ambos técnicos se guiñaron el ojo desde los bancos y dijeron “está bien un puntito para cada lado…”.

Salió un partido feo y peor aún. La unidad sirve. Vaya si sirve para los dos planteles!!!, pero nos hubiera gustado ver algunos destellos de aptitud, de idoneidad con el balón en los pies. Duele decirlo, pero quedó como postal un mal trato de la redonda, catalogación de la que eximimos a Echagüe y Guzmán, reiteramos, los más criteriosos para cuidarla y ubicarla una vez que fue recuperada.

El uno x uno

PATRON SAN MARTIN TRES

SEBASTIÁN BÉRTOLI (7): poco laburo, pero como siempre, atento y seguro. Por las características del partido no pudo meter salidas incisivas de contra.

GABRIEL GRACIANI (6): se va asentando en la categoría, inclusive, se animó más que en La Docta.

FERNANDO FAYART (5): arrancó sin la solvencia de las dos primeras fechas y se fue arreglando para no desentonar tanto. De nuevo mostró gran actitud para ir al frente.

JULIO MOREYRA (5): la amarilla lo condicionó y se vio como atado y hasta algo vacilante.

MAURICIO MANSILLA (5): sin compromisos en su rol defensivo, poco eficaz cuando le tocó administrar la pelota.

EMANUEL URRESTI (4): bajísimo nivel en todo sentido. No tiene peor nota por sus ganas de reivindicarse permanentes.

MARIANO ECHAGUE (8): colaborador nato para contener y con la pelota el más inteligente. La figura indiscutible.

MARCELO GUZMÁN (8): lo mejor en el aspecto de trajinar, quitar y repartir la pelota sin errores. Partidazo.

FABIÁN ESPÍNOLA (5): fugaz derroche de calidad al principio y paulatinamente se cayó mal.

SÁNCHEZ SOTELO (5): trató siempre pero no tuvo claridad. Le faltó contundencia como precisión para rematar o pasar la bola.

DIEGO JARA (5): tipo prende y apaga. Momentos de apremio a sus defensores, y otros intrascendentes. Muy irregular.

CRISTIAN DEVALLIS (5): ingresó con mayor dinámica. Corrió, buscó dar el toque de distinción en cuanto a repentización pero progresivamente cayó en la intrascendencia del resto.

EMANUEL HERRERA (5): no encontró la fórmula para auto-crearse espacios y se diluyó como Sánchez Sotelo y Jara.