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Mes de la Memoria: “El lugar perfecto” presentado en Casa de Entre Ríos

En el marco de las actividades por el Mes de la Memoria, se presentó en la Casa de Entre Ríos, en Buenos Aires, El lugar perfecto del escritor entrerriano Fabián Magnota. La obra se basa en testimonios e investigación sobre la desaparición de personas en el delta entrerriano durante la dictadura. También hubo un monólogo en el que dramatizó la carta de Rodolfo Walsh a su hija María Victoria.

 

Esta fue la segunda de las actividades programas por la Representación Oficial del Gobierno de Entre Ríos en Buenos Aires, dependiente de la Secretaría General de la Gobernación, para conmemorar el Mes de la Memoria. De cara a un nuevo aniversario del último golpe de Estado cívico militar en Argentina, el organismo lleva adelante un ciclo de acciones en conjunto con la Subsecretaría de Derechos Humanos de la provincia.

 

Además de la presentación del libro, la actriz Juliana Giménez llevó a cabo en el mismo marco un monólogo en el que dramatizó la carta de Rodolfo Walsh a su hija María Victoria, asesinada.

 

Desde el año 1977 la dictadura cívico militar en Argentina comenzó a arrojar los cuerpos de los detenidos al delta entrerriano, antes ya lo había echo en la costa atlántica y el Río de la Plata. Vencer el miedo y el silencio sobre lo que muchas personas del lugar pudieron presenciar es el objetivo del libro El Lugar Perfecto, de Fabián Magnotta, que cuenta la metodología utilizada por el proceso para eliminar personas.

 

Junto a Magnotta estuvieron en la presentación del libro la directora de la Casa de Entre Ríos, Ana Carolina Gaillard; un testigo de los vuelos de la muerte, Carlos Ferreyra, y el representante del grupo de apoyo a las Madres de Plaza de Mayo en Gualeguaychú, Emanuel Dezorzi.

 

Memoria, verdad y justicia

 

En ese marco, Gaillard resaltó la importancia de “que tengamos memoria, que busquemos la verdad y que hagamos estas actividades sin cansancio para no volver nunca más hacia atrás”.

 

“Hace apenas diez años que se comenzó a hablar del tema por voluntad política y por la lucha de los organismos de Derechos Humanos. Luego, con la afortunada aparición de Néstor Kirchner y de Cristina Fernández, se abrieron los juicios y se comenzó a investigar a todos los responsables que participaron y fueron cómplices de la dictadura, incluso a la sociedad civil, por acción u omisión”, afirmó Gaillard.

 

Por último, la directora de Casa de Entre Ríos destacó “el compromiso profundo que tiene nuestro gobierno provincial con la búsqueda de la verdad y la justicia”.

 

Los hallazgos

 

En la ocasión Magnotta, periodista y escritor de Gualeguaychú, reveló los datos que plantean que los primeros hallazgos se produjeron en las costas de Rocha y Punta del Este, lado uruguayo. Detalló que la dictadura de ese país presentó quejas ante la de Argentina para que no lanzaran más cuerpos allí, entonces esta última cambió el destino. Después de eso comenzaron a aparecer cuerpos en las costas de Villa Gesell, Mar de Ajó, San Clemente, Mar del Tuyú. Uno de los casos conocidos fue el de Azucena Villaflor, fundadora de Madres de plaza de mayo. Del año 77 en adelante, el Delta entrerriano fue el lugar elegido.

 

“Los hallazgos dibujaron un triangulo trágico en el mapa que une la Costa del Uruguay, la Costa Atlántica Argentina y el Delta entrerriano”, explicó Magnotta.

 

En ese sentido, el periodista explicó que el Delta entrerriano tiene 300 mil hectáreas y apuntó que desde el patio de la ex Esma hasta el puente Zárate Brazo Largo hay 20 minutos en avión. “Por entonces, en esa zona también había un cordón repleto de centros clandestinos de detención, comenzando por la Esma, y pasando por Zárate, Campana, Tigre, Morón, entre otros”, indicó.

 

“Yo me atrevo a decir que en el delta podríamos estar hablando de centenares de desaparecidos”, expresó el periodista.

 

Romper el silencio

 

“Este libro es una botella en el Delta para resistir lo que la propia dictadura cívico militar planificó como la desaparición de la historia”, señaló Magnotta, y destacó que por primera vez hay testigos que vieron los lanzamientos de cuerpos que confirman la existencia de los vuelos de la muerte.

 

“La llave de la investigación fue cuando un policía, después de ir a la justicia de Gualeguaychú, me dijo que su novia le había contado que un día sus padres habían visto caer un barril al agua, de 200 litros tapado con cemento y con la cabeza de una persona afuera, y que la gente del pueblo, sin saber, le había dado cristiana sepultura”, relató.

 

“A partir de allí comencé a buscar más testimonios entre los pueblerinos, quienes coincidieron que todos esos vuelos llegaban desde Buenos Aires”, contó.

 

Además, se refirió al encuentro con Adolfo Pérez Esquivel, premio Nobel de la Paz, quien le confirmó que cuando lo detuvieron también lo subieron a un avión y lo llevaron al Delta, lugar que conoció porque era navegante: “se salva porque dieron una contra orden justo en el momento del arrojo”, reveló el periodista.

 

Por su parte, Carlos Ferreyra, vecino del lugar y testigo de los hechos, contó que “siempre salía a buscar señal para escuchar la radio por la tarde y allí escuchaba los helicópteros. El río Paraná Bravo, donde vivía, tenía una desembocadura a do kilómetros de casa, allí se veía la silueta de helicópteros que se posaban en el lugar y también siluetas de humanos que caían al agua”.

 

Ferreyra frecuentaba el río desde pequeño, y contó que “solía encontrar cuerpos atados de pies y manos amarrados a algunas ramas”, que avisaban a prefectura para que interviniera. Y de allí “no se sabía nada más”.

 

“Los mayores nos decían que si veíamos algún helicóptero que no lo miráramos sino que nos escondiéramos en la vegetación”, recordó.

 

Vencer el miedo

 

Para Magnotta, el silencio y la indiferencia de la sociedad son la peor consecuencia de la dictadura. “El principal obstáculo de la investigación fue el miedo de los testigos. Un tercio de ellos habló y dio nombres, otro tercio habló sin dar nombres y el último tercio no habló aunque tenían datos sobre lo ocurrido”, afirmó.

 

“Los militares han trabajado muy bien la psicología social con los habitantes de Villa Paranacito, sumado a que es una sociedad muy cerrada, los presionaban con miedo: algo habrán hecho, no te metas, por algo será, justificaban”, explicó el periodista.

 

A su turno, Emanuel Dezorzi indicó que “si esto del Delta no sale a la luz, un montón de gente va a seguir sintiendo que hay algo oscuro de lo que no se puede hablar, y esto es una herida, que aunque duela, se debe curar”.

 

“Hablar, leer estos libros y cuestionarnos como sociedad es el camino hacia la verdad y la libertad, es decir hacia todo lo positivo que podemos lograr”, continuó Dezorzi.

 

“Mi viejo es desaparecido, lo llevaron cuando yo tenía cinco meses en agosto del ‘76. Después de 36 años recién pude hablar tranquilamente de este tema porque viví toda mi infancia y mi adolescencia en Gualeguaychú, donde primó siempre el silencio y la intención de que se perpetuara. Me miraban diferente, me sentía un bicho raro y nunca supe explicarlo hasta que leí este libro”, contó Dezorzi.

 

“En Latinoamérica, Argentina es uno de los países más evolucionados en buscar, investigar, condenar y juzgar los crímenes de lesa humanidad. Eso es lo que tenemos que valorar como país, como sociedad y seguir luchando en este camino”, finalizó el integrante del grupo de apoyo a Madres de Plaza de Mayo en Gualeguaychú.