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Marcha universitaria: Fuerte llamado de atención del Pueblo a Javier Milei

ESPECIAL, por Francisco Pancho Calderón.- El presidente de la Nación ha tocado un nervio muy sensible en la sociedad e incluso en sus votantes. La Marcha Federal Universitaria de este martes mostró una masiva alianza en las calles para reclamar contra el recorte presupuestario del Gobierno de Javier Milei a la Educación.

La respuesta de la convocatoria fue contundente y tras las multitudinarias movilizaciones a lo largo y ancho del país, el reclamo aún persiste con el objetivo que la visibilidad obtenida no se diluya con el tiempo.

Mientras el mandato de Milei se afirma en la legitimidad que tiene por las urnas, ello no se traslada al imperio de la totalidad de decir ‘hago lo que quiero’. Todo tiene un límite y es el que se vio ayer.

No solo en Buenos Aires millares de estudiantes se movilizaron. En toda la República la réplica fue conmovedora.

Y no se trató exclusivamente de alumnos indignados… Los acompañaron profesores, decanos, personal administrativo y auxiliar, padres, familiares, egresados y también políticos y gremialistas, reclamándole a Milei que cambie oportunamente el rumbo y/o su conducta de pretender gobernar imponiendo y hasta burlándose de la gente que no coincide con su impronta.

Sin embargo, en el seno de la Educación argentina también hay aspectos que reformularse. Ahora debe surgir la famosa autocrítica.

Educadores, autoridades, consejos, educandos tienen que plantearse qué pueden hacer mejor, qué nueva estructura pueden armar, cómo pueden mejorar la gestión del gasto de las universidades, qué necesitan, qué no necesitan.

Cada sector tiene que replantearse y mirar para adentro de su organización a ver qué tiene que hacer.

La educación, la cultura tienen inversiones. Por ende, el problema es el oscurantismo, no se han hecho las cosas con transparencia. Hay que ser conscientes de ello.

La demanda que hay que tener es que los bienes públicos tienen que gestionarse con transparencia. Y el Gobierno de Javier Milei tiene esa oscuridad, de hecho Luis Caputo gobierna como si fuera dueño del país y cada una de sus decisiones económicas es cuestionable, en especial cuando se habla de “superávit récord” y no se explica cómo se llega al mismo o lo que le ha costado a la población argentina y al frágil sistema financiero de un país en llamas.

La forma en que el Gobierno libertario enfrentó y trató de llevar adelante su política en relación al financiamiento universitario, dentro del ajuste general casi inhumano, fue totalmente desatinado, erróneo e incluso innecesario, sobre todo por el monto de que se trata. Tristemente nimio, en relación al presupuesto nacional e incomparable con todo lo que se está gastando en vanalidades.

La educación es un pilar básico en la organización social de todo país. Incorpora conocimientos que empoderan y proveen dignidad y posibilitan futuro esperanzador a todos los ciudadanos. Los hace libres y les da mayores posibilidades de realización personal y familiar.

El execrable ajuste que está llevando el Gobierno nacional adelante es de inmensa magnitud y opinable y hasta extremo en sectores remarcados como la jubilación, la salud y la educación.

En el caso concreto de la Educación Universitaria el abordaje fue irracional por su falta de medida, con fundamentos y algunas consignas desopilantes e incluso con destrato y calificativos inapropiados.

El Gobierno de Javier Milei profundizó en estos primeros meses la disminución en los recursos universitarios y demoró la entrega de los mismos.

Pero de hecho, al filo de la masiva marcha de ayer, liberó una porción de ellos, luciendo como “a confesión de parte relevo de pruebas…”. Tardío.

El escenario general nacional que enfrentó el presidente Milei, con motosierra, licuadora y postergación de pagos, en pos del déficit cero a conseguir en el menor tiempo posible, merecía prudencia, razonabilidad y acuerdos en relación al presupuesto universitario. No lo hubo.

No sólo por la trascendencia del tema, sino por la misma naturaleza de los estudiantes universitarios. Los jóvenes son contestatarios, demandantes y muchos politizados durante su transcurso por las aulas universitarias.

Simultáneamente hay diversidad de ideologías en las distintas cátedras a través de todo el país. Es natural respetar esa diversidad de ideas y no debe abordarse con prejuicios ideológicos.

Es cierto que pueden suscitarse extremos de adoctrinamiento indebido, pero son minoría en el amplio espectro universitario nacional.

No obstante, definir a las universidades públicas como marxistas en general y adoctrinadoras, enfrentando en forma maniquea “zurdos con argentinos de bien”, es superficial, injusta, equivocada y provocó una masividad inmensa en la reacción en contra.

No fue destinada la respuesta estudiantil. Un tiro en el pie y alejado de la misma realidad. Miles de esos jóvenes votaron por Milei. Inaudito. Inconcebible. Absurdo, como muchas de las resoluciones que adopta un presidente que ajusta dramáticamente a su Pueblo, viaja a dónde se le antoja y robustece su seguridad con una flota de vehículos importados al mejor estilo Donald Trump o series estadounidenses donde llegan políticos o empresarios con una caravana de camionetas negras y un batallón de guardaespaldas…

Todo un despropósito sin sentido que con seguridad va a obligar a cambios de ideas y posturas y alejamiento de funcionarios ineptos e irresponsables. No se trataba de “ lágrimas de zurdo”, como publicó el presidente en sus redes sociales. Ni tampoco se trata de las fuerzas del cielo.

El desatino y la falta de pericia conque abordó el gobierno el tema del presupuesto universitario fueron notables y alguna cabeza rodará seguramente.

Prácticamente todo lo sucedido fue a pérdida para el presidente Milei. Por lo extremo, errado y generalizado en calificativos negativos. El daño se produjo y fue en gran medida autoinfligido.

Urge que el gobierno cese en su desvío, impulse un diálogo para acordar con sensatez la provisión de recursos necesarios para que las universidades públicas lleven adelante su tarea en la mejor forma. No se puede en este camino obviar la grave situación económica que atraviesa el país.

En paralelo debe ponerse en práctica un sistema permanente y eficaz de auditoría propendiendo a la transparencia, aunque en esto es el propio Javier Milei y su cuestionado Gabinete quienes deben dar el ejemplo y dejar de pedirle al Pueblo más sacrificios cuando ellos no limitan sus gastos y muchos menos explican el por qué de los mismos.

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