Luna roja, luna de supersticiones
|El próximo martes por la madrugada, se producirá el curioso suceso que, según informó la NASA, se repetirá solo 7 veces más en este siglo.
En la madrugada del martes 15 de abril desde América podrá observarse un eclipse lunar, el primero de una tétrada de “lunas rojas” que se producirá aproximadamente cada seis meses y que se repetirá sólo siete veces en este siglo, informó la NASA.
Los eclipses totales de la Luna, cuando el satélite cruza el cono de sombra de la Tierra, son poco frecuentes y el último ocurrió el 10 de diciembre de 2011.
La última vez que tuvo lugar una serie de cuatro eclipses lunares totales ocurrió en 2003 y 2004. El fenómeno estuvo rodeado a lo largo de la historia de muchas supersticiones y referencias a profecías sobre desastres naturales de gran magnitud.
Por ejemplo, el libro “Four Blood Moons”, publicado el año pasado por el televangelista John Hagee, sugiere una vinculación entre la tétrada y los vaticinios bíblicos sobre el fin del mundo.
La agencia aeroespacial estadounidense NASA explicó que el eclipse comenzará el 15 de abril a las 08:00 GMT cuando el borde de la Luna ingrese en el centro de la sombra de la Tierra, que es de color ámbar.
Es durante ese período que la Luna se ve, desde la Tierra, con un color rojizo causado por la luz del Sol y matizada por su paso a través de la atmósfera terrestre, algo similar a la coloración que adquiere la luz solar en los crepúsculos,señaló el sitio elzonda.info.
La totalidad del eclipse tendrá lugar durante un período de 78 minutos que comenzará aproximadamente una hora más tarde y si las condiciones meteorológicas lo permiten, el fenómeno podrá observarse en casi todo el continente americano.
La característica más singular de esta tétrada de eclipses que tendrán lugar en 2014 y 2015 es que todos ellos serán visibles en todo o en parte de América, dijo un experto en eclipses de la NASA.
“Durante el siglo XXI, habrá nueve grupos de tétradas; de modo que describiría a las tétradas como un suceso que ocurre frecuentemente en el actual patrón de eclipses lunares”, afirmó Espenak.
“Pero esto no ha sido siempre así. Durante el intervalo de trescientos años desde el año 1600 al año 1900, por ejemplo, no hubo tétradas”, agregó.
Creencias
El fenómeno ha estado rodeado a lo largo de la historia de muchas supersticiones y referencias a profecías sobre desastres naturales de gran magnitud.
Por ejemplo, el libro “Four Blood Moons” (Cuatro Lunas de Sangre), publicado el año pasado por el televangelista John Hagee, sugiere una vinculación entre la tétrada y los vaticinios bíblicos sobre el fin del mundo.
En octubre del 2013, Hagee realizó un análisis sobre el fenómeno. El pastor cree que cuando se trata de señales en la tierra, como el hambre, la peste y la guerra, la humanidad ya está acostumbrada a escuchar, pero no ocurre lo mismo cuando son señales en el cielo.
Convencido de la importancia de este factor, Hagee dice que hay una conexión directa entre los próximos cuatro eclipses lunares (luna de sangre) y “lo que anuncian es para Israel y toda la humanidad”.
Su principal argumento es que en los últimos 500 años, las tres lunas de sangre se produjeron en el primer día de la Pascua. Estos avistamientos están conectados a algunos de los días más importantes de la historia judía:
1492 – El último año de la Inquisición española, cuando los judíos fueron expulsados de España.
1948 – Proclamación del Estado de Israel y la Guerra de la Independencia.
1967 – Inicio de la Guerra de los Seis Días, cuando Israel luchó contra las naciones árabes y reconquistó Jerusalén como parte de su territorio.
“Cada cuerpo celeste es controlado por la mano invisible de Dios, que señala los eventos futuros de la humanidad. No hay accidentes en movimiento” solar o lunar, argumenta Hagee. “Para ello es muy importante que los cristianos entiendan estas señales proféticas que apuntan a la segunda venida de Jesucristo”.
Mitos
Uno de los casos de aparente influencia de la luna es la llamada “luna roja de abril”. Jardineros y agricultores llaman “luna roja” a la luna nueva que comienza en el mes de abril, porque es fama que “enrojece” las plantas tiernas y ejerce sobre ellas desastrosos efectos.
Cuando los tiernos tallitos son bañados por ese misterioso, maléfico resplandor de la “luna roja”, los débiles retoños languidecen y mueren “alunados”, es decir, perecen por un hechizo de la luna.
Cuéntase que Luis XVIII de Francia recibió un día a una comisión de astrónomos que iba a presentar al Monarca el “Conocimiento de los tiempos” y el “Anuario”. Ocurría esto en el primer cuarto del siglo XIX. Luis XVIII empezó a reinar en Francia, como es sabido, cuando Napoleón abdicó y se retiró a la isla de EIba, en 1814.
Napoleón estuvo en la emigración durante los “cien días”, en que volvió a ceñir la Corona. Cuando Napoleón fue definitivamente derrotado en Waterloo y desterrado a Santa Elena, en 1815, Luis XVIII volvió a ser Rey de los franceses hasta 1824. Era entonces ya famoso el gran astrónomo y matemático Laplace.
Ya la astronomía debía a Laplace los “sublimes cálculos de la mecánica celeste”, y acaso también la teoría de la aceleración del movimiento de la luna. Laplace murió en 1827. Y Laplace formaba parte de aquella comisión de astrónomos recibida muy deferentemente por el Rey de Francia.
Era a la sazón creencia general -sigue siéndolo en algunos lugares- que la luna ejerce una singular y perniciosa influencia en la vida de ciertas plantas. Y Luis XVIII, que parece ser que participaba de tal creencia, quiso aprovechar aquella oportunidad para conocer el fundamento de tal fenómeno.
-Vais a explicarme -dijo el monarca a los astrónomos- qué es eso de “la luna roja” y su al parecer influjo sobre las plantas.
y al decir esto, se dice que miró más particularmente a Laplace. El célebre matemático, que no se había preocupado hasta entonces de la “luna roja”, quedó visiblemente turbado y dirigió a sus colegas una mirada que era una apremiante demanda de colaboración en la respuesta. Sus compañeros de comisión permanecieron callados y Laplace se vio en la necesidad de contestar al Rey:
-Señor, la luna roja no ocupa ningún lugar en las teorías actuales, y no es posible, por lo tanto, complacer a Vuestra Majestad.
Aquella noche se celebró con risas en las Tullerías el embarazo en que el Monarca había puesto al sabio matemático y astrónomo. Pero a partir del día siguiente, la ciencia empezó a ocuparse de estudiar el fenómeno que había excitado la regia curiosidad.
Y parece ser que, en efecto, en la época de la última luna de abril, las heladas obran muy especialmente sobre las yemas de los retoños de las plantas; después, la acción del sol completa la obra destructora, y en cuanto los rayos solares aparecen, las plantas languidecen y se secan.
Por eso, jardineros y agricultores suelen tener la precaución de cubrir las plantas durante la noche.
Sin embargo, aún se dice que la luna influye en la acción de esas heladas levantando el tenue velo de las suaves neblinas de la noche y dejando a las plantas a merced de un cielo rígido, intensamente azul, bajo el maléfico influjo de la pálida, misteriosa luz lunar. En realidad, lo que ocurre es que al amanecer el nuevo día, las plantas aparecen, en efecto, como salpicadas de gotitas de rocío, brillantes como perlas, y cuando el sol naciente se mira en tan limpios cristales, se goza en atravesarlos con sus rayos que, a través de las gotas de rocío, se hacen fuego y queman los tiernos tejidos vegetales.
Será o no será verdad eso del hechizo de la luna; mas por si acaso, nuestros labriegos, más prácticos, se apresuran a cubrir durante las noches abrileñas algunas delicadas plantas para defenderlas contra los hielos tardíos, aunque no dejen de pensar para sus adentros en la conveniencia de ocultar aquellas plantas de la mirada maléfica de la luna.