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Lollapalooza Argentina 2023: Twenty One Pilots, Tame Impala y Jane’s Addiction incandescentes en la segunda luna

“Se supone que no tendríamos que estar dando este show, pero ojalá esto sea todo lo que esperaban. Y por si acaso…”. En realidad, ni tiempo tuvo Tyler Joseph de dejar unos puntos suspensivos porque enseguida Josh Dun contó tres y el resto de los Twenty One Pilots salieron arando con una versión de “All The Small Things”, uno de los hits indelebles de Blink-182 para desatar la tormenta de agite por parte del público que se había quedado con las ganas de verlos.

Claro, el trío punk-pop californiano estaba programado para esta edición de Lollapalooza Argentina pero una rotura de ligamentos en uno de los dedos del baterista Travis Barker los dejó fuera de juego. La producción del megafestival aportó un reemplazo de lujo con el show de alto impacto y tribunero del dúo alternativo + banda, uno de los más vistos en la noche del sábado. En el otro extremo del predio y lookeada como un troll en ácido, Melanie Martínez sacaba a relucir su pop irregular.

Por segundo día consecutivo, más de 100 mil personas llegaron al Hipódromo de San Isidro y la multitud que se quedó hasta lo último tuvo su recompensa. Porque no solo fueron partícipes del coro de “Morph” -propulsado por gruesos chorros de humo- o de “Ride” -con Tyler flotando por encima de su gente-, sino que por enésima vez en lo que va de Lolla recordaron que viven en el país del campeón mundial. Casi sobre los últimos minutos del día en que se cumplen tres meses de la obtención de “la tercera”, Jesse Blum desefundó su trompeta, encaró una melodía que comenzó algo bostera y derivó en el “Muchaaachoooos” de La Mosca en clave serenata.

Para el público, la fiesta fue continua porque los silencios entre tema y tema se llenaban con el rumor que llegaba del Perry’s, donde sonaba la playlist fiestera de la Bresh: en una, el estribillo de Quevedo en su “BZRP Music Session #52” (”Queeeeeeedateeeee…”) calzó justo entre “Stressed Out” -Tyler se trepó a uno de los mangrullos instalados en el centro del campo para cantarla desde ahí- y “Heathens”. Después, el cantante aprovechó su última excursión hacia la marea movediza que lo vivó desde el minuto cero y accionó el bombo de “Trees”, que provocó el último estallido de confeti y gritos de la jornada. Eso sí, los que tuvieron ganas de seguirla un rato más, se fueron a bailar el dj set fresco y playero de Jamie XX, totalmente despojado de la languidez psicodélica y lumínica de su banda The xx.

“Los efectos pueden tardar hasta 30 minutos en aparecer, así que ahora es un buen momento para tomar Rushium si es que todavía no lo han hecho”, sugirió desde las pantallas la representante de una falsa corporación farmacéutica que comercia un medicamento que “mejora la percepción del tiempo” y que es algo así como el “sponsor oficial” de los shows de Tame Impala. Viene en versión líquida, de píldora o en formato de canciones psicodélicas, que fue el que terminó optando la multitud que se juntó a los pies del escenario Samsung para esta psicoterapia rockera.

La expectativa era alta dado que el líder Kevin Parker avisó en la previa que se había fracturado la cadera cuando se preparaba para correr una media maratón. Su andar lento y en muletas fue ovacionado y le terminó de dar las fuerzas que le faltaban para comenzar con “One More Year” y “Borderline”.

El saquito de lana y la melena al viento lo hacían ver al australiano tanto como un Cobain technicolor o un Jesús psicodélico. Parado o sentado pero casi siempre muñido de su guitarra y las pedaleras, le fue marcando el pulso y los cambios de rumbo a la potente orquesta que programó exactamente como se lo dictan sus obsesiones y caprichos melódicos. A la media hora de show, justo cuando la científica prometió que estallarían efectos del Rushium, los láseres acompañaron el flash de “Elephant” y “Lost In Yesterday”. Y el vértigo de “Let it Happen” terminaría transformando al baile en pogo. “Oleeeé, oleeé, olé, oleeeé… Kevin, Keviiin”, festejaron los fans por la entrega. “Esa no me la sé”, bromeó con falsa modestia y al límite de su físico. “La que me sé es: ‘Muchaaaaachoooos’”, devolvió, mientras el bajista Cam Avery mostraba orgulloso lo bien que le quedaba la 10 de Lionel Messi con las tres estrellas.

“Tenga en cuenta que los efectos de Rushium pueden durar hasta 48 horas, así que no hay nada de qué preocuparse si la percepción del tiempo se siente un poco diferente mañana”, habían avisado en el “prospecto” previo justo antes de que se blureara. Y a juzgar por las sonrisas felices del público tras el final con “The Less I Know The Better” -quizás el himno rockero más nuevo a nivel global-de los himnos rockeros globales- y “New Person, Same Old Mistakes”, puede que el efecto Tame Impala quede clavado por más tiempo en la memoria emotiva de quienes los vieron.

“Vamos a hacer un brindis para Taylor Hawkins, que dio su último show acá, en este lugar. Esta canción es para él y para ustedes”. Botella en mano, Perry Farrell anunció “Ocean Size” para darle un matiz emotivo al garagero show de Jane’s Addiction. Grande como un océano había sido el despliegue del baterista de Foo Fighters en el cierre de Lollapalooza Argentina 2022 -en el que Perry participó como invitado sorpresa-. Y también profunda como una masa de agua azulada fue la tristeza provocada por su repentina partida.

El dueño del circo y sus compañeros Eric Avery, Stephen Perkins -otro hincha de la Scaloneta, como el bajista de Tame Impala y Yungblud- y Josh Klinghoffer le pusieron rock, distorsión y cabaret a la caída del sol sobre el Hipódromo de San Isidro. La intro en español de “Stop!” preludió el caos que los Jane’s habían anticipado en diálogo con Teleshow: sería un recital cargado de zapadas y picos de tensión provocados tanto por la guitarra del ex Red Hot Chili Peppers como por la performance sexy que aportaron Etty Lau Farrell -mujer de Perry- y otras dos strippers que bailaron en un caballito de madera y unos trepadores como de plaza.

La distorsión colorida en las pantallas rompían la imagen de la transmisión, así que si alguien quería ver detalles, debía acercarse. Los paladares rockeros no se la perdieron y festejaron la versión extendida de “Three Days” tanto como el beso que Etty Lau le encajó a su marido. “¿Qué van a hacer después, cuando lleguen a su casa? Coger”, sugirió un cachondo Farrell tras el cuadro. Después de la intimista “Jane Says” -con Avery en guitarra acústica-, se despidieron hasta la próxima con “Been Caught Stealing”. “Me re gustaron, los voy a escuchar”, fue la conclusión de una chica que apuraba el paso para no perderse de los ingleses The 1975, cuyo cantante Matty Healy imitó a Perry en eso de entrarle por el pico a una botella de vino.

Apenas después de Jane’s Addiction y desde el escenario Alternative, Catupecu Machu salió a relucir su nueva reencarnación. Después de que se reactivara en Obras Sanitarias a fines del año pasado y comenzara a recorrer los festivales del mundo, llegó su debut en Lollapalooza Argentina con el mismo plan de siempre: mantener vivo el espíritu y la obra de Gabriel Ruiz Díaz con su hermano Fernando como verborrágico chamán.

El inicio de “Magia Veneno”, la versión extendida de “Perfectos cromosomas” -resignificada con la presencia de Abril Sosa en los parches- o la relectura de Massacre (”Una de las mejores bandas modernas de rock”, al decir del cantante) a partir de “Plan B: Anhelo de Satisfacción” para mantener la intensidad a tope.

Entre los hits que marcaron el pulso de los primeros 2000, el grupo se permitió un cruce con un exponente de la música de estos días: Ca7riel, quien en una entrevista con Teleshow había contado que uno de sus primeros recitales grandes como público fue uno de Catupecu en Obras, se subió a cantar “Eso vive”. No fue el único de la nueva generación que tributó a la música de los Ruiz Díaz en Lollapalooza: el viernes, la banda de Trueno había soltado un fragmento de “Y lo que quiero es que pises sin el suelo” como outro de “Fuck el police”.

“TE AMO USTED”, celebraba el mayúsculas un cartel hecho con las letras movedizas de un teléfono celular y haciéndole frente al dedo acusador que apuntaba desde las pantallas. Bajo un sol de intensidad más amable que el que estuvo presente en la tarde del viernes, los mendocinos Usted Señalemelo siguen recuperando el rodaje que se había frenado tras el breve hiato en el que permanecieron en los últimos tres años. Su gusto por el rock argentino ochentoso filtrado por su bagaje indie que bordea lo millennial y lo centennial derivó en canciones que ya son pequeños himnos de este último lustro, como “Laser 420″, “Big Bang” o la melancólica balada “Agua marfil”, con la que Juan Saieg, Cocó Orozco y Lucca Beguerie Petrich decidieron cerrar su show cantándolo entre su público.

Fuente Ezequiel Ruíz para Infobae.-

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