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Las ventajas del uso (o no…) del barbijo al aire libre según la ciencia

El gobierno nacional anunció la flexibilización de casi todas las restricciones que existían por la pandemia de COVID-19 y una de las más contundentes fue que establece que ya no será obligatorio el uso del tapaboca al aire libre desde el 1° de octubre. Varios expertos epidemiólogos advirtieron por un impacto negativo de esta flexibilización y cuestionaron estas nuevas liberaciones a las que consideraron prematuras y bruscas. Especialmente el no uso de barbijo al aire libre.

Ahora bien, ¿conviene realmente dejar de usarlo? Ante todo hay que saber que el coronavirus se trasmite por aerosoles en el aire. Cuando una persona habla, tose, estornuda, se ríe o incluso respira, expulsa de su boca y nariz pequeñas gotas respiratorias al aire circundante llamadas aerosoles. La más pequeña de estas gotitas puede flotar durante horas en el aire y cada vez se acumulan más estudios científicos que aseguran que las mismas pueden portar el coronavirus SARS-CoV-2, responsable de la pandemia por COVID-19.

Las función de las mascarillas es reducir las emisiones de aerosoles con coronavirus, lo cual resulta especialmente relevante si una persona asintomática se encuentra circulando sin conocimientos sobre su condición.

Según recientes investigaciones, los aerosoles cargados de coronavirus duran en el aire más de lo que se suponía. Científicos de Austria, Italia y EEUU describieron la trayectoria y duración de esas partículas muy pequeñas e invisibles. Estos hallazgos, y el constante esfuerzo que hace la comunidad científica, pueden modificar las medidas sanitarias.

El vicepresidente de la Sociedad Latinoamericana de Infectología Pediátrica, el doctor Roberto Debbag fue uno de los expertos que mostró dudas respecto a los anuncios del gobierno. “No hay pos pandemia. Estamos en pandemia. Las medidas deben ser de aperturas, como la escolar, la de aeropuertos bajo controles adecuados, etc. Pero el hecho de liberar barbijos se puede analizar un poco más sostenido. Y eso tiene que ver con la situación epidemiológica. Faltan vacunar 2,5 millones de personas con dos dosis para alcanzar el 50% con esquema completo. Otros países en el mundo ya transitaron estas medidas y han debido volver a implementar restricciones. Este mes en Inglaterra, con el 53% de la población vacunada completamente tuvo un pico de la variante Delta. Israel, con el 60% de vacunados con dos dosis, el 3 de septiembre hizo pico de Delta. Lo mismo pasó en Estados Unidos este mes. Esa es la experiencia mundial y debemos aprender de ella”, aseguró el experto. Y agregó: “Las libertades deben ser dadas en pandemia bajo protocolos de seguridad”.

Ángela Gentile, jefa de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez indicó a Infobae que hay que apoyar las medidas de flexibilización con un ojo puesto en la situación epidemiológica. “No es que se terminó la pandemia. Es un pasito hacia la flexibilización”, apuntó la experta. Respecto al no uso de barbijo, Gentile aclaró: “Nuestra sociedad se ha adaptado bien al uso del barbijo. Se cumplió bastante bien esta indicación. La medida que anunciaron sobre el no uso de barbijo al aire libre no quiere decir que eso deba ocurrir en forma indiscriminada. No es todo al aire libre es sin barbijo. Cuando uno está con una multitud debe usarlo”.

Ante el avance de nuevas variantes, el barbijo sigue siendo un buen aliado. Mirna Biglione, investigadora en el Instituto de Investigaciones Biomédicas en Retrovirus y SIDA, que depende la Universidad de Buenos Aires y el CONICET, y miembro de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica, dijo a Infobae: “Aún tenemos personas sin las dos dosis de las vacunas que estamos utilizando. Sabemos que con el esquema completo un pequeño porcentaje de personas puede estar en riesgo de hospitalización. No sabemos cómo está avanzando Delta, pero tenemos antecedentes de que sucedió en países con la mayoría de la población vacunada. Nos cuidamos, aislamos y tuvimos restricciones por más de un año, y una de las medidas efectivas fue el uso adecuado del barbijo”.

Los beneficios de la utilización del barbijo son ampliamente conocidos a tal punto que muchas personas aún prefieren no quitárselos. Lautaro de Vedia, médico infectólogo del Hospital Muñiz y ex presidente de la Sociedad Argentina de Infectología, sostuvo que no existen prejuicios de seguir utilizando barbijo en la vía pública. “En este momento, con la cantidad de casos que hay, no creo que sea un beneficio sensible usar barbijo al aire libre en sitios sin aglomeración de gente. Es una protección mayor, claro, pero no resulta relevante”, aseguró el médico a Infobae

“No es lo mismo no usarlo al aire libre en una calle en la que hay poca circulación de personas que en una muy concurrida. En un barrio tranquilo, donde se cruza persona cada tanto, no es un problema. Pero es recomendable seguir utilizándolo cuando hay aglomeración de gente”, expresó de Vedia. Al aire libre, si se elige no utilizar barbijo, es importante mantener distanciamiento de un metro y medio o dos metros con otras personas. “Si nos cruzamos con alguien sin barbijo a menor distancia y cada uno va en sentido contrario, no pasa nada. Pero si caminamos junto a alguien varios metros, entonces si es necesario el barbijo”, dijo el médico.

El barbijo nos sigue protegiendo en lugares cerrados ya que allí hay más chances de contagiarse. “Hay menos posibilidades que antes por la cantidad de vacunados, pero hay que ir por parte. Esto todavía no termina, hay que seguir monitoreando. Creo que hay que ir avanzando progresivamente, pero paso a paso”, dijo el médico.

Una revisión del Journal of Infectious Diseases encontró que las probabilidades de transmisión viral son 18,7 veces mayores en interiores que en exteriores, y menos del 10% de las infecciones por COVID-19 estudiadas ocurrieron en espacios abiertos.

José Luis Jiménez, profesor de Química de la Universidad de Colorado Boulder, Estados Unidos, expresó: “¿Por qué seguimos estando en pandemia? Una de las razones es que una persona puede infectarse con el coronavirus y no dar síntomas. Pero al exhalar o al hablar emite aerosoles que contienen el coronavirus. El problema es que los demás ven a esa persona como alguien sano y si comparten un espacio como oficina, escuela, o transporte, pueden contagiarse la infección. Aún cuesta reconocer que el coronavirus también está en el aire”, afirmó Jiménez, quien tiene un doctorado en ingeniería mecánica del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT).

“Cuando las personas están al aire libre, hay menos contagios. Porque el aire se renueva naturalmente”, explicó. Aunque aún al aire libre, hay que estar a dos metros de distancia y con barbijo. Por eso, cuando las personas están en ambientes cerrados deben contar con una ventilación permanente. “Se sabe muy bien desde hace tiempo que la ventilación funciona para la prevención de diferentes enfermedades como tuberculosis desde 1940”, recordó.

El experto enfatizó: “La ventilación y el uso del barbijo también debería considerarse dentro de las casas de las familias. Porque si un integrante de la familia va a la escuela, otro va a la oficina, y conviven con personas mayores de 60 años, pueden volver al hogar y exhalar aerosoles con el coronavirus y contagiar aunque no tengan síntomas. Cuanto más ventilado están los lugares, menos casos de COVID-19 hay según la evidencia científica disponible”. Mencionó estudios sobre un coro en Estados Unidos, restaurante en China, y bares en Corea del Sur.

Para Linsey Marr, experta en la transmisión aérea de virus en Virginia Tech, “si estás vacunado y no estás en una categoría vulnerable, probablemente esté bien no usar una mascarilla al aire libre”. Para las personas no vacunadas, Marr recomienda máscaras en situaciones en las que las personas están agrupadas muy juntas, como en un bar, una multitud o una fila. “Si no estás vacunado y te cruzas constantemente con personas lo suficientemente cerca como para poder extender la mano y tocarlas, entonces debes usar una mascarilla”, añadió.

Según advierte la especialista, las partículas virales se dispersan rápidamente en el aire exterior y el riesgo de inhalar virus en aerosol de un corredor o transeúntes es insignificante. “Incluso si una persona tose o estornuda afuera mientras pasamos cerca -continuó-, las probabilidades de que recibamos una dosis suficientemente grande de virus para infectarnos siguen siendo bajas”.

Marr usa una regla simple de dos de tres para decidir cuándo usar una máscara en espacios públicos o cuando no conoce el estado de vacunación de todos. En estas situaciones, se asegura de cumplir dos de tres condiciones: al aire libre, distanciado y enmascarado. “Si estás al aire libre, necesitas estar distanciado o enmascarado. Si no estás al aire libre, debes estar distanciado y enmascarado. Así es como he estado viviendo durante el último año. Todo se reduce a mi regla de dos de tres”, explicó.

Otra cuestión a favor: los barbijos y las máscaras no quitan oxígeno ni modifican la frecuencia cardíaca. La doctora estadounidense Megan Hall viralizó por las redes sociales a mitad del 2020 un experimento en el que demostró la efectividad del uso de tapabocas para protección contra el nuevo coronavirus

Para comprender cuán bajo es el riesgo de transmisión al aire libre, investigadores en Italia utilizaron modelos matemáticos para calcular la cantidad de tiempo que tardaría una persona en infectarse al aire libre en Milán. Imaginaron un escenario sombrío en el que el 10% de la población estaba infectada con el coronavirus. Sus cálculos mostraron que si una persona evitaba las multitudes, se necesitarían, en promedio, 31,5 días de exposición continua al aire libre para inhalar una dosis de virus suficiente para transmitir la infección.

“Los resultados demuestran que este riesgo es insignificante en el aire exterior si se evitan las multitudes y el contacto directo entre las personas”, indicó Daniele Contini, autor principal del estudio y científico de aerosoles en el Instituto de Ciencias Atmosféricas y Clima en Lecce, Italia.

Por otro lado, se comprobó que el uso de dos máscaras faciales bien ajustadas casi llegó a duplicar la efectividad de filtrar partículas del tamaño del SARS-CoV-2, evitando que lleguen a la nariz y la boca del usuario y causen COVID-19. La investigación, publicada en la revista JAMA Internal Medicine, muestra que la razón de una mayor protección no es tanto la adición de capas de tela, sino la eliminación de cualquier espacio o áreas de ajuste inadecuado.

“Las mascarillas para procedimientos médicos están diseñadas para tener un potencial de filtración muy bueno según su material, pero la forma en que se ajustan a nuestras caras no es perfecta”, sostuvo Emily Sickbert-Bennett, profesora asociada de enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte y autora principal de la investigación, en un comunicado.

 

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