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La Universidad de Oxford ya comenzó a probar una vacuna contra el coronavirus en humanos

Una batalla científica entre la universidad de Oxford y el Imperial College se ha lanzado para ser el primero en conseguir la vacuna contra el coronavirus​. El gobierno británico les entregó 42,5 millones de libras esterlinas para lograrlo y que el reino sea el primero en poder comercializarlo, en una decisión del ministro de salud.

La Universidad de Oxford y el Imperial College, dos instituciones científicas de enorme reputación internacional, lo que están buscando en su proyecto de vacuna es presentar al sistema inmunológico con parte del virus, usando una cara de él. Ellos pueden elegir “el pico” de proteínas. Su esperanza es elegir una que no cambie demasiado para que si el virus muta, que lo hace pero no tanto como la influenza, la vacuna puede seguir funcionando.

La vacuna de la Universidad de Oxford ha entrado en el estado de ensayos humanos hoy. Ellos esperan estar produciendo dosis masivas a fin de este año.

Con un virus de un chimpancé, el equipo han incrustado una cadena de código genético tomado del coronavirus. El código contiene instrucciones para conseguir que haga uno de los “picos” del corona. Cuando el virus del chimpancé, que no se puede reproducir, entra al cuerpo, secuestra una célula y la convierte en una fábrica de hacer “picos”. Con ellos presenta al sistema inmunológico con un objetivo al que puede atacar después. Los científicos la han catalogado como una vacuna de vector recombinante.

El Imperial College, que forzó al gobierno británico a cambiar la estrategia frente al coronavirus, y le advirtió de la posibilidad de 250.000 víctimas si no actuaban, va un poco más retrasado. Comenzará los ensayos humanos en junio. La vacuna es del tipo ARN.

En su vacuna, el coronavirus se replica a si mismo usando el ARN (RNA en ingles), un familiar molecular del DNA (ADN). A pesar de que tiene muchos usos, en este caso en nuestras células traduce instrucciones de nuestro código genético en proteínas, que dan poder a nuestro cuerpo.

En este caso, los investigadores han tomado una cadena de ARN que codifica un “pico” en el coronavirus y lo encierra en una gota de grasa. Ellos planean inyectar esto directamente, instruir a las células musculares para que muestren ese “pico” como una advertencia inofensiva para el sistema inmunológico.

Los dos equipos están trabajando contra el tiempo pero tienen un problema a resolver: el confinamiento y los retrasos que les provoca en el avance de la investigación.

Cuando más rápido se controle el virus es más difícil desarrollar una vacuna en el largo plazo, según ellos.

Miles de personas deben ser testeadas para probar su eficacia y el experimento no termina hasta que se produzca un número de infecciones que ellos se han fijado como objetivo. Luego que les dan a la mitad de la gente el placebo y a la otra la vacuna, hay que esperar que un pre determinado número de ellas reporte una infección.

Si el virus avanza a alta velocidad, ese punto se puede alcanzar muy rápidamente. Si hay confinamiento y la epidemia se frena, la vacuna va a tardar mas en este proceso porque el test se retrasa. Por eso algunos de ellos proponen un “test desafiante”, donde algunos voluntarios acepten ser deliberadamente infectados.

Ellos deberían ser jóvenes porque son los que van a tener una respuesta más débil cuando les den la vacuna y el virus.Pero como nadie garantiza que no sufran daños o secuelas, hay un dilema ético que nadie puede resolver aún.