La milanesa pasó a ser un lujo en la mesa de los argentinos
|Frita o al horno, de carne, pollo, pescado o de soja, a la napolitana o caballo, la milanesa es uno de los platos preferidos de los argentinos. Puntualmente y en el caso de la carne, la fuerte suba de los últimos años tuvo como consecuencia su recorte en las dietas de los vecinos y el cambio de costumbres, optando por cortes más baratos o incluso por otros tipos de alimentos.
Sin embargo, esto no es algo nuevo: de acuerdo a la Cámara de la Industria y Comercio de Carnes y Derivados de la República Argentina (Ciccra) entre agosto de 2009 y diciembre de 2017 el precio de la carne en el mostrador aumentó 833,7%. Sólo en 2018 la suba fue del 39,1%; en estos casi cuatro meses de 2019 el incremento fue del 15% y se espera un aumento del 10% en los próximos meses.
Miguel Schiariti, presidente de la Ciccra, explicó, en diálogo con los colegas de Diario Popular, que la industria cárnica se divide, básicamente en dos. “Por un lado tenemos el sector exportador, que está pasando un muy buen momento trabajando al 95% de su capacidad. Pero, por el otro, tenemos el sector del consumo. Acá la cosa es totalmente distinta. Desde hace seis meses que el consumo bajó muchísimo, la situación es por demás crítica”, explicó.
“En los primeros meses de este año la caída fue fuerte, porque tuvimos dos inundaciones graves, lo que se tradujo en una suba de precios significativo que recién se equilibró a mediados de abril”, detalló Schiariti y agregó: “Si bien el consumo cayó, hay que remarcar que en el 2018 la carne aumentó un 11% menos que la inflación”.
Más allá de esto, hay algo importante a tener en cuenta: la relación entre ingresos y corte. Puntualmente, vale ejemplificar con uno de los cortes más populares para hacer milanesas: la nalga.
Por ejemplo, el salario mínimo en febrero de 2015 era de $4.716 pesos y el kilo de nalga era de $85,05, según el Índice de Precios al Consumidor de la Ciudad de Buenos Aires (IPCBA), es decir, que se compraban 55 kilos de ese corte.
En febrero de este año, el salario mínimo era de $ 11.300 (hoy es de $12.500) y el kilo de nalga estaba $268,13, es decir que se compraban 42 kilos. Pero, más allá de la suba de los precios, es imposible negar que hoy se consume menos carne porque se destina mucho más dinero para pagar los servicios.
“Este año no esperamos grandes aumentos, salvo que ocurra alguna inclemencia. Nuestra idea, siempre, es mantener los precios por debajo de la inflación”, aseguró el titular de la Ciccra.
Por último y respecto a las medidas impulsadas por el gobierno nacional, Schiariti destacó el quite de retención de las exportaciones. “Durante el kirchnerismo, el entonces secretario de Comercio, Guillermo Moreno, obligaba a los exportadores a venderle a los supermercados un volumen determinado de carne para poder obtener los permisos de exportación (ROE). Esto fue eliminado con este gobierno, en diciembre de 2017 y significó un alivio para nosotros”, destacó.
El último informe de la Ciccra mostró cómo el consumo per cápita de carne vacuna en el primer trimestre del año descendió 13,4% respecto al mismo período del año pasado al llegar a los 50 kilogramos. Este valor está incluso muy por debajo de los 58 kilos que se llegaron a consumir en 2002, producto de la crisis económica desatada post devaluación de la moneda.
Alberto Williams, presidente de la Asociación de Propietarios de la Carnicerías de la Ciudad de Buenos Aires, dialogó con POPULAR y desmenuzó los pormenores de la crítica situación que atraviesan, sobre todo, quienes día a día, trabajan en los comercios.
“El consumo sigue bajando, la situación está muy dura y es imposible trabajar. No hay poder adquisitivo, pero los únicos que no lo entienden son las autoridades del gobierno. Si esto sigue así, en dos meses no queda nadie porque no hay venta”, vaticinó Williams.
Además, se refirió al acuerdo anunciado por Mauricio Macri a partir del cual el sector se compromete a vender el asado, vacío y matambre a $149. “La medida está bien, pero no es completa. Hubiese sido mejor si se incluían a las carnicerías del barrio. Obviamente, si lo estuviéramos, el precio tendría que ser otro, por la logística. Es un anuncio desigual y nos dejan afuera”, agregó.
En este marco, Williams aseguró que los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires, y los argentinos en general, han optado por excluir la carne de sus dietas. “Terminan optando por comprar carne picada, que rinde más, o milanesas. ¿Pero cuántas veces? Si el kilo está casi 300 pesos y no dura muchas comidas. El pollo subió y está por las nubes; el cerdo no tanto, pero la realidad es que los argentinos no estamos acostumbrados a comerlo”, afirmó.
“Esperemos que la economía reactive y que el gobierno reaccione. Porque vamos camino a chocarnos contra la pared. Como carniceros lo que más necesitamos es que nos saquen el IVA. Nada de lo que es alimentación tendría que pagarlo. Necesitamos una política impositiva más limpia y sana”, concluyó.