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La Iglesia argentina celebró Corpus Christi rezando por la vida

La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) celebró la fiesta solemne del Cuerpo y la Sangre de Cristo, invitando a toda la comunidad a rezar juntos por la vida. “Acompaña con la luz de tu Espíritu las decisiones de las asambleas legislativas, a fin de que los pueblos y las naciones reconozcan y respeten el carácter sagrado de la vida, de toda vida humana”, pidió en la oración.

 

La Conferencia Episcopal Argentina (CEA) celebró la fiesta solemne del Cuerpo y la Sangre de Cristo, invitando a toda la comunidad a rezar juntos por la vida.

La oración se enmarcó en el tiempo fuerte de oración por la vida convocado por los obispos argentinos ante las futuras instancias legislativas por el debate de los proyectos para despenalizar el aborto y que lleva la consigna #ValeTodaVida.

 

La plegaria por Corpus Christi fue difundida por las redes sociales y pedía a Dios:

 

Señor Jesús,

Que con fidelidad visitas y colmas con tu Presencia Eucarística:

Aviva en nosotros el respeto

por la vida humana naciente,

haz que veamos en el fruto del seno materno

la admirable obra del Creador;

abre nuestro corazón a la generosa acogida

de cada niño que se asoma a la vida.

 

Acompaña con la luz de tu Espíritu

las decisiones de las asambleas legislativas,

a fin de que los pueblos y las naciones

reconozcan y respeten

el carácter sagrado de la vida,

de toda vida humana.

 

Homilía de monseñor Juan Alberto Puiggari, arzobispo de Paraná, en la solemnidad

 

“Queridos hermanos:

 

Recordamos y celebramos, en esta tarde, el milagro de la presencia Divina bajo las especies del pan y del vino en la Eucaristía. Es el mismo misterio que conmemoramos el Jueves Santo, pero ahora sin el telón de fondo de la Pasión. La Iglesia, hoy cubre con el velo de su piedad la traición de Judas para que resalte con todo su resplandor la entrega de Cristo para la vida de todos los hombres. Hoy se nos ofrece la ocasión para manifestar públicamente nuestra acción de gracias, nuestra adoración, nuestra fe y nuestro amor ante tan gran misterio.

 

Nuestro querido Papa Emérito Benedicto XVI: sintetizaba con esta frase toda la profundidad de este misterio que hoy celebramos: “Con la Eucaristía el cielo viene a la tierra, el mañana de Dios desciende al presente y el tiempo es como abrazado por la eternidad divina”.

 

Celebrando y adorándolo en el Santo Sacramento aprenderemos a vivir la auténtica vida cristiana que es la “eucarística”, amar como Jesús nos enseña, en oblación, en entrega permanente al servicio del Padre y de nuestros hermanos, hasta la muerte. “¡Ser Eucaristía! Que éste sea, precisamente, nuestro constante anhelo y compromiso, para que al ofrecimiento del cuerpo y de la sangre del Señor que hacemos en el altar, se acompañe el sacrificio de nuestra existencia” (Benedicto XVI).

 

La fe de la Iglesia es esencialmente fe eucarística y se alimenta en la mesa de la Eucaristía. El documento de Aparecida nos invita a renacer desde Cristo, y en esta tarea de querer dar un impulso misionero a nuestras parroquias poniendo en marcha las conclusiones del III Sínodo Arquidiocesano, queremos una vez más, afirmar con toda convicción que “Toda gran reforma está vinculada de algún modo al redescubrimiento de la fe en la presencia eucarística del Señor en medio de su pueblo”. Benedicto XVI

 

Quisiéramos en este día pedir la gracia que en toda la Arquidiócesis se despierte cada vez más el “asombro” eucarístico, que nos lleve a celebrar la Pascua Semanal y “arrodillarnos en adoración ante el Señor. Adorar al Dios de Jesucristo, que se hizo pan partido por amor, es el remedio más válido y radical contra las idolatrías de ayer y hoy.

 

“Nos postramos ante un Dios que se ha abajado en primer lugar hacia el hombre, como el Buen Samaritano, para socorrerle y volverle a dar la vida, y se ha arrodillado ante nosotros para lavar nuestros pies sucios. Adorar el Cuerpo de Cristo quiere decir creer que allí, en ese pedazo de pan, se encuentra realmente Cristo, quien da verdaderamente sentido a la vida, al inmenso universo y a la más pequeña criatura, a toda la historia humana y a la más breve existencia…recibir el pan en la que el alma sigue alimentándose: se alimenta de amor, de verdad, de paz; se alimenta de esperanza, pues Aquél ante el que nos postramos no nos juzga, no nos aplasta, sino que nos libera y nos transforma.”

 

“Hagan esto en memoria mía”. Estas palabras de Jesús resuenan en este día con una fuerza especial, son ellas las que nos mueven a rezar especialmente por las vocaciones sacerdotales. .

El Santo cura de Ars decía: “Si desapareciese el sacramento del Orden, no tendríamos al Señor. ¿Quién lo ha puesto en el sagrario? El sacerdote.

 

Sólo por la fe tenemos que descubrir que gracias a su ministerio Jesucristo está en la Eucaristía desde donde sigue ofreciéndose por el mundo entero. “¿Cuánta hambre habría en el mundo sin el Pan Eucarístico, acaso habría vida? “Yo soy el Pan para la Vida del mundo”.

 

Pidamos hoy y cada día por nuestros sacerdotes, por su santidad, por la fidelidad de los seminarista, por el aumento de las vocaciones, especialmente en este año vocacional, para que en toda la Arquidiócesis y en el mundo se celebre la Eucaristía y quede en los sagrarios para que nuestro pueblo pueda acudir a E”.

 

Queridos hermanos hablar de Eucaristía es hablar del designio de Dios para darnos la Vida en su plenitud. “Yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” Jn.10,10.

En este día que tanto nos habla de la Vida quiero reiterar la declaración de los Obispos del Litoral: reunidos en Paraná, queremos expresar nuestra firme convicción de que cada niño que está viniendo a este mundo merece ser bienvenido, pues todo ser humano es un don, con su dignidad inviolable de ser persona, imagen de Dios.

 

Afirmamos y propiciamos una cultura de la inclusión, que no descarte a nadie por ninguna razón. Rechazar la vida que empezó su camino es signo de una cultura del descarte y la exclusión que nos deshumaniza, empobrece y contradice el dato duro de la ciencia.

 

El drama humano de una madre que se ve en el dilema de abortar a su hijo, implica diversos actores, pero nunca un problema humano se puede resolver eliminando a uno de ellos; siempre se debe solucionar procurando salvar a todos.

 

Por eso le pido al Señor de la Vida para que ilumine a los legisladores para que con inteligencia, y sabiduría, respetando la verdad y el bien, busquen aprobar leyes que ayuden a que toda mujer se sienta protegida y acompañada en su embarazo y que a ningún niño por nacer se le impida hacerlo bajo ningún pretexto.

 

A nuestros fieles católicos los invitamos a seguir construyendo juntos la cultura de la vida, en primer lugar con la oración perseverante y confiada al Señor de la Vida.

 

La Iglesia en Paraná ha sido sacudida en los últimos años por casos y denuncias de abusos, incluso con unas recientes condenas penales. Quisiera decirles, queridos fieles y sacerdotes aquí presentes, que soy consciente de todo esto, y que me duelen estas situaciones, principalmente porque han originado mucho sufrimiento para quienes han sido víctimas y sus personas más cercanas, todos ellos hermanos nuestros. Y también por tanta gente buena, que ama a Cristo y a la Iglesia como ustedes que han venido hoy a homenajear a Jesús Eucaristía, y que puede sentirse desorientada, confundida y -¿por qué no decirlo?- desilusionada. Quisiera decirles que estamos haciendo todo lo posible para que no se vuelvan a producir nunca más estas situaciones, para que todos los espacios de Iglesia sean seguros para todos y ámbitos en donde se perciba la búsqueda de la santidad. Quiero con toda humildad volver a manifestar, esta vez frente a ustedes, que estamos peregrinando como Iglesia el arduo y penoso camino de la purificación, la penitencia y la redención por todas las veces que el Señor ha sido ofendido en un niño en el ámbito de nuestra Iglesia.

 

En la historia del sacerdocio, también en la nuestra, se advierte la oscura presencia del pecado. La fragilidad humana ha ofuscado el rostro de Cristo. Y ¿cómo asombrarnos? Cuando Nuestro Señor instituía el sacerdocio, Judas consumo su traición, Pedro experimento su debilidad con su triple negación. En este día quiero agradecer al Pueblo de Dios porque a pesar de nuestra fragilidad, de la cual les pido sinceramente perdón, siguen creyendo en la fuerza de Cristo que actúa a través de sus sacerdotes.

 

Los actos cometidos por unos pocos no pueden desacreditar ni desvalorizar la labor de tantos sacerdotes que han sufrido por esta situación y que abnegadamente siguen trabajando silenciosamente entregando su vida a la Iglesia y a sus hermanos. A ellos también les agradezco y los animo a seguir con alegría al Señor.

 

El perdón tiene que ver con la verdad y la justicia, exige la Cruz del Hijo y nuestra conversión que es restauración de la verdad.

 

Recen mucho por nosotros y con nosotros. La oración es el primer lugar del aprendizaje de la esperanza. Dios y Él me ayuda. Recen para que podamos renovar nuestro sacerdocio y ser más una transparencia de la misericordia de Dios.

 

Francisco nos decía hace pocos días:” Él nos quiere santos y no espera que nos conformemos con una existencia mediocre, aguada, licuada… y continuaba “mi humilde objetivo es hacer resonar una vez más el llamado a la santidad procurando encarnarlo en el contexto actual con sus riesgos, desafío y oportunidades”

 

Queridos hermanos: como cada año, al final de la santa Misa, realizaremos la tradicional procesión eucarística y elevaremos nuestras oraciones y cantos en honor al Señor presente en la Hostia consagrada. Le diremos en nombre de toda la ciudad: ¡Quédate con nosotros Jesús, te necesitamos! Libera a nuestra Patria de la amenaza contra toda vida, del aborto, de la violencia y del odio que contamina las conciencias, acompaña a nuestro pueblo que sufre por la falta de amor, de fe, del pan, del trabajo, fortalece a los sufren en el cuerpo o en el alma, purifícanos con la potencia de tu amor misericordioso.

 

Que María, Mujer Eucarística, nos ayude a descubrir en la Eucaristía la fuente para poder vivir con exigencias el Evangelio que no es otro que Su Hijo, al que hay que conocer, amar e imitar para transformar la historia”.

Informes: www.episcopado.org  y en las redes sociales Facebook, Twitter e Instagram.