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La CGT rechazó los anuncios económicos con un duro documento

La CGT se reunió hoy de urgencia para analizar el impacto de los anuncios que hizo ayer el ministro de Economía, Luis Caputo. Por ahora, manda la prudencia en las distintas tribus, incluso en las más identificadas con el kirchnerismo. Aunque reforzaron su disconformidad con un duro documento cuyo título es “No es la casta. Al ajuste lo paga el pueblo”.

A los caciques sindicales no les sorprendió el drástico recorte anunciado por la gestión de Javier Milei en el gasto público como tampoco la quita de los subsidios o la posibilidad de modificar las leyes vinculadas a las jubilaciones o el impuesto a las ganancias. Sí, en cambio, les llamó la atención la falta de precisiones de la hoja de ruta que expuso el funcionario. “No estamos ante un plan económico, estamos ante medidas desordenadas de ajuste”, señalaron los gremios.

“La gente acompañó con su voto a este gobierno y sabía de qué se trataba. Nosotros vamos a ser prudentes y a esperar la reacción de la sociedad. No conocemos los detalles y hubo falta de profesionalismo en la puesta en escena. Estamos viendo que el ajuste no se va a hacer sobre la casta sino sobre los trabajadores y los jubilados”, dijo Gerardo Martínez, jefe de la Uocra. Martínez fue el anfritrión del encuentro de hoy, del que participaron más de 25 dirigentes. La CGT se mantiene por ahora en la mesura, aunque acordó un duro documento con advertencias sobre una posible hiperinflación. Por ahora, no habría fisuras internas en cuanto a esta estrategia y los gremios intentaron mostrarse como garantes de la gobernabilidad. Pidieron un encuentro mano a mano con el Gobierno.

“El plan de ajuste fiscal y cambiario anunciado por el Gobierno generará una fuerte aceleración del proceso inflacionario, que dinamitará el poder adquisitivo de los salarios de los trabajadores formales e informales, trabajadores de la economía social y solidaria, de cuentapropistas y autónomos, así como también de jubilados y pensionados. Esto significa que, el anunciado ajuste, no ajusta a la “denominada” casta como se prometió en la campaña. El ajuste de Milei, una vez más, recae sobre el pueblo”, dice un párrafo del mensaje cegetista.

Y añade: “De acuerdo a lo pronosticado por las propias autoridades económicas del actual Gobierno, las medidas anunciadas ubicarán el índice inflacionario mensual entre un 20 y un 30% al menos por el próximo cuatrimestre situación que, de no ser acompañada por una política de ingresos ejercida a través del libre ejercicio de las negociaciones paritarias y de políticas activas compensatorias, pondrá a millones de argentinos y argentinas en una situación socioeconómica desesperante, sin garantías de poder acceder a sus necesidades básicas”.

Puntualmente sobre las medidas económicas, la CGT advierte: “Más que un ajuste ortodoxo, son un disciplinador social. Ahogan a las provincias vía recortes impositivos y pretenden una transferencia de recursos de los trabajadores y jubilados a la Nación por la ausencia de una política de ingresos. Además, implican una fuerte paralización de la actividad económica con su consecuente puesta en riesgo de cientos de miles de puestos de trabajo. Sigue siendo nuestra vocación contribuir a la gobernabilidad. Para ello consideramos imprescindible una convocatoria al dialogo de parte de las autoridades gubernamentales”.

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El sector más dialoguista de la CGT, que lo integran “los Gordos” y los autodenominados “independientes”, ya abrió un canal de negociación con los libertarios. Incluso, antes de la asunción, hasta se generó un intercambio directo con el presidente electo, según aseguraron dirigentes de ambas orillas. A través de sus ministros Guillermo Francos y Guillermo Ferraro, principalmente, pero también mediante diputados nacionales con nexos gremiales, Milei les habría hecho llegar un mensaje conciliador: la reforma laboral será más light de lo planificado; los contratos de obra pública vigentes se mantendrían al igual que el plan Procrear, y no se tocarían las obras sociales ni la ley de Asociaciones Sindicales, la viga maestra en la que los gremios peronistas sostienen su poder casi exclusivo de representación en negociaciones y conflictos salariales. En estos puntos por ahora no habría cambios.

Generó asombro y significó un golpe la licuación que se prevé para los planes sociales, sobre todo para el Potenciar Trabajo. Aquí se abre una brecha entre la CGT, que representa a trabajadores registrados, y los movimientos sociales, que nuclean a los informales. En algunas semanas lo que los podría unir es la convocatoria al Consejo del Salario para actualizar el salario mínimo, vital y móvil, que es hoy de $156.000. Una de las estrategias de Omar Yasin, el nuevo secretario de Trabajo, quizás sea pisar la actualización para que de esa manera no se indexen las paritarias. Lo mismo que anunció ayer Caputo con los montos del Potenciar Trabajo. Un dato: el salario mínimo es una referencia para el monto de los planes sociales, haberes jubilatorios y para el seguro de desempleo. Con los salarios podría suceder lo mismo que con los indicadores de la ley de presupuesto: que se los devore la inflación. “Nos garantizaron que las paritarias no se interrumpirán”, dijo un dirigente de peso de la CGT que mantuvo diálogos con los libertarios y con las nuevas autoridades del área laboral.

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