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La Capilla del Cementerio está en ruinas

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- Acceder a la ermita del Cementerio Municipal de Paraná genera no solo desconsuelo sino angustia y abatimiento por su quebranto arquitectónico desastroso. Las imágenes de nuestra Galería de Fotos lo reflejan con nitidez. La dejadez es alarmante siendo Patrimonio Histórico de la Ciudad, declarado como tal por Ordenanzas Municipales. ¿Qué se espera? El abandono es palmario. El desdén es inusitado. Inadmisible.

 

Van a cumplirse 2 años de haber celebrado nuestros 200 años como Villa. Inevitable recordar todo lo que se invirtió en una conmemoración fantástica para evocar el paso de esa calidad a ciudad, capital provincial, primera capital de la Nación y retorno a ser la  entrerriana.

Fueron días en los cuales se honró a nuestros antepasados, enalteciéndose nuestro patrimonio edilicio -denominado por el 1800 como Arquitectura de la Confederación-, evocando nuestras raíces culturales como sociedad.

 

Hoy, hay sectores que evidentemente no fueron contemplados en el proceso de restauración-remodelación y han caído en un olvido execrable, estando condenados a una dolorosa y hasta peligrosa extinción.

Fuimos férreos defensores del proyecto y ejecución de puesta en valor y conservación instrumentado por la Municipalidad de Paraná, y promovimos la educación y la concientización de la Comunidad toda en lo inherente pasar de generación en generación tan riquísimo patrimonio arquitectónico, en pos de no olvidar lo que fuimos capaces cristalizar colectivamente en estos 200 años de vida.

 

Sin embargo, la Comuna sigue exhibiendo un grado de contradicción inconmensurable. Como si en ésta área tuviese poco asesoramiento especializado, o si se eligiese al azar las labores que se deben emprender, exteriorizando una indiferencia condenable en cuanto a las prioridades que no se justiprecian.

Podemos señalar decenas de ejemplos pero en esta Columna redoblaremos la apuesta en procurar llamar la atención de nuestros funcionarios acerca de uno de los edificios de mayor trascendencia histórica-arquitectónica: el Cementerio de la Santísima Trinidad, que acentúa día a día un estado penoso de abandono y deterioro, y en forma CONCRETA nos referiremos a su añeja Capilla.

 

El cementerio se libró al uso público en 1826, con el nombre y advocación de la Santísima Trinidad. Poseía una capilla anexa construida según planos del sacerdote Dr. Francisco Dionisio Álvarez, en estricto orden neoclásico, similar al Panteón de Roma.

La mayor mutilación que sufrió el cementerio se produjo en los primeros años del siglo XX, cuando dinamitaron la capilla original, para dar lugar a la actual, construida a comienzos del 1900.

 

Ingresar a esta ermita genera no solo tristeza sino inquietud por su detrimento calamitoso. Las fotos lo reflejan con elocuencia. La dejadez, la indiferencia del municipio es alarmante siendo Patrimonio Histórico de la Ciudad, declarado como tal por Ordenanzas Municipales.

No hay mucho por decir. Basta observar techo, zócalos, paredes para robustecer nuestra narración.

 

¿Qué se espera? ¿Un desmoronamiento? El abandono es notorio. La apatía, el desdén es incomprensible, e inaudito.

Es una afrenta a la memoria de la cual TANTO habla este Gobierno.

 

Y vale la pena preguntarse también… ¿Qué guió la decisión de las autoridades a la hora de seleccionar los monumentos a restaurar? ¿La magnificencia y el presupuesto a licitar?

 

Antes del 1800 Montesquieu decía: “Los intereses particulares hacen olvidar fácilmente los públicos”. ¡Cuánta razón!

 

¿Cómo podemos enseñarle a nuestros sucesores en las escuelas sobre lo orgullosos que debemos estar por ser paranaenses?

¿Por qué no podemos preservar el resultado físico de las fecha que rememoramos y hasta hacemos alarde de añorar?

 

La historia excelsa de la República Argentina pasó por Paraná, las huellas que dejó su paso están en ruinas y si no se toma conciencia  o no se actúa con drasticidad, la obra devastadora de una gestión tristemente polémica por sus contradicciones se inscribirá en los más abominables, aborrecibles hitos políticos contra el arte y la cultura.

 

Diría Martin Luther King: “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”. ¿No llegó la hora que el Pueblo demande una URGENTE reparación de tan dañina indolencia, abulia y pereza estatal?