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Jueves Santo: Visita a los siete monumentos

Después de la Santa Misa del Jueves Santo, el Santísimo se reserva en lugares especiales para la Comunión del Viernes Santo, día en que se conmemora la Pasión y Muerte del Señor. Dichos lugares, que son distintos a los habituales, se llaman Monumentos. El Viernes y el Sábado Santo son los únicos días del año en que no se celebra la Santa Misa.

La costumbre de recorrer las siete iglesias el Jueves Santo tiene su origen en el Jubileo o Año Santo (1300), cuando los romanos podían ganar indulgencias extraordinarias al detenerse a visitar los principales templos romanos o llamadas estaciones. Es una especie de peregrinación y sacrificio, en recuerdo cuando Jesús fue llevado de un lado a otro, al momento de ser enjuiciado.

La Semana Santa ayuda a que las familias y amigos se unan en una peregrinación recordando lo que Jesús vivió antes de su muerte. Y, generalmente, se realiza yendo a visitar siete templos cercanos; recordando en cada uno el camino de la Pasión.

La tradicional visita a los siete Monumentos se realiza en la tarde y noche del Jueves Santo y durante el día del Viernes Santo, antes de la celebración de la Pasión. Es una manera de acompañar a Jesús la noche en que fue “oprobio de los hombres” (Salmos 21, 7).

Además, el acto piadoso tiene como objetivo dar gracias a Jesús por la institución de la Eucaristía y desagraviar, con homenajes, los ultrajes que El recibió.

Quien por enfermedad u otro impedimento no pudiera visitar siete monumentos, puede hacerlo fervorosamente, una sola vez, en su Parroquia.

¿Qué rezar en cada estación?

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Jaculatoria inicial: ¡Alabado y ensalzado sea en este Monumento, el Santísimo y Divino Sacramento!

Oración preparatoria: ¡Oh Dios!, que en este tan admirable Sacramento nos dejaste un memorial de tu Pasión: dadnos, Señor, la gracia de venerar los sagrados misterios de tu Cuerpo y Sangre tan devotamente, que merezcamos experimentar en nosotros perpetuamente el fruto de tu Redención. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Así sea.

¿Para que se visitan los monumentos?

Para acompañar a Jesús en la noche que Dios fue juguete de los hombres. En efecto desde que terminó la última cena hasta que fue condenado en el tribunal de Poncio Pilatos, Jesús sufrió toda clase de ultrajes.

Así como el camino doloroso está señalado por las 14 estaciones del vía crucis, las ignominias de esa espantosa noche se señalan en cada uno de los siete monumentos.

Si uno decide hacer todo en una sola Iglesia puede hacerlo

El recorrido


Primera Visita: La oración en el huerto

Jesús comenzó a atemorizarse hasta exclamar “Padre si es posible, aleja de mi este cáliz pero no se haga mi voluntad sino la tuya”. Se angustió “y vínole un sudor como gota de sangre que chorreaba hasta el suelo”, recuerda San Lucas. La tradición enseña que al ver Jesús que su sacrificio redentor iba a ser estéril en algunos, su congoja fue grande. Así tantos padres sufren angustias ante la perdición espiritual de sus hijos y todos nosotros sufrimos por la maldad propia y la ajena.

Unamos, pues,  nuestros dolores espirituales a los de Cristo para nuestra salvación y la del mundo.

Se medita unos minutos y se corona rezando: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Segunda Visita: “No habeis podido velar conmigo una hora”

Les dice Jesús a Pedro, Santiago y Juan por quienes se hizo acompañar. “No hablas, balbuceas, no caminas, tiemblas, estás desfigurado y nadie te consuela, ni los tres mejores de entre los doce mejores, ni tu primer Papa ni tu  discípulo predilecto”. Si ellos hubiese rezado de aquí habrían sacado fuerzas para dar sus vidas por Ti. Aquí está la raíz del mal.

Lo decía San Alfonso: “o pecando dejas de rezar o rezando dejas de pecar”. Como un eco infinito a través de los siglos llega a mi tu dulce reproche: “no habeís podido estar conmigo sólo una hora”. Señor, que poco rezo, perdón.

Se medita unos minutos y se corona rezando: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Tercera Visita: Traición- “Judas, con un beso entregas al Hijo del Hombre” Lc. 22, 48

Cuánto duele una traición, una deslealtad, que cruel desilusión. Cuantas veces aquellas míseras treinta monedas fue el placer, preferir un rato de placer exterior a la paz interior, un goce animal a la amistad divina. Cuantas veces en la inconsistencia de los bueno propósitos con un beso engañoso hemos preferido lo que no vale, lo que pasa, a ti mismo. Hagamos por el contrario, nuestra la exclamación de Pablo de Tarso “Considero todo una basura con tal de ganar a Cristo”. Que así sea.

Se medita unos minutos y se corona rezando: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Cuarta Visita: “Entonces sus discípulos abandonándolo huyeron todos” Mc.14, 50

De sus implacables enemigos, los sacerdotes, sólo odio encontró; el pueblo, del Domingo de Ramos al Viernes Santo, cambió diametralmente su voluntad. Por eso el Sagrado Corazón dijo a Margarita, a quien se le aparecía “mis enemigos me pusieron una corona de espinas en la cabeza, mis amigos en el corazón”.

Oh Señor cuanto te hieren nuestras cobardías, nuestros respetos humanos, cuando en la misma misa tenemos vergüenza para rezar un Padre Nuestro en voz alta frente a los demás, olvidando nuestro compromiso de bautizados y hasta de confirmados, y cuantos te abandonaron pasando a las filas de los enemigos que viven mal en la mundanidad y el paganismo, o piensan mal con doctrinas erradas y perniciosas. Cuanto dolor para tu corazón por todos los abandonos.

Se medita unos minutos y se corona rezando: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Quinta Visita: Ultrajes en la cárcel y tribunales

Luego comenzaron a escupirle la cara y a maltratarle a bofetadas diciendo: “¿adivina Cristo quien es el que te ha herido?” (Mt.26,65).

Escribe un autor” “el último de los ultrajes es recibir escupidas en el rostro”, porque se saliva en los más inmundos lugares. Hablando San Agustín de las ignominias recibidas por Cristo dice: “Si esta medicina no cura la hinchazón de nuestra soberbia, no acierto a dar con otro remedio”.

Recuérdame, Jesús mío, que podría hacer yo para desagraviarte. Me respondes: “tolera los ultrajes por amor mío como yo los he soportado por el tuyo”

Se medita unos minutos y se corona rezando: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Sexta Visita: La negación de Pedro

“Aunque todos te abandonen, yo no te abandonaré”. Esta exclamación jactanciosa fue la raíz de su cobardía inmediatamente predicha por el Señor. “Pedro antes que cante el gallo, me negarás tres veces”. Ah, si Pedro hubiese rogado “Permíteme Señor serte fiel” que distinto hubiese sido todo. Pero el lavó sus culpas con abundantes ríos de lágrimas, “lloró amargamente” nos dice el Evangelio.

Señor que nunca se nos seque la fuente de lágrimas. El infierno no se acaba porque el demonio no se arrepiente, que no seamos duros de corazón e impenitentes. Que sepamos llorar nuestros pecados.

Se medita unos minutos y se corona rezando: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Séptima Visita: Herodes lo trata como loco

“Entonces el rey con todo su séquito lo despreció y para burlarse lo envolvieron en ropa blanca. Herodes lo recibe para juzgarlo por curiosidad, quiere ver un milagro, o escuchar mensajes interesantes. Jesús calla ante este rey indigno y pecador. Y lo remiten a Pilatos.

San Buenaventura añade: “lo despreció como a un impotente porque no le hizo ningún milagro, como a un ignorante porque no respondió palabras y como a un estúpido porque no se defendió”.

Cuántas veces me parecieron poco razonables tus enseñanzas sobrenaturales, la confesión, el celibato, el amor a la Cruz, la castidad prematrimonial… Perdón Señor, perdón.

Se medita unos minutos y se corona rezando: Padre Nuestro, Ave María y Gloria.

Se visitan los monumentos luego de la misa del Jueves Santo, esa noche y el Viernes Santo hasta las 3 de la tarde.

Si no se va a 7 iglesias, las visitas pueden hacerse en menos y hasta en una sola, entrando y saliendo 7 veces.