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Golpe del ’76: ATE reflexionó sobre causas y consecuencias

“El 24 de marzo de 1976 fue el comienzo de una larga noche que duró nueve años en los que la sociedad argentina fue sistemáticamente agredida y violentada con el objetivo de disciplinarla para que no volviera a acuñar deseos de independencia, justicia, solidaridad, inclusión; el fin de las clases dominantes argentinas, empuñando el arma de las FFAA, fue refundar la Nación”, sostuvo ATE Entre Ríos en un comunicado enviado a los medios.

 

“El 24 de marzo de 1976 fue el comienzo de una larga noche que duró nueve años. Nueve años en los que la sociedad argentina fue sistemáticamente agredida y violentada con el objetivo de disciplinarla para que no volviera a acuñar deseos de independencia, justicia, solidaridad, inclusión. El fin de las clases dominantes argentinas, empuñando el arma de las FF.AA, fue refundar la Nación”.

 

“En ese sentido, las consecuencias de aquella violencia –lo que equivale a decir, sus objetivos– no cesaron con la culminación de aquel nefasto período de nueve años, sino que se prolongaron por muchos más; incluso llegan hasta nuestros días. El neoliberalismo de los ’90 fue la prolongación en democracia del programa que la dictadura impuso a sangre y fuego. Más aún, la dictadura fue la continuidad histórica del modo en que la oligarquía dirimió la definición de los dos modelos de país que vienen disputando la hegemonía política nacional desde antes de la constitución de Argentina como Nación”.

 

“La clase trabajadora fue la más castigada por la violencia del terrorismo de Estado; si bien, cuando se trata del horror de un genocidio planificado y aplicado sistemáticamente sobre toda la sociedad, no corresponde discriminar por la condición de las víctimas, puesto que todas cargan con el peso de la tragedia”.

 

“El objetivo de la dictadura cívico-militar que usurpó, una vez más, el poder entre 1976 y 1983 fue el de disciplinar a la sociedad. Para ello debió ejercer una violencia que dejara secuelas indelebles en el inconsciente colectivo. Los 30 mil desaparecidos y los cientos de miles de marginados como consecuencia de las políticas económicas neoliberales son una prueba de ello. El complejo tejido social enhebrado durante décadas, con las mejores tradiciones de los movimientos y organizaciones políticas y sociales populares, fue atacado con una violencia inusitada, aún para una historia nacional que abunda en hechos sangrientos”.

 

“Así, el desmantelamiento de la industria nacional, que fue el soporte del modelo de sustitución de importaciones, continuó en la destrucción del sistema público de educación, de salud, de seguridad social y de obra pública”.

 

“El Estado comenzó a ser destruido desde el Estado mismo. O peor, fue moldeado de acuerdo a los intereses y necesidades de una minoría que ejercía el poder con crueldad y desprecio por la clase trabajadora. Aquellos intereses estaban vinculados a la valorización financiera del capital y a la de los excedentes que generaban los sectores privilegiados de la actividad agropecuaria”.

 

“En las décadas del ‘70 a los ’90 los estatales resistimos a las políticas neoliberales y sufrimos sus consecuencias. Lo vimos en el empobrecimiento de nuestros salarios, los que iba a engrosar los bolsillos de los formadores de precios vía golpes de inflación; en las suicidas políticas de apertura económica que no le daban a lo que quedaba en pie de la industria nacional la oportunidad mínima de competir con industrias más dinámicas que tenían ventajas comparativas inalcanzables; lo vimos en el enriquecimiento de una burguesía parasitaria y prebendaría que usó los mecanismos económicos del Estado en beneficio propio y en sindicalistas que entregaron a su base social en mesas de negociación a espaldas de los trabajadores y de los intereses nacionales”.

 

“Por todo lo enumerado, es necesario continuar reflexionando sobre las condiciones que se fueron generaron durante meses para concretar el golpe de Estado que derrocó al gobierno de María Estela Martínez de Perón, en las complicidades que lo hicieron posible, en los beneficiarios, en las víctimas, en los cambios estructurales que se forjaron a sangre y fuego en la sociedad, en los procesos culturales que son tributarios de las políticas del sálvese quien pueda y del individualismo, en los actos de heroica resistencia que se realizaron y, si bien terminaron reprimidos, dejaron una huella a seguir”.

 

Los destinatarios de la represión ilegal

 

“La dictadura de 1976 completó y profundizó el esquema de persecución y exterminio que comenzara sistemáticamente con la Triple A, liderada por López Rega. El informe Nunca Más de la Comisión Nacional para la Desaparición de Personas (Conadep) elaboró un cuadro con la distribución de desaparecidos según profesión u ocupación”.

 

Obreros 30,0%

 

Estudiantes 21,0%

 

Empleados 17,8%

 

Profesionales 10,7%

 

Docentes 5,7%

 

Conscriptos y personal subalterno de las Fuerzas de Seguridad 2,5%

 

Amas de casa 3,8%

 

Autónomos y varios 5,0%

 

Periodistas 1,6%

 

Actores y artistas 1,3%

 

Religiosos 0,3%.