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Francisco llegó a Marsella

El papa Francisco llegó este viernes a Marsella, pero no a Francia, en una de sus más sensibles visitas, con un homenaje a los migrantes en su corazón y sus rezos, junto a la interreligiosidad como tema. Lejos de las políticas de Francia y la Unión Europea, que buscan cómo expulsarlos del territorio, su santidad honrará a los que llegan, a los que no se hundieron en el mar Mediterráneo. Quinientos años después, un pontífice regresa a Marsella.

Esta contorsión de venir a la capital fenicia y provenzal pero no en una visita de Estado a Francia, es la que resiste desde su llegada al trono de Pedro. En ninguna otra nación el Papa ha hecho tales esfuerzos para justificar el hecho de pasar por una metrópoli francesa, sin venir “a Francia”.

Es que su visita causó una polémica en la Francia laica, pero que el presidente Emmanuel Macron defiende por sus creencias. No todos los franceses están de acuerdo con la presencia del mandatario en la misa del sábado.

Al final de la tarde, el Papa estuvo con los migrantes, frente al Monumento a los Héroes y Víctimas del Mar en Marsella, en compañía de líderes de otras religiones y de asociaciones de ayuda a los inmigrantes.

Con vista al “cementerio” del Mar Mediterraneo, rogó por todos los migrantes que se hundieron en él ante la mayor indiferencia. Un minuto de silencio emotivo, interreligioso, con rabinos, emires, ortodoxos, y budistas, en esta ciudad multicultural y milenaria .Inmensamente inconfortable para todos aquellos europeos que creen que los migrantes deben ser devueltos a su tierra.

El pontífice denunció el viernes el “tráfico odioso y el fanatismo de la indiferencia” ante la suerte de los inmigrantes náufragos en el Mediterráneo, que “deben ser rescatados”.

Francisco no viene a “consolar a sus hermanos en la fe”, sino a alertar a la opinión pública sobre la cuestión migratoria. La misa de Marsella en el Velodrome fue más allá del ámbito de una celebración sólo para católicos.

“Ya no podemos presenciar las tragedias de los naufragios causados ​​por el tráfico atroz y el fanatismo de la indiferencia. Las personas que corren el riesgo de ahogarse, cuando son abandonadas en las olas, deben ser rescatadas. Es un deber de la humanidad, es un deber de la civilización”, insistió el papa, que denuncia periódicamente la suerte de los inmigrantes desde su elección hace diez años.

“Estamos en una encrucijada: de un lado la fraternidad, del otro la indiferencia, que está ensangrentando el Mediterráneo. Estamos en una encrucijada de civilizaciones”, lanzó el jefe de la Iglesia católica, denunciando “la parálisis de miedo”.

Francisco prevé expresar este llamado a la conciencia de manera política y geopolítica el sábado por la mañana, durante los “Encuentros Mediterráneos” en el Palacio del Faro.

Hablará ante unos sesenta obispos y setenta “jóvenes” de países del Mediterráneo. A primera hora de la mañana también se habrá encontrado con personas en situación precaria, cerca de la estación de Saint-Charles, una medida añadida en el último momento.

La primera versión del programa de esta visita presentada en primavera se limitaba a la cuestión migratoria. Inicialmente, este viaje se desarrolló en línea con el de Estrasburgo: al llegar el sábado por la mañana a Marsella, el Soberano Pontífice pronunciaría su discurso en los “Encuentros Mediterráneos”, antes de partir a primera hora de la tarde hacia Roma y almorzar en el avión.

El papa Francisco celebró misa en Marsella, en una visita marcada por el tema migratorio. Foto: AP El Papa Francisco celebró misa en Marsella, en una visita marcada por el tema migratorio. Foto: AP
Fue necesaria toda la persuasión del cardenal Jean-Marc Aveline para que Francisco aceptara finalmente presidir una misa en el Stade-Vélodrome el sábado por la tarde, donde se esperan cerca de 60.000 fieles. El programa cambió.

Asi se incluyó la visita a Notre Dame de la Garde, que vigila Marsella desde lo alto, donde encontrará a los sacerdotes y religiosos marselleses.

La crisis de los migrantes en Lampedusa
El pontífice llega a Marsella en un contexto de crisis en la isla italiana de Lampedusa, expuesta a una llegada masiva de inmigrantes. Casi 8000 llegaron en un fin de semana e Italia pidió ayuda a Europa.

Francia, a través de su ministro del Interior, Gérald Darmanin, anunció el martes que no acogería a “ningún migrante de Lampedusa”. Esta isla italiana, situada entre Túnez y Sicilia, está cerca del corazón del Papa Francisco. Fue el destino de su primer viaje papal en julio de 2013. Allí denunció la “globalización de la indiferencia” ante las muertes de inmigrantes en el Mediterráneo.

Francisco justificó su viaje a la ciudad fenicia por su participación en una conferencia eclesial sobre el Mediterráneo.

“El problema del Mediterráneo es un problema que me preocupa. Por eso me voy a Francia. Es criminal explotar a los inmigrantes. No en Europa porque somos más civilizados, sino en los ‘Lager’ (campamentos) del norte de África, donde se retiene a los inmigrantes”, señaló.

“Los obispos del Mediterráneo se reúnen con los políticos para reflexionar seriamente sobre esta tragedia de los inmigrantes. El Mediterráneo es un cementerio pero no es el cementerio más grande. El cementerio más grande se encuentra en el norte de África. Para eso voy a Marsella”, explicó el papa.

El presidente Emmanuel Macron asistirá a la misa en el Velodrome y será recibido media hora por el papa junto a la primera dama, Brigitte Macron. Habrá intercambio de regalos, en una aparente pero falsa visita de estado.

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