Francisco al Cuerpo Diplomático: “Inmunizar a la población tanto como sea posible”
|“Continuar el esfuerzo para inmunizar a la población tanto como sea posible, para contrarrestar al coronavirus que sigue creando aislamiento social y cobrando vidas”, fue la exhortación que hizo el papa Francisco, en la mañana de este lunes 9 de enero, en su tradicional discurso de principios de año al Cuerpo Diplomático.
Actualmente, 183 Estados mantienen relaciones diplomáticas con la Santa Sede, a la que hay que sumar la Unión Europea y la Soberana Orden Militar de Malta.
El Santo Padre esbozó el retrato de un mundo todavía en medio de una pandemia y dominado por fuertes contrastes “ideológicos” y geopolíticos, con migrantes “deshumanizados” confinados en puntos críticos y semilleros de guerras antiguas y nuevas.
“El cuidado de la salud es una obligación moral”
El imperativo de Francisco: no a la “ideología del momento, muchas veces construida sobre noticias infundadas o hechos mal documentados”, sí, en cambio, a la “cura de la realidad”, que “requiere que mires el problema a la cara y adoptes los remedios adecuados para resolverlo”.
“Las vacunas no son herramientas mágicas de curación -advirtió el pontífice- pero ciertamente representan, además de los tratamientos que deben desarrollarse, la solución más razonable para la prevención de la enfermedad: necesitamos una política de intercambio desinteresado, como principio clave para garantizar a todos el acceso a herramientas de diagnóstico, vacunas y medicamentos”.
Superar la indiferencia ante los migrantes
Al recordar el viaje a Chipre y Grecia, Francisco citó la “parte conmovedora” de la isla de Lesbos, una oportunidad para señalar que “frente a estos rostros no podemos permanecer indiferentes y no podemos atrincherarnos detrás de muros y alambres de púas con el pretexto de defender la seguridad o una forma de vida”.
“A nadie se le puede pedir lo que no puede hacer, pero hay una clara diferencia entre acoger, aunque sea limitadamente, y rechazar totalmente”, el rumbo de la migración.
Es necesario superar la indiferencia y rechazar la idea de que los migrantes son un problema para los demás. El resultado de este enfoque se puede ver en la deshumanización misma de los migrantes concentrados en puntos críticos, donde terminan siendo presa fácil del crimen y los traficantes de personas, o intentan desesperados planes de fuga que a veces terminan en la muerte.
Para el Papa “es de fundamental importancia que la Unión Europea encuentre su cohesión interna en la gestión de la migración, ya que supo encontrarla para hacer frente a las consecuencias de la pandemia”.
Pensamiento único peligroso
En el discurso de Francisco también hay una crítica al “déficit de eficacia de muchas organizaciones internacionales”, dado por el hecho de que “no pocas veces el centro de gravedad se ha desplazado hacia cuestiones que por su naturaleza son divisivas y no estrictamente relacionadas con el propósito de la organización, con el resultado de agendas cada vez más dictadas por un pensamiento que niega los fundamentos naturales de la humanidad y las raíces culturales que conforman la identidad de muchos pueblos”.
El papa Francisco reitera lo que ya se dijo en otras ocasiones, a saber, que se trata de “una forma de colonización ideológica, que no deja lugar a la libertad de expresión y que hoy toma cada vez más la forma de esa cultura de la cancelación, que invade muchos espacios e instituciones públicas”.
En nombre de la protección de la diversidad, terminamos borrando el sentido de cualquier identidad, con el riesgo de silenciar las posiciones que defienden una idea respetuosa y equilibrada de las diversas sensibilidades. Se está desarrollando un solo pensamiento, obligado a negar la historia, o peor aún a reescribirla a partir de categorías contemporáneas, mientras que toda situación histórica debe ser interpretada según la hermenéutica de la época.
Por tanto, la diplomacia multilateral está llamada a ser “verdaderamente inclusiva, no borrando sino potenciando la diversidad y sensibilidades históricas que distinguen a los diversos pueblos”, sin olvidar nunca que existen algunos “valores permanentes” como el derecho a la vida, desde la concepción hasta el fin natural, y el derecho a la libertad religiosa.
Clima: camino largo, cada vez menos tiempo
En esta perspectiva, Francisco renueva la urgencia de afrontar el cuidado de nuestra casa común, que sufre de “una explotación continua e indiscriminada de los recursos”. La mente se remonta a la COP26 del pasado mes de septiembre en Glasgow: varios pasos hacia adelante en la dirección correcta, pero “bastante débiles en comparación con la coherencia del problema a afrontar”, señala el Papa. El camino para alcanzar los objetivos del Acuerdo de París es “complejo” y “todavía largo”, mientras que el tiempo disponible es cada vez menor. El 2022 debería ser, por tanto, “otro año fundamental” para fortalecer la acción conjunta de cara a la COP27, prevista para noviembre en Egipto.
Guerras de poder y guerras olvidadas
“El diálogo y la fraternidad son los dos ejes fundamentales para superar las crisis del momento presente”, añade el pontífice. “Toda la comunidad internacional debe cuestionar la urgencia de encontrar soluciones a los interminables enfrentamientos, que a veces toman la forma de verdaderas guerras subsidiarias”, las llamadas “guerras por poder” (proxy war).
El pensamiento es en primer lugar para Siria “donde todavía no hay un horizonte claro” para un renacimiento, luego el conflicto en Yemen, una tragedia que se ha consumido durante años en el silencio, el proceso de paz entre Israel y Palestina, las tensiones institucionales en Libia, los episodios de violencia terrorista en el Sahel y Sudán, los conflictos entre Sudán del Sur y Etiopía.
El papa Francisco también denuncia los “conflictos sociales” en el continente americano, alimentados por profundas desigualdades, injusticias y corrupción endémica, pide “soluciones aceptables y duraderas” en Ucrania y en el sur del Cáucaso, y pide que se eviten nuevas crisis en los Balcanes.
El diálogo y la fraternidad son más urgentes que nunca debido a la crisis en Myanmar, donde las calles solían ser un lugar de encuentro y ahora son el escenario del enfrentamiento.
La posesión de armas nucleares es inmoral
Todos estos conflictos, dijo Francisco, se ven facilitados por la “abundancia de armas” disponibles y por la “falta de escrúpulos” de quienes trabajan para difundirlas”.
“A veces tenemos la ilusión de que los armamentos solo sirven para disuadir a los posibles agresores. La historia, y lamentablemente también las noticias, nos enseñan que no es así. Aquellos que poseen armas tarde o temprano terminan usándolas”.
Las armas nucleares son motivo de especial preocupación
El Papa reiteró la posición de la Santa Sede al argumentar que “las armas nucleares son herramientas inadecuadas e inapropiadas para responder a las amenazas a la seguridad en el siglo XXI y que su posesión es inmoral”. Desde este punto de vista, la reanudación de las negociaciones en Viena sobre el Acuerdo Nuclear con Irán (Plan de Acción Integral Conjunto) es importante.
Proteger la educación
Al concluir su intervención, el Santo Padre centró su atención en los temas de la educación y el trabajo. La educación como vector primario del desarrollo humano integral, que hace a la persona “libre y responsable” y forma a las nuevas generaciones: “El proceso educativo es lento y laborioso, a veces puede llevar al desánimo, pero nunca se puede renunciar”.
“La Iglesia Católica siempre ha reconocido y valorado el papel de la educación para el crecimiento espiritual, moral y social de las generaciones más jóvenes”, remarcó el Papa, que dice estar profundamente entristecido de que en lugares educativos como parroquias y escuelas “se hayan producido abusos sobre menores con graves consecuencias psicológicas y espirituales para las personas que las han sufrido. Son crímenes sobre los que debe haber una voluntad firme de esclarecimiento,examinando los casos individuales para determinar las responsabilidades, hacer justicia a las víctimas y evitar que semejantes atrocidades se repitan en el futuro”, afirmó el Papa.
“A pesar de la gravedad de estos actos, ninguna sociedad puede renunciar a su responsabilidad de educar. Por otra parte, es triste constatar cómo, a menudo, en los presupuestos estatales se destinan pocos recursos para la educación. Esta se considera principalmente como un gasto, mientras que, en cambio, es la mejor inversión posible”.
El valor del trabajo
Sobre el tema del trabajo, el Papa Francisco recuerda las consecuencias en la economía mundial provocadas por la pandemia, con graves repercusiones en las familias y los trabajadores, muchos de los cuales se ven obligados a “entrar en la economía sumergida, privándolos de los sistemas de protección social previstos en muchos países”.
En este contexto, la conciencia del valor del trabajo adquiere mayor importancia: “No hay desarrollo económico sin trabajo, ni podemos pensar que las tecnologías modernas puedan sustituir el valor añadido que aporta el trabajo humano”, manifestó.
Por lo tanto, el papa Francisco pide una mayor cooperación entre todos los actores a nivel local, nacional, regional y global, para promover el crecimiento humano y hacer “una contribución concreta a la construcción de la paz”.