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Explotación infantil: una postal cotidiana de la Peatonal

Desde el Ministerio de Trabajo de la Provincia de Entre Ríos se han dado a conocer campañas inherentes a una execrable coyuntura que afecta a muchos pequeños en Paraná: la explotación infantil, o lo que otros rotulan como “trabajo infantil”. Sin embargo, nada ha cambiado. Por causa de la pobreza, muchos niños se ven obligados a trabajar o mejor dicho son obligados a trabajar.

 

Dada la naturaleza frágil de su cuerpo y de su mente, los pequeños están expuestos a peligros muy serios como consecuencia de diversas formas de trabajo infantil, sea por el trabajo en sí mismo o por el ambiente de trabajo que los rodea.

 

El riesgo físico es inminente por sus constituciones anatómicas, pero también es delicadísimo el cuadro en la faz psicológica hablando al negárseles cariño, se los insulta o golpea, se les castiga privándolos de alimento e incluso se abusa sexualmente de ellos.

 

Amén de ello, niños que trabajan no van a la escuela, por lo que se ven privados de un derecho inalienable: la Educación y la posibilidad de salir de ese círculo. Consecuentemente, estos niños están tal vez condenados a ser pobres de por vida.

 

La explotación o trabajo infantil no es un problema nuevo, pero actualmente afecta mucho más a los países subdesarrollados.

 

Desde hace décadas se decidió que el trabajo infantil es una violación a los Derechos del Niño porque realizar estas tareas les ocasiona riesgos y daños a su salud física, mental y espiritual. Altera totalmente el crecimiento normal, que como individuo debería tener para poder desarrollar todas sus capacidades y potencialidades en el futuro.

 

Sin embargo, en vez de disminuir o desterrar ese condenable abuso, los trabajos donde más frecuentemente se utilizan a  los niños son para mendigar o vender en la calle, incluso realizando actividades ilegales.

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Los niños son motivados u obligados por sus padres, familiares o desconocidos a realizar las diferentes trabajos, son explotados ya que no reciben una paga adecuada y desarrollan las mismas en condiciones inseguras, insalubres, e inmorales.

 

La principal causa de la explotación infantil es la pobreza y la desprotección social que padecen las familias de los sectores más vulnerables y carenciados.

Se ha avanzado mucho en combatir el trabajo infantil a nivel mundial pero falta bastante por lograr todavía. Se legisló internacionalmente sobre este tema, se difunde y educa sobre este problema, se promueve el realizar denuncias judiciales y públicas, se implementan diferentes programas y políticas en conjunto entre países y organizaciones como por ejemplo Unicef que defienden los derechos de los niños, entre otras acciones, pero difícilmente se logre erradicar el trabajo infantil mientras haya tantas familias en estado de pobreza y marginalidad.

 

Si se elimina la pobreza, todos los niños podrán disfrutar de su infancia. El conjunto de la sociedad es responsable del bienestar de los niños por lo que deben colaborar para que esto ocurra.

 

Ahora  bien… Es tan imprescindible combatir la pobreza como también se debe juzgar a quienes se aprovechan de las carencias de las familias y sobre todo de los niños.

No se puede ser indiferente ante estos hechos porque si no, nos convertimos en cómplices también.

 

Es inmoral que veamos tan clara y constantemente atacados los derechos de los niños y que no seamos capaces defenderlos. Es imperdonable que se explote, asalte, viole, asesine a los niños, y que no se revuelva nuestra conciencia ni sintamos que se desafía nuestra dignidad para oponernos, frontalmente, a la cara más criminal de un Sistema que en el fondo, termina siendo infanticida.