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Es imperioso gestar un nuevo censo y reformular los controles de masas migratorias

ESPECIAL (por Francisco Pancho Calderón).- La crítica situación económico-financiera de la Argentina golpea a lo largo y ancho de la República. Paraná no es la excepción, sin embargo, -entre tantos opinantes- respecto a esta delicada coyuntura poco se habla de un tema vital para la Capital provincial (y por qué no para todo Entre Ríos…): la carencia de un censo actualizado de la población para verificar el crecimiento demográfico autóctono y el crecimiento incesante de una inmigración preocupante.

Desde ya que somos una comunidad abierta a la recepción de hermanos que buscan desarrollarse en diferentes quehaceres inherentes a sus saberes, a sus conocimientos, a sus intelectos. Fuimos históricamente y/o provenimos de un crisol de razas que se amalgamaron para crear la sociedad de esta pujante colectividad.
Eso es innegable, incuestionable, axiomático. Lo inquietante es comprobar a diario el incremento de la masa migratoria que recala en Paraná, con el arribo no solo de pobladores de nuestro Interior profundo sino también de toda la República y de otros países, en especial de Sudamérica, África y Asia.

Y afianzamos la idea: bienvenida toda persona que desee aportar su grano de arena para mejorar nuestra sociedad desde el puesto en el cual pueda desplegar sus capacidades con honradez.
Ahora… ¿no es contraproducente llegar a una nueva tierra sin la más mínima idea de cuál será su fuente de sustento y más arduo, peliagudo, el depender de búsquedas desesperadas, angustiosas de empleo, sea cual fuere la ocupación o el cargo?

¿No es contradictorio que tantos paranaenses hoy soporten la crítica instancia de la desocupación y deban “competir” en busca de una vacante con un forastero?
¿Por qué los argentinos al emigrar debemos tener certezas en nuestras visas y sus características para no pasar a ser “ilegales”?

Más grave todavía… La Ciudad de Paraná “sufre” una expansión notable hacia los cuatro puntos cardinales, teniendo solo como impedimento el límite hidrográfico del majestuoso río Paraná. Y esa ampliación produjo una metamorfósis elocuente inherente a áreas marginales, con cada vez más asentamientos precarios, incontables instalaciones frágiles, inseguras que incluyen conexiones ilícitas.

Todo esto repercute a la vez en lo referente a la inseguridad que se ha triplicado con el correr de los años. Pero pareciera que NADIE quiere debatirlo. Y ojo… no hablamos de las Redes Sociales, aludimos esencialmente a los espacios legislativos, en escaños parlamentarios. Vendría a ser un tema “tabú”.
Queremos una metrópoli más eficaz, más limpia, más ordenada, pero no pensamos en ello. Por eso es que diariamente, a cada hora, ingresan a “La Tierra Prometida” más errantes persiguiendo el sueño de afincarse en un lugar y vivir dignamente, como otros con pretensiones o exigencias condicionantes en especial de la clase política.

Algo debería cambiar, pero nadie lo dice quizás por temor a que se lo considere xenófobo, discriminador. Y hete aquí la cuestión… Honda inquietud, atribulación, genera ver las extensas filas, interminables hileras de personas que buscan trabajo.
Como hace algunos días impactó fuerte en calle 25 de Mayo y Peatonal, hoy también lo vimos a lo largo de calle Urquiza entre Belgrano y 9 de Julio. Decenas de postulantes concurrieron a la convocatoria de una empresa de comidas rápidas, anunciándose la contratación de dos cocineros y una persona para atención al público ante la apertura de un nuevo local.

Esta vez no fue tan asombroso. En aquella ocasión la cola se prolongaba en casi toda la manzana céntrica. Hoy eran casi cien metros de aspirantes a los aludidos puestos laborales, y tal cual ocurrió a principios de este mes, la charla periodística con los pretendientes arrojó como saldo varios solicitantes residentes en Paraná pero de raíces foráneas.
Eso amerita una revisión. No nos sorprende, aclaramos. Si uno viaja a las principales localidades turísticas hallará innumerables trabajadores extranjeros con aptitudes incuestionables. El punto es que algún día deberá procederse a una evaluación normativa para no restar Derechos a los nativos, a los vernáculos.

Y la crisis en la cual está sumida la Argentina podría ser la instancia cúlmine para empezar a tratar este asunto ya demasiado postergado. No se trata de cerrar puertas. No se trata de negar la llegada de quienes pueden tributar sus aptitudes. Todo lo contrario. Solo debe regularse el sistema inmigratorio, como ocurre en todos los países donde la legislación laboral en materia migratoria es inflexible.
Foto: Gentileza Ahora.-