En la Misa de Gallo, Francisco pidió “dar dignidad al hombre con el trabajo”
|El papa Francisco aseguró este viernes que “los pobres son los que más se parecen a Jesús”, al celebrar en la Basílica de San Pedro la tradicional Misa de Gallo en la Víspera de Navidad, durante la que también pidió “dar dignidad al hombre con el trabajo”.
“Acoger la pequeñez también significa abrazar a Jesús en los pequeños de hoy; es decir, amarlo en los últimos, servirlo en los pobres”, planteó el pontífice durante la celebración que encabezó desde el Vaticano.
“Ellos son los que más se parecen a Jesús, que nació pobre. Es en ellos que Él quiere ser honrado. Que en esta noche de amor nos invada un único temor: herir el amor de Dios, herirlo despreciando a los pobres con nuestra indiferencia”, pidió Jorge Bergoglio en la Misa que en la tradición católica recuerda el nacimiento de Jesús.
En una ceremonia que inició a las 19.30 locales (15.30 de Argentina), el pontífice encabezó su novena misa de Gallo como Papa para unas 1.500 personas, según la estimación hecha a Télam por el Vaticano.
Así, el papa aseveró que “Jesús nace allí, cerca de ellos, cerca de los olvidados de las periferias”, al tiempo que agregó: “Viene donde la dignidad del hombre es puesta a prueba”.
“Viene a ennoblecer a los excluidos y se revela sobre todo a ellos; no a personajes cultos e importantes, sino a gente pobre que trabajaba”, agregó el obispo de Roma.
“Esta noche, Dios viene a colmar de dignidad la dureza del trabajo. Nos recuerda qué importante es dar dignidad al hombre con el trabajo, pero también dar dignidad al trabajo del hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo”, profundizó.
En ese marco, en un contexto de aumento de los decesos durante la jornada laboral en Italia, con más de 1.000 personas fallecidas en su lugar de trabajo, el papa fue explícito al asegurar: “En el día de la Vida repitamos: ¡No más muertes en el trabajo!”
“Y esforcémonos por lograrlo”, reclamó.
La agenda de celebraciones del papa continúa este sábado al mediodía, cuando Francisco dirija su tradicional mensaje navideño, en el que repasará la preocupación del Vaticano por los conflictos en el mundo, e impartirá la Bendición Apostólica “Urbi et Orbi”, es decir a la ciudad de Roma y al mundo.
El domingo 26, en tanto, ofrecerá el Ángelus desde la ventana tradicional del Palacio Apostólico.
“Dejemos atrás los lamentos por la grandeza que no tenemos. Renunciemos a las quejas y a las caras largas, a la ambición que deja insatisfechos”, convocó el papa.
Frente al altar central de la Basílica, en el que se desarrolló la ceremonia, 28 cardenales y casi 180 obispos y sacerdotes de todo el mundo, siguieron la ceremonia que marca el inicio de las celebraciones vaticanas para Navidad y Año Nuevo.
“No perdamos de vista el Cielo, cuidemos a Jesús ahora, acariciándolo en los necesitados, porque se identificó en ellos”, invitó también el papa.
El deseo navideño de Francisco
Este viernes, antes de la celebración, Francisco reveló que lo hacen “llorar” las “historias de adultos vulnerables y de niños que son explotados”, al tiempo que aseguró que su deseo para Navidad se concentra en especial en “los pobres, los olvidados y los abandonados”.
“En los pobres, siempre. Y después en los olvidados, los abandonados, los últimos y en particular los niños abusados y esclavizados”, planteó el pontífice al ser consultado sobre a quién dirige sus pensamientos de Navidad, en una entrevista publicada hoy de forma conjunta por los diarios La Repubblica y La Stampa.
“Me hacen llorar las historias de adultos vulnerables y de niños que son explotados”, agregó el papa en el diálogo con los dos periódicos propiedad del del grupo editorial Gedi.
“Rezo a Dios para que esta Navidad transmita más generosidad y solidaridad a la Tierra. Espero que la Navidad caliente el corazón de los que sufren, y abra y fortalezca el nuestro para que arda en el deseo de ayudar más a los más necesitados”, planteó además.
Nacido en Buenos Aires en 1936, el papa repasó además algunos recuerdos familiares de la Navidad y sostuvo que su familia solía celebrarla la mañana del 25 de diciembre, siempre en casa de sus abuelos.
“Una vez llegamos y la abuela seguía haciendo cappelletti, los hacía a mano. ¡Ella había hecho 400 de ellos! Nos quedamos asombrados. Toda nuestra familia estaba allí: tíos y primos también vinieron”, rememoró en esa dirección.