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El cine argentino remarca el potencial económico y cultural del INCAA contra su intento de reforma

El cine argentino inició el 2024 entre la incertidumbre y la movilización. A la falta de designación de autoridades -el INCAA no tiene director, la ENERC no cuenta con rector- ni de interlocutores directos del Gobierno, expresan su necesidad de revisar las reformas que propone la ley ómnibus en el sector de la cultura y, además, destacan la proyección en términos de generación de empleo y captación de divisas de la producción audiovisual.

El Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) es un ente autárquico -es decir, se diseñó como un organismo autosuficiente- creado en 1968 y actualmente sus fuentes principales de financiamiento son dos: el 10% de las entradas de cine y un 25% de “las sumas efectivamente percibidas” por el Ente Nacional de Comunicaciones por multas y gravámenes. Este segundo apartado, el que mayor porcentaje aporta a los fondos cinematográficos, es el que se eliminaría por la ley ómnibus.

“La ley cambia radicalmente el funcionamiento del INCAA dado que le saca capacidad para poder financiar a los nuevos realizadores y a las películas argentinas” señala el director y productor Hernán Findling para Ámbito luego de una reunión de la Comisión Directiva de la Academia de Cine, organización que preside. “Es un golpe muy fuerte a la economía del cine y no considero que sea el camino adecuado si es que se quiere potenciar la cinematografía argentina”, añade.

El director Juan Mascaró, integrante de Documentalistas de Argentina (DOCA) y profesor universitario, coincide: “Es una muerte lenta, porque si bien no cierra el INCAA lo va vaciando de recursos y se terminarían sus actividades, que van más allá del fomento a las películas -tal vez la más importante- pero también la educación y la difusión”.

Las cifras del cine: economía del conocimiento y captación de divisas
Según expone el Sistema de Información Cultural de la Argentina (SINCA), y contemplando el sostenimiento autónomo de casi todos los sectores artísticos, las reformas de la ley ómnibus con respecto al panorama cultural representan un 0,2% del Presupuesto nacional. Sin embargo, la producción del arte genera un valor agregado bruto anual total del 1,8% del PBI, además de 340.000 puestos directos de trabajo privado.

“El cine tiene la virtud de expandirse hacia otras áreas de la economía. Cuando se hace una película no sólo se le da el trabajo a la gente de técnica y a todos los que están durante el rodaje, sino que también en torno a una película hay una serie de actividades como la comida, el hospedaje o el transporte, que se alimentan del cine. No es gastar plata que no va a ningún lado o al bolsillo de los productores: se está inyectando recursos que después retornan porque toda la actividad cinematográfica está encuadrada en términos de facturación”, explica Mascaró.

El mismo SINCA revela que el sector audiovisual es -dentro de la cultura- el que mayor aporta al Valor Agregado Bruto: su participación entre diez áreas pasó del 20% al 25% en una década, superando al de la publicidad (28% en 2010, 18% en 2020), actividad fuertemente ligada al desarrollo cinematográfico. Además, genera el 29% de los puestos de trabajo, consolidándose ampliamente como el rubro más empleador del arte nacional. En 2011, desde que Netflix comenzó a operar en la Argentina, los servicios de streaming incrementaron su inversión en el país en un 6846% en nueve años.

Por su parte, el INCAA hizo público un estudio desde su observatorio donde precisa que los puestos de empleo privado registrado en el sector crecieron un 45% entre 2007 y 2022, con un período de caída determinada por la desinversión estatal: el 2016-2019. En los últimos años, por su convergencia tecnológica, sus proyecciones de integración con el sector de videojuegos, su capacidad de exportación transnacional y la potencialidad de generación de valor agregado, la actividad audiovisual fue incluida como Economía del Conocimiento. Asimismo, aporta 5,2% de la actividad de la economía argentina, contemplando los efectos directos e indirectos sobre otros rubros.

Durante su intervención en Diputados, el flamante titular de la Secretaría de Cultura, Leonardo Cifelli pidió que se apruebe la ley ómnibus porque “estaremos sentando las bases para exportar más cultura argentina al mundo”. “El articulado referido al INCAA no es adecuado bajo ningún punto de vista, esa es la realidad. Hay muchas cosas para mejorar, sin duda; pero como está escrita la ley no es la manera de mejorarlo”, contrapone Hernán Findling, que aguarda una reunión -aún sin fecha- con el secretario para aunar esfuerzos en las coincidencias: “Trataremos de hacerle entender, con todas nuestras propuestas proactivas hacia el cine y el medio audiovisual, la importancia fundamental que tiene la cultura para traer divisas al país”.

Ley ómnibus: la defensa del secretario de Cultura, Leonardo Cifelli, en Diputados
El pasado jueves, Leonardo Cifelli, tuvo su primera intervención pública desde que se presentaron las reformas de la ley ómnibus. ” No hay plata. No es un lema, es una realidad. Necesitamos una gestión eficiente de los recursos y una administración transparente de los mismos”, señaló el funcionario en su alocución inicial.

Luego consideró que “el INCAA requiere de modificaciones urgentes. El presupuesto debe destinarse mayoritariamente a subsidios”. “Los argentinos merecen tener mayor conocimiento de qué se hace con sus recursos. Para eso, se requiere mayor control”, pidió. En la actualidad, es posible encontrar en el sitio web del INCAA el informe de gestión 2023, además de los criterios de adjudicación de programas de fomento, las liquidaciones pertinentes y hasta el registro de proveedores.

Cifelli también propuso “centralizar la gestión cultural en donde tiene que estar, que es el organismo cultural del Estado, es decir la Secretaría de Cultura”. Esto implicaría que la autonomía de las entidades artísticas, como el Fondo Nacional de las Artes o el Instituto Nacional del Teatro, queden bajo la órbita del Estado. Sería una de los pocos sectores que el Gobierno libertario pide regular. Una vez terminada su intervención, entre la hora y media de rondas de preguntas de legisladores, la diputada Brenda Vargas (Unión por la Patria) le consultó a Cifelli: “¿Por qué serían mejores que los institutos autárquicos los programas que deriven fondos de manera discrecional a los sectores que usted cree?”. A su turno, y luego de que sus pares de Educación y de Niñez y Familia respondan, el secretario de Cultura tomó el micrófono: “Agradecerle a todos sus preguntas. La mayoría ya fueron contestadas”. Esa fue su última participación en la jornada antes de marcharse del recinto.

“Falta el intercambio y el debate. El discurso está lleno de agujeros”, observó el directo Juan Mascaró: “Cuando ellos hablan de que el Fondo Nacional de las Artes pase a ser un programa dentro de Cultura no están diciendo que su estructura tiene su razón de ser y sin ella su proyecto de fomento al arte no funciona”.

Otras de las fuentes consultadas por Ámbito fue Víctor Bassuk, productor cinematográfico y vicerrector de la sede NEA de la Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica (ENERC) hasta el 2023: “La frase ‘No hay plata’ clausura todo. Nunca hubo plata, tal vez la hubo en algún momento mínimo de nuestra historia pero la cultura nuestra se hizo con coraje, imaginación y creatividad”.

Incertidumbre en el cine argentino: acefalía y falta de respuestas
La participación de Leonardo Cifelli en la Cámara de Diputados fue seguida por todo el sector cinematográfico nacional: muchos de ellos no habían podido conocer su opinión de forma previa. “Nosotros tuvimos una reunión protocolar con el secretario”, recalcó Hernán Findling, quien se reunió con el funcionario en su rol de presidente de la Academia de Cine. “No hubo mayores avances más allá de que nos escuchó y lo escuchamos. Se dispuso una nueva reunión donde, en teoría, vamos a profundizar los problemas que tiene el medio audiovisual”, aseguró.

En cuanto a la ENERC, la institución académica de cine más prestigiosa del país con desarrollo territorial en cinco sedes regionales y más de 550 estudiantes, Bassuk ratificó que aún no hay nuevo rector pero que aún así “hicimos la inscripción para el ciclo 2024. Ahora la pregunta es: ¿Qué hacemos con esos alumnos? Con los que están en primer año o segundo año, ¿qué hacemos? La respuesta realmente es no sabemos. No sabemos qué va a pasar con la ENERC, si va a cambiar de jurisdicción o de dependencia, si no va a existir más”. El propio Bassuk se formó en la ENERC, cuyo sostenimiento propone ser derogado por la ley ómnibus.

La realización de nuevas películas o la conclusión de proyectos iniciados también ingresa en un panorama de incertidumbre para los trabajadores del cine, dado que el Gobierno no designó aún una nueva autoridad para el INCAA. Juan Mascaró ejemplificó con el proyecto que deseaba continuar este verano: “Se pararon todos los pagos de fomento porque no hay firma ni un presidente firmando. Sin eso, todo el mundo está sin cobrar. De todas formas, uno sigue con el compromiso de terminar y entregar la película”.

Inversión en cine para producir valor agregado
Argentina continúa ostentando un lugar de privilegio en el cine mundial: es el único país sudamericano que ganó dos premios Óscar, con La historia oficial y El secreto de sus ojos. “El reconocimiento que tiene el cine argentino en el mundo repercute en que gran parte del mundo quiere filmar con directores, actores y técnicos argentinos”, subraya Findling, quien recalca que “prácticamente todos los directores argentinos y argentinas, que en este momento filman y son reconocidos, empezaron gracias a la ayuda que da el Estado para que puedan empezar a filmar. La realidad es que nadie empieza sabiendo”.

En cuanto a la importancia de la continuidad de la ENERC para la formación de profesionales del sector audiovisual, Bassuk sostiene: “Nosotros tenemos el orgullo de tener en el alumnado una inmensa mayoría de jóvenes que no hubieran podido de ningún modo estudiar cine si no existiera la ENERC”. “Son estudiantes muy buenos y están bien preparados, creanme que siempre nos van a hacer quedar bien en la industria cinematográfica”, postula y recuerda que “la idea es que los jóvenes se queden a estudiar en su ciudad. Si hicimos todo este esfuerzo para que no emigren, le pedimos por favor a los que toman estas decisiones que no hagan que estos jóvenes emigren ni a Buenos Aires ni al exterior”.

Por su parte, Juan Mascaró -formado en la ENERC- rescata el crecimiento del sector audiovisual en la provincia de Tucumán, donde da clases universitarias, a partir de una ley provincial de cine. “La gran mayoría de esos pibes no tendría ese espacio ni un horizonte de trabajo hoy sin el apoyo público, no porque no puedan aportar en el ámbito privado porque no tienen el talento suficiente o algo al respecto”, piensa.

Finalmente, el documentalista apunta a un valor intangible: el del reconocimiento en las diferencias, que permite apostar por voces que circulan por fuera del mainstream. “El modelo actual permite -con muchas dificultades- que exista una cierta diversidad de géneros y puntos de vista. Si quitás eso vas a un modelo de mercado que produce solo desde una perspectiva de la masividad internacional. Muchos de los grandes cineastas argentinos no podrían hacer películas porque se busca una homogeneidad”, plantea.

Ley ómnibus en el cine: las principales reformas
Pese que aún se debate en comisiones de la Cámara de Diputados, algunas de las reformas que propone la ley ómnibus para el sector audiovisual son:

-Derogación de dos fuentes de financiamiento para el INCAA: el 25% de gravámenes recaudados por el ENACOM por la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual y el 10% de lo recaudado por venta y alquileres de películas.
-Modificación en Consejo Asesor del INCAA: se reducen de 11 a 8 miembros y no habrá representantes de regiones culturales sino que serán nombrados por el director, que en simultáneo es elegido por el Poder Ejecutivo.
-Eliminación de la cuota de pantalla para películas nacionales en salas de cine.
-Desfinanciamiento de la ENERC.
-Películas financiadas por el INCAA ya no deberán ser obligatoriamente habladas en castellano y podrán contener publicidad.
-Eliminación del Fondo Nacional de las Artes.

En el caso de la derogación de la cuota de pantalla, se pueden hacer paralelismos de la resistencia reciente de otros sectores -como el de la pesca o el del azúcar- cuya intención es sostener la participación nacional en detrimento de la monopolización extranjera. En ese sentido, el sector audiovisual plantea, de forma casi unánime entre todos sus actores, dos líneas de acción: la participación en la Asamblea Nacional de la Cultura el 20 de enero y la movilización junto a la CGT y la CTA en el paro general del 24 de enero.

“La situación es compleja para el sector audiovisual y cultural en general. Es necesaria la unión de todo el sector para poder comunicar de manera directa al ámbito público y al político”, propone Findling, en la misma línea que Bassuk: “Todo hoy es una gran incógnita. Estamos más del lado de la esperanza que de la certeza. Tenemos la esperanza de que el Presidente dé marcha atrás. En una de esas logramos, con las movilizaciones y los pedidos, sensibilizar al Presidente”.

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