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El básquet entrerriano pierde a un sagaz dirigente

Noviembre concluyó con una infausta noticia para el deporte provincial: dejó de existir Miguel Enrique Barón, uno de los máximos referentes del basquetbol entrerriano. El villaguayense no era un  dirigente carismático, de esos que suelen embriagarse con la luz de los flashes, o alimentan sus egos con las mieles del poder que ejercen a través de sus funciones prominentes. Se caracterizaba por su aptitud como administrador y de hecho que la FeBER pierde una pieza clave tanto por sus aptitudes y conocimiento como por la seriedad con la cual desarrollaba su labor.

El sello de Miguel era contribuir a que la Federación en los últimos tres lustros exhiba una imagen sensiblemente distinta a la de anteriores gestiones.

Con su aporte, la FeBER logró primero disimular una coyuntura complicadísima en materia económico-financiera, y luego corregir el rumbo para trazar una línea directriz identificada por su rigor en los balances.

La agudeza de Barón fue crucial para permitir al Ing. Carlos Álvarez desplegar su mandato sin tener que ser al mismo tiempo presidente y revisor contable de las arcas federativas.

Miguel era un apoderado clave, de hecho que en los últimos tiempos, pasó a ser el principal responsable de las cuentas federativas.

Ello implicaba, junto a su inseparable y valioso compañero, Roberto Lafarga, estar a cargo hasta del más mínimo detalle de toda intervención entrerriana en certámenes nacionales, como manejaba perspicazmente todo el espectro financiero-normativo-reglamentario de Liga Provincial y/o relaciones institucionales con Asociaciones.

Sin dudas que, a la capacidad, le adosaba una pasión inextinguible, una actitud plena de formalidad preocupada de modo permanente por aportar soluciones a diferentes problemáticas que involucraban el prestigio federativo.

De hecho, supo convertirse en padre, consejero, amigo de todo jugador que se puso la casaca Rojiverde, y no vaciló en proteger los intereses de cada selección entrerriana a lo largo y ancho de la República.

Miguel era un tipo que no podía vivir sin trabajar por y para el básquet, haciéndolo con suma responsabilidad y talento natural sabiéndose ganar la confianza de toda la dirigencia provincial.

A través de estas líneas, hacemos llegar a sus familiares, amigos como a la Mesa Directiva de la FeBER nuestras sinceras condolencias, orando para que Dios, la Virgen y Todos los Santos, lo acojan en su última morada. Salud Miguel. Gracias por todo lo que le diste al básquet.