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Día Internacional de la Mujer: ¿celebración o profunda reflexión?

El 8 de marzo de 1975, la ONU proclamó el Día Internacional de la Mujer por primera vez, pero su conmemoración se remonta a una tragedia ocurrida a principios del siglo XX en Estados Unidos. Más que un motivo para celebrar, la declaratoria del 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer nació de un trágico suceso. En esa fecha del año 1908, 129 mujeres murieron en un incendio en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, después de haberse declarado en huelga laboral.

No pedían más que una jornada laboral de diez horas, devengar un salario igual al de los hombres y mejorar sus condiciones laborales. Pero su protesta chocó con la orden del dueño de cerrar las puertas del establecimiento para convencerlas de desistir de su huelga. Allí murieron.

Dos años después de la tragedia, en 1910, tuvo lugar la segunda Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Copenhague, Dinamarca, y se proclamó oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en homenaje a aquellas caídas en la huelga de 1908.

Tuvieron que transcurrir 65 años para que la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designara oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer, como una reivindicación histórica a la lucha sindical de las 129 huelguistas.

Pero en muchos lugares del mundo, 44 años después de su declaratoria, el Día Internacional de la Mujer sigue dando más motivos para protestar que para celebrar.

El papel de la mujer en la sociedad cambia, según cada cultura

En Kenia, por ejemplo, persiste la tradición del dote, es decir, que la familia del novio ofrece una cantidad de dinero más o menos elevada a la familia de la novia antes de la boda.

En algunas etnias el novio tiene que acertar quién es su prometida entre varias chicas cubiertas completamente por velos y, por cada error, el dote crece un poco.

Entre las jóvenes kenianas es común, aunque no siempre aceptado, tener un espónsor: hombres normalmente mayores que las mantienen y las ayudan económicamente esperando, a cambio, sexo.

Los derechos de la mujer todavía siguen a merced del hombre en Irán

El hombre sigue teniendo la última palabra sobre muchos de los derechos de la mujer en Irán, cuatro décadas después del triunfo de la Revolución Islámica. La lucha de las activistas ha logrado avances, pero todavía queda un largo camino por recorrer.

Al margen de la controvertida obligatoriedad del velo, que no es el principal problema, las mujeres iraníes dependen del padre o del marido, siendo únicamente independientes cuando alcanzan la mayoría de edad y están solteras.

El padre tiene la potestad de consentir o no el matrimonio de sus hijas, aunque sean mayores de edad, mientras que el marido ostenta la custodia de los vástagos mayores de siete años y puede divorciarse con mucha más facilidad que la mujer.

Las mujeres casadas necesitan el permiso del marido para estudiar y trabajar e incluso para tener pasaporte. Ese consentimiento por escrito puede ser revocado en cualquier momento por el esposo, que tiene así el derecho de prohibir su salida del país.

Controladas hasta la muerte, las sauditas se resisten al poder patriarcal

En la clandestinidad o desde el exterior, las mujeres sauditas no se rinden y batallan contra un régimen ultraconservador que les impone un hombre para que las controle desde que nacen hasta que mueren.

Durante décadas, ellas han luchado contra el patriarcado para abolir las normas en las que se basa el reino, donde rige una versión estricta del islam.

Poder sentarse delante de un volante (siempre con el permiso del varón para obtener el carné de conducir), acudir a estadios de fútbol (separadas de los hombres) o permitir a las mujeres acceder a algunos trabajos de alto nivel a los que estaban vetadas son algunos de los pasos que ha ido dando el Gobierno saudita recientemente.

Pero estas reformas, incluidas las promulgadas por el príncipe heredero Mohamed bin Salmán desde que accedió al trono en junio de 2017, no han evitado que las activistas sean detenidas y procesadas.

La mujer en China: entre las tradiciones y la falta de voz política

Pese a que el Gobierno chino insiste en mostrar a la mujer como motor de la economía, la realidad es que la igualdad de género está muy lejos de alcanzarse en el gigante asiático, con muchas mujeres aún relegadas al hogar y alejadas de las cúpulas directivas y de la política.

“En China todavía los hombres se enfocan más en sus trabajos y las mujeres en la familia. Es una tradición cultural y se necesita mucho tiempo para formar una mentalidad nueva”, reconoce Wen Wen Lei, vicepresidenta de la Federación de Mujeres de Shanghái.

Uno de los aspectos más preocupantes, señala Wen, es la desigualdad en el mundo laboral ya que “en las empresas no quieren contratar a más mujeres, especialmente a las que están en edad de tener hijos”.

En la nueva ley promovida por el Gobierno, se prohíbe preguntar en las entrevistas de trabajo por el estado civil y por si tienen hijos o planean tenerlos, e impide a las empresas realizar pruebas de embarazo en los procesos de selección, prácticas que aún se siguen realizando.

En Europa y América Latina, también preocupa la desigualdad entre mujeres y hombres

Las estadísticas oficiales lo dicen todo. La igualdad de género en países europeos y latinoamericanos es una meta casi inalcanzable, al menos en el corto plazo.

La igualdad en el terreno laboral aún no se ha alcanzado plenamente, ni siquiera en los países más desarrollados, donde aún subsisten, por ejemplo, numerosos casos de diferencias salariales con los hombres aun cuando las mujeres realicen el mismo trabajo.

Otro problema grave que ensombrece la celebración es la enorme cantidad de mujeres –y también de menores de edad– que tratan de llegar a Europa huyendo de la crisis y la guerra en sus países.

Muchas de las mujeres inmigrantes, algunas incluso menores de edad, han sufrido persecución y violencia sexual. Por eso escapan en busca de seguridad en otros países. Pero en algunos de esos países siguen sufriendo acoso sexual, agresiones y discriminación por su género.

La comunidad internacional no debe ignorar el drama de miles de mujeres que afrontan con sus hijos un ambiente de inseguridad y de peligro en su desesperada huida de la guerra y el terror. La crisis se puede resolver, pero para lograrlo se requiere un esfuerzo mundial.

Mucho se ha avanzado desde la celebración del primer Día Internacional de la Mujer, que tuvo su origen el 19 de marzo de 1911 en Alemania, Austria, Dinamarca y Suiza.

Las conquistas sociales y políticas de las mujeres constituyen hoy un hecho loable e irreversible. Pero aún perduran males como la discriminación, y el peligro del hostigamiento y el ultraje. La sociedad debe unirse en el combate contra esos males, que son un rezago del pasado, y alcanzar definitivamente el objetivo ineludible del respeto y la igualdad entre los géneros.

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